Sami Ashour naceu en Khan Younis, no sur da Faixa de Gaza, unha localidade bombardeada repetidamente por Israel logo de reclamar á poboación do norte do territorio palestino que fuxise cara alí por ataques inminentes. É o presidente da Asociación galaico-árabe Jenin.
Cuando Israel decidió sitiar Gaza tras las elecciones democráticas palestinas de 2006, nunca debieron haber esperado que los palestinos allí serían capaces de resistir durante tanto tiempo, de contraatacar y de afirmarse como centro de la lucha por la libertad palestina.
Si Israel realmente quisiera rescatar a sus rehenes, no los bombardearía ni les cortaría el acceso a alimentos, agua, energía y atención médica. No se negaría a intercambiar a ninguno de sus miles de prisioneros palestinos por ellos.
“Ya no es un secreto que el gobierno del AKP, que está dispuesto a cooperar con todos contra el movimiento kurdo, valora a Amed más que a Gaza, y que detrás de todos los discursos grandilocuentes se mantienen profundas relaciones comerciales y militares”.
Soy ateo porque es la base para un humanismo alejado de dogmas y opresiones. Entre la fe en un dios imposible, escojo a la humanidad imperfecta, libre de historias sagradas, de religiones y sectas dominadoras.
“Nadar” es un viaje a la memoria, un viaje que, desde lo personal, desde lo familiar, interpela a la memoria colectiva, a la de toda una generación que tuvo que refugiarse en el silencio.
Las imágenes del documental muestran que en aquel momento, cuando el francotirador hebreo, teniente Haib, le dio un certero disparo en la nuca desde 200 metros de distancia, no había intercambio alguno de fuego.