Todo hace pensar que EE.UU. nunca ha tenido intención de instaurar una verdadera democracia en Afganistán, a pesar de la millonada de dólares invertidos en la operación durante 20 años de intervención.
La guerra contra el terrorismo es una cortina de humo para mantener el dominio mundial y una buena excusa para que el complejo industrial militar siga ganando dinero.