Para que un hiperselecto club de grandes emporios financieros o milmillonarios acumule una proporción cada vez mayor de la riqueza mundial, se debe desposeer al resto, a la gran mayoría de la humanidad.
Europa ha perdido su propio respeto, y también para el resto del mundo, al obedecer sumisamente, en la mayoría de las ocasiones, a Estados Unidos en los asuntos fundamentales mundiales, llegando, por tanto, a perder casi completamente su propia voz.