25-S: Las elecciones vascas

Por Ibai Otxoa @Ibai_93


Que el PNV gane las elecciones al Parlamento Vasco no es una gran sorpresa. Es el partido que gana siempre, y sabemos muy bien que hay cierto inmovilismo en el voto que resulta muy difícil de ser superado por otros factores; de hecho, el inmovilismo llega a tal punto que el principal bastión de la derecha con muchísima diferencia sigue siendo Álava, la única provincia vasca que apoyó a Franco en su levantamiento y a la que, por tanto, el caudillo dio un trato preferente respecto a las otras dos durante todos los años de dictadura. No ha ganado, sin embargo, con mayoría absoluta. Y, dado lo que se ve últimamente en ciudades como Madrid o Barcelona, o tal vez veamos en las elecciones generales si esta vez surgen pactos, ganar sin mayoría absoluta puede significar quedarse fuera del poder. Claro que el PNV ya lo sabe muy bien: lo sufrió en sus propias carnes en 2009, cuando PP y PSOE pactaron para poner a Patxi López en el poder.

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¿Cuánto poder tiene el PNV? Ha llovido bastante desde el Plan Ibarretxe y podría haber desilusionados. El debate de la independencia de Euskadi ha quedado justamente eclipsado por el de la independencia de Cataluña, ya que el PNV no ha presentado ningún proyecto semejante. Sin embargo, esto no parece haberles supuesto un problema a la hora de conseguir votos, lo que da a entender que cierto grado de autonomía que sí han conseguido mantener parece satisfacer lo suficiente.

Analicemos ahora lo básico sobre el resto de partidos políticos. Al fin y al cabo, es probable que el PNV tenga que pactar con alguno de ellos… o que varios de ellos pacten para dejar al PNV fuera del poder.

EH Bildu, segunda fuerza política, ha hecho campaña con Otegi. Es probablemente su mejor baza, y será aún mejor dentro de 4 años. El hecho de que legalmente se le haya impedido presentarse como candidato podría incluso beneficiar a Bildu a largo plazo, debido al efecto Streisand.

El efecto Streisand fue bautizado así en honor a Barbra Streisand, actriz estadounidense que denunció a un fotógrafo por sacar una imagen de su casa como parte de una serie de fotografías de la costa de California. Irónicamente, esta simple imagen totalmente intrascendente, que no habría llamado la atención de nadie, se volvió muy popular por su intento de censurarla. A esto se refiere el efecto Streisand: a un intento de censurar algo que termina provocando lo contrario, debido a la curiosidad que genera el «¿qué será esto que me quieren ocultar?».

En este caso, Otegi ya es popular de por sí: que le hayan impedido presentarse a las elecciones podría aumentar aún más su popularidad, baza que probablemente explote Bildu. El «¿qué será esto que me quieren ocultar?» se puede convertir incluso en un «si le prohiben presentarse, será porque realmente puede cambiar las cosas». Si es verdad o no, tal vez lo diga el tiempo. Yo me inclinaría por un punto intermedio.

Elkarrekin Podemos ha captado el voto de la izquierda a la que no le llama mucho la atención el independentismo, ni el colectivo de presos vascos. Tradicionalmente éste ha sido un hueco que ha captado sólo Izquierda Unida, y sin mucho éxito, andando en equilibrio entre conseguir parlamentarios o no. Sin embargo, es bien sabido desde hace tiempo que la irrupción de Podemos en el panorama político ha revitalizado en gran medida a IU (especialmente si forman coalición, claro, pero parece ser que en algunos casos también cuando no la forman).

Parece ser que el PP ha sabido apelar a los puntos en común que pueden tener estas ideologías para consolidar una amplia unión de la derecha.

Dada la novedad de esta coalición, es probable que Elkarrekin Podemos haya quitado cierta cantidad de votos a Bildu. No me parece improbable el perfil de una persona de izquierdas que votaba a Bildu por ser el único partido de izquierdas con posibilidades de ganar, y que ahora ha cambiado su voto a Podemos. Sin embargo, no parece que Bildu se haya resentido mucho por esto: es posible, quizás, que Otegi les haya sumado votos al tiempo que Elkarrekin Podemos se los restaba, de manera que no se ha notado mucha diferencia respecto a las pasadas elecciones. De hecho, ha mejorado ligeramente.

El PSE sigue el mismo camino que ha seguido todo el PSOE: caída en picado, amortiguada hace no mucho cuando buena parte del daño ya estaba hecho. Es posible que también haya influido el hecho de que la candidata de Elkarrekin Podemos fuera Pili Zabala, hermano de José Ignacio Zabala, torturado y asesinado bajo un gobierno del PSOE… del que, además, muchos sospechan que no es que no se enteraran de este tipo de crímenes o que los permitieran por omisión, sino que más bien los apoyaban muy activamente. Por cierto, a día de hoy, por algún motivo, Pedro Sánchez sigue alabando la figura de Felipe González y abrazándole en actos públicos. Sin duda, esto no contribuye mucho a enterrar el pasado, ni siquiera usando cal viva.

El PP cae ligeramente. Es un partido que muestra una resistencia extraordinaria, y buena prueba de ello han sido las elecciones generales o, hoy mismo, las de Galicia. En su contra juegan dos factores de peso: la gestión que Rajoy ha hecho de la crisis económica (ni que decir tiene que para muchos innecesaria, y para muchos otros directamente contraproducente) y la gran cantidad de tramas de corrupción en las que se ha visto envuelto el partido, destacando, quizá, la de los papeles de Bárcenas.

Haber conseguido resistir bastante bien contra estos dos factores es una buena seña de poder, probablemente conseguido gracias a que es el partido con más financiación y a su amplio bagaje ideológico. El PP parece ser capaz de aglutinar a una inmensa mayoría de la derecha, mientras que el voto de izquierda y de centro está mucho más repartido entre diversos partidos. Lo cierto es que entre los militantes del PP se puede encontrar un perfil que va desde el simple conservador, que probablemente sea su votante medio, hasta posturas tan diferentes entre sí como un fascista o un neoliberal. Parece ser que el PP ha sabido apelar a los puntos en común que pueden tener estas ideologías para consolidar una amplia unión de la derecha.

UPyD, como era previsible, pierde a su único parlamentario, Gorka Maneiro. Tampoco se puede decir que fuera un parlamentario con mucho carisma ni muchos argumentos.

Ciudadanos, que ha recibido un fuerte impulso hasta convertirse en el cuarto partido más votado en las elecciones generales, no ha tenido la misma suerte en las vascas: ni por asomo, de hecho. Ha sido notoria su campaña en las redes para conseguir apoderados, lo que ha llevado a comentarios maliciosos de que en estas elecciones iban a tener más apoderados que votos. Lo cierto es que, exageración aparte, se podría decir que así ha sido: ni un solo escaño.

Ahora tenemos que sentarnos a ver qué idea es la que prevalece para saber qué pactos nos esperan.

Si prevalece el nacionalismo y la identidad vasca, un pacto entre PNV y Bildu, siendo además las dos principales fuerzas políticas, podría controlar el Parlamento sin ningún problema. Un pacto entre Bildu y Elkarrekin Podemos, que tuviera en común las ideas sociales, creo que es bastante menos probable. Primero, porque tendrían que buscar más apoyos, difíciles de encontrar (convencer al PSE parece bastante difícil). Segundo, porque simplemente Podemos tendría que estar dispuesto a ese pacto, cosa que podría dificultar bastante las relaciones con el grueso del partido: al fin y al cabo, Podemos ha recibido muchos y muy fuertes ataques de la prensa que enarbola a ETA como arma política, y por eso han intentado desvincularse todo lo posible. Un pacto entre Bildu y Podemos podría hacer que Podemos sea atacado por ello y pierda votos, como ya pasó simplemente por vínculos muy débiles con el gobierno venezolano, y no parecen muy dispuestos a exponerse de esta forma.

Parece probable un pacto entre PNV y PSE que podría ser vendido como «un pacto de centro» que deje al margen a corruptos, fascistas, comunistas y proetarras.

El pacto entre PP y PSOE quitó una vez al PNV del poder: ahora ni pueden soñar con ello. Un triple pacto conservador entre PP, PSE y PNV sí es un sueño posible, en cambio, para aquellos cuya pesadilla sería más bien la llegada al poder de Bildu, Podemos o ambos al grito de «¡que vienen los comunistas etarras!». Sin embargo, fuera de las elecciones vascas, podría ser poco rentable que el PP y el PSE fueran de la mano de independentistas: tal vez ganaran así las elecciones vascas pero a costa de perder poder en las generales, pero especialmente en el caso del PP. Para el PSE no supone tanto riesgo, por lo que parece probable un pacto entre PNV y PSE que podría ser vendido como «un pacto de centro» que deje al margen a corruptos, fascistas, comunistas y proetarras. Por apenas 200 votos ganados a Bildu en el último momento, pero podría, sí. Me atrevería a decir, finalmente, que este pacto es la opción más probable, aunque sin duda habrá todo tipo de opiniones a la luz de todas las combinaciones posibles. Yo apostaría por ésta, pero tampoco apostaría mucho, por si acaso.

Dejando así algunas de las alternativas, sólo me queda una cosa por recordar, que me sorprende que hoy no se haya tratado; al menos yo no he visto a nadie sacarla a la luz. A principios de julio, Urkullu tanteaba la posibilidad de apoyar al PP en las elecciones generales. Una condición que pedía a cambio era el acercamiento de los presos vascos, ¿tal vez para quitar votos a Bildu? Si esta negociación sigue abierta para las elecciones vascas, tendríamos que preguntarnos, ¿estaría dispuesto el PNV a apoyar al PP? ¿Estaría dispuesto el PP a cambiar la política penitenciaria de los presos vascos, a costa de perder votos por ello en las generales? Esos votos que perderían, ¿los recogería Ciudadanos? ¿Sería esto una pérdida importante para el PP? Y, por resumir un poco la situación, ¿cuánta impotancia quiere dar cada partido a los resultados en el Parlamento Vasco, y cuánto influirán los posibles pactos en las elecciones generales?

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