Cumbres borrascosas (1939) de W. Wyler

Por Susana Gómez Nuño


Cumbres Borrascosas es un filme narrado en flashback y está basado en la famosa novela de Emily Brönte, de la que solo se toma una parte de la historia completa, omitiendo la segunda generación descendiente de los protagonistas, sin que la trama se resienta por ello. La historia se ubica en plena campiña inglesa del siglo XIX, en la que los elementos naturales dotan al film de una significación y un simbolismo que propiciarán la creación de la atmosfera pasional y melancólica que envuelve a los protagonistas. Los rocosos páramos ingleses serán testigos del amor imposible entre Heathcliff y Cathy.

El relato se constituye en base a temas relacionados con el romanticismo, como el amor, la obsesión, la pasión, la venganza, la amargura y el odio, y hace hincapié en el choque de clases sociales que se da entre los protagonistas, siendo este el mayor obstáculo con el que se encontrarán. Cathy se debate entre el mundo cómodo y lujoso de la alta sociedad y el salvajismo indomable de su amado Heathcliff que, relegado a mozo de cuadra por el hermano de Cathy, huye de la mansión y vuelve dos años más tarde como un caballero de gran fortuna. Sin embargo, Cathy se ha casado ya con Linton, su adinerado vecino, para mortificación y desesperación de Heathcliff.

Nos encontramos ante un filme que destaca el conflicto ente lo salvaje y lo doméstico, observable en la protagonista que se debate entre Heathcliff, que representa la pasión salvaje, y Linton, que refleja fielmente la educación, las buenas costumbres y el mundo ocioso de la alta sociedad. Otro elemento esencial en el film es la pasión, mostrada sutilmente en las expresiones inte  nsas de los protagonistas y asociada a las agrestes localizaciones, como los paisajes de los páramos o la roca de Peniton Crag, lugar de encuentro de los amantes.

Los cánones del romanticismo clásico que contemplan el enlace del amor y la muerte se ven escenificados en el desenlace del film: Heathcliff sale en busca del espíritu de su amada que le llama en medio de una tormenta de nieve en la que el angustiado protagonista perece. De ese modo, los amantes, aun en la muerte, encuentran la felicidad. No nos encontramos con el típico “happy ending” característico de algunos melodramas, no obstante, la imagen de los espíritus de los protagonistas cogidos de la mano que se alejan por los páramos –escena que clausura el film– remite al espectador a una expresión de esperanza y fe. No importa la muerte de los amantes, sino la satisfacción de que ambos están por fin juntos.

Escena de "Cumbres Borrascosas"
Una de las escenas finales de «Cumbres Borrascosas»

No debemos olvidar que todo filme puede ser considerado un producto social y, por tanto, con capacidad de generar y hacer circular mensajes con un inherente componente ideológico, el cual se construye no solo con el film, sino con la condición ideológica del espectador vinculada a su contexto socio histórico. Es decir, el cine, más que generar ideología, la reafirma, la transforma o ayuda a perpetuarla.

En 1939, EEUU, aun con un gran potencial industrial y pese a todos sus avances técnicos y culturales, era un país en crisis, donde las zonas rurales mas deprimidas carecían prácticamente de electricidad y las familias sobrevivían con lo indispensable. No obstante, el cine de Hollywood fue uno de los grandes remedios para la depresión económica y la convulsión social de la época. Los años 30 fueron la época de oro para el negocio cinematográfico: la incorporación del sonido a los filmes y el nacimiento del star-system elevaron el número de producciones que se exportaron al extranjero con interesantes beneficios.

Merle Oberon y Lawrence Olivier
Merle Oberon y Laurence Olivier formaron parte del star-system estadounidense

Es por ello que no debemos omitir el papel ideológico del cine utilizado como diversión de masas en esos momentos de crisis socio económica. Ocurre algo similar con el star-system, que introducía estereotipos, actitudes y pautas de conducta con una considerable repercusión social y un importante trasfondo ideológico. Cumbres borrascosas refleja a la perfección el conflicto de clases representativo de la sociedad inglesa de finales del siglo XIX. Sin caer en el sentimentalismo, el director muestra, de forma sutil, la trágica historia de los amantes y emplea la estética fílmica no solo como un simple instrumento de comunicación, sino como una manera de estructurar el relato, dramática e ideológicamente.

Esta película, junto a Lo que el viento se llevó, estrenada el mismo año, representa el máximo exponente del cine romántico hollywoodiense de los años 30. A pesar de que Cumbres Borrascosas estuvo nominada a Mejor película, Mejor director, Mejor actor principal, Mejor actriz de reparto, Mejor guion adaptado, Mejor dirección artística y Mejor banda sonora, solo consiguió el Oscar a la Mejor fotografía (Gregg Toland), y, según el American Film Institute, ocupa el puesto 73 entre las cien mejores películas de los primeros cien años de cine estadounidense.

Sistema de estudios

La estructura de la industria del cine norteamericano, durante las décadas de 1930 y 1940, estaba constituida por un oligopolio, en el que ocho compañías dominaban la producción, la distribución y la exhibición de películas. Las major –Paramount, MGM, 20th Century Fox, Warner Bros y RKO, llamadas las Cinco Grandes– eran sociedades grandes que integraban esos tres sectores. Las empresas más pequeñas, como la Universal y Columbia, se concentraban en la producción y la distribución, y la United Artists (UA) solamente se dedicaba a la distribución de películas procedentes de productores independientes. Todas ellas seguían las líneas de la política de producción de la época que, entre 1930 y 1945, estuvieron basadas en la competitividad, la excelencia, la eficiencia y el eclecticismo.

En el sistema de estudios de Hollywood, el poder económico y los beneficios estaban controlados por las sociedades integradas verticalmente y sus cines de estreno, con lo que las empresas pequeñas quedaban marginadas. No obstante, UA, la última de las Tres Pequeñas y productora de Cumbres Borrascosas, perseveró en esa época y constituyó un caso único al ser una sociedad creada para dar salida a producciones independientes que no querían vincularse a las Cinco Grandes. Así pues, UA distribuía, en un principio, las películas de sus fundadores –Pickford, Chaplin y Fairbanks–, así como las de Samuel Goldwyn, entre otros. Sin embargo, se vio obligada a colaborar con las grandes compañías para dar salida a sus películas en las salas de estreno.

La edad de oro de UA coincidió con el advenimiento del sonido, pero la sociedad se fue desmoronando de forma gradual y entró en declive cuando Joseph Schenk, que presidía la empresa, y el principal productor, Samuel Goldwyn, abandonaron la compañía, siendo esta la única que sufrió pérdidas en el periodo de prosperidad tras la Segunda Guerra Mundial. En 1951, dos abogados del mundo del espectáculo asumieron el mando y en 1967 la vendieron a Transamérica. En 1981, fue adquirida por la MGM, conformándose la MGM/UA, vigente como distribuidora de filmes en la actualidad.

Samuel Goldwyn, productor de la United Artists

Con Samuel Goldwyn como productor en UA y bajo la dirección de William Wyler, la maquinaria del sistema de estudios de Hollywood y el star-system se pusieron en marcha. Laurence Olivier era un actor británico procedente del mundo del teatro y alcanzó la fama en el cine con su participación como protagonista en Cumbres Borrascosas. La actriz que co-protagonizaba el filme era la bella Merle Oberon, una estrella impuesta por el productor que, a pesar de su gran carácter, se sometía a las imposiciones y exigencias de Goldwyn, que ejercía un control absoluto en la producción, así como al perfeccionismo de Wyler. Por otro lado, los excelentes actores secundarios –todos británicos– complementaron las brillantes actuaciones de los protagonistas en este filme perteneciente al género del melodrama romántico.

En este punto, se hace preciso focalizar en el tema de los géneros, cuyos cánones se establecen mediante la interacción entre el público y el estudio. Es decir, si en un sentido la respuesta colectiva del publico crea los géneros, en un sentido profundo, la industria del cine los establece y designa. En el filme que nos ocupa, Wyler transforma el relato en material para el sentimiento y la reflexión, estableciendo las poderosas categorías arquetípicas que tutelan los géneros. Cumbres Borrascosas es una mezcla de melodrama social –expresa el conflicto entre individuo y sociedad– y melodrama burgués –expresa el conflicto de clases– con una tendencia al exceso y al dramatismo decimonónico, y con un paisaje repleto de símbolos propios del melodrama.

Cumbres Borrascosas
«Cumbres Borrascosas» se muestra como un ejemplo del género de melodrama y en ella podemos observar el clásico conflicto entre clases sociales

Las películas de género suelen partir de un protagonismo dual, de una estructura dualista, y emplean los mismo materiales de forma repetitiva resolviendo los mismos conflictos fundamentales. Por ejemplo, en el western, el sheriff se enfrenta al forajido; en el cine negro, el gánster tiene su antagonista o doppelgänger en un agente de la ley; y el héroe debe afrontar las amenazas a las que se ve sometido. Justamente, Olivier encarna en el personaje de Heathcliff un héroe, aunque es un héroe alejado del típico príncipe o rey propios de la tragedia griega o shakesperiana. Esta vez se trata de un héroe ordinario, solitario, rechazado por su dificultad de adaptación y su categoría social contra la que debe luchar. Nos encontramos, pues, con un género identificado como melodrama popular que intenta aproximar los sentimientos del héroe a los de los mortales, en definitiva, con un melodrama de los pobres. Tanto el público burgués como el de clase social baja pueden entender esta dialéctica, en tanto el primero puede considerar un triunfo la vuelta de Heathcliff como un caballero adinerando, y el segundo comprende la rebelión del protagonista contra esa predestinación social, presentada magistralmente en Cumbres borrascosas.

Aportaciones estéticas, modelo narrativo y aportaciones del director

 Las películas de Wyler se encuentran repletas de momentos mágicos debido a su genio natural para la puesta en escena y para dirigir a los actores. Si bien es cierto que algunos de sus detractores creen que gran parte de su originalidad recaía en su cameraman, Gregg Toland, la máxima expresividad con la que dotó este film es muy loable. En la puesta en escena, los personajes se definen con gran maestría, las situaciones de conflicto y los momentos dramáticos presentan gran densidad significativa, que viene acompañada de una gran potencia melodramática, conseguida mediante las geografías metafóricas –simbología asociada a lugares geográficos determinados, como por ejemplo los páramos o la roca de Peniton Crag–, la iluminación –de la mano de Toland– de los paisajes e interiores, que destaca la expresividad y plasma los estados de ánimo y los rasgos psicológicos de los personajes, y el sonido, del que hablaremos en el siguiente punto.

William Wyler, director de «Cumbres Borrascosas»

Wyler consigue dotar a la narración de una intensa carga de expresividad melodramática gracias a la dirección de los actores. Olivier y Oberon sufrieron su afán de perfeccionismo. El primero tendía a la sobreactuación, probablemente debido a su carrera como actor de teatro, y Wyler tuvo que frenarlo en numerosas ocasiones. Sin embargo, su dicción precisa y su mirada lánguida dieron vida a un muy creíble Heathcliff. Los protagonistas se vieron obligados a repetir las escenas una y otra vez, hasta el agotamiento, de forma que se convertían en auténticos “seres humanos” y se “creían” las secuencias, “transformándose” en los personajes que interpretaban. Wyler conseguía, así, convertir una escena corriente en una magnífica.

El cine dispone de todos los mecanismos para revelar los rasgos del melodrama, no solo por el contenido plástico de la imagen, sino también por los recursos del montaje, siendo capaz de imponer al público la interpretación de lo representado. En Cumbres Borrascosas, Wyler plasma el mundo de las emociones y los sentimientos de forma sublime, bordeando el sentimentalismo pero sin caer de lleno en él. El arte encuentra un equilibrio perfecto en este film y dota de valor estético a temas dramáticos y morales que, tal vez, no hubieran encontrado cabida sin los recursos cinematográficos utilizados por Wyler.

Incorporación del sonido

Gracias a los avances tecnológicos, la instauración del sonido a finales de los años 20 se institucionalizó rápidamente, de forma que en 1930 toda la producción cinematográfica ya se realizaba en sonoro, dando lugar a la Edad de Oro de Hollywood. Warner Bros y Fox se apresuraron a adoptar ese innovador sistema de sonido, seguidas al poco tiempo por el resto de compañías cinematográficas, cono Paramount, MGM y United Artists. Sin embargo, la llegada del sonido no estuvo exenta de algunos problemas: miles de músicos que trabajaban en las orquestas de los cines perdieron sus puestos de trabajo. En contrapartida, y a pesar de las inversiones requeridas para las instalaciones sonoras, la incorporación del sonido contribuyó a una mayor afluencia de público a las salas, con el consiguiente incremento de beneficios.

Alfred Newman, considerado el mejor director de orquesta en la historia de Hollywood, se encargó de la banda sonora de Cumbres Borrascosas y fue nominado al Oscar, que finalmente fue a parar a manos de Herbert Stothart por el musical El mago de Oz. Sin embargo, a lo largo de su carrera, Newman estuvo nominado al Oscar en numerosas ocasiones y lo consiguió en nueve de ellas.

Alfred Newman
Alfred Newman se encargó de la banda sonora de «Cumbres Borrascosas» y fue nominado a un Oscar que, finalmente, no ganó

La música de Cumbres Borrascosas consigue transmitir la densidad melodramática y el carácter particular del relato, a la vez que subraya secuencias concretas, como las escenas en los páramos o la de la muerte de Cathy, en la que la melodía se repite varias veces. Los arpegios de violín sintetizan el contenido emocional y nos sumergen en el clima romántico y decadente que envuelve el film. No obstante, estos sones de violín, trágicos y románticos, no son casuales: Wyler había estudiado violín en el conservatorio de Paris antes de trasladarse a Estados Unidos en 1921 y conocía perfectamente el potencial estético y acústico de este instrumento, confiriendo, así,  a la narración un perfecto complemento musical.

Película disponible en estos links:

Versión gratuita (calidad regular): https://gloria.tv/video/oAVV6i6QTBsN28GSm6a2d21Lm

Versión de pago (1,95€) en Filmin: https://www.filmin.es/pelicula/cumbres-borrascosas  

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