De 1984 al 2015

por R. Paulson

“El partido no busca el poder por el poder mismo, sino solamente por el bien de la mayoría. Busca el poder porque las personas, en medio de la masa, son criaturas frágiles y cobardes que no pueden soportar la libertad ni enfrentarse a la verdad. Y deben ser gobernadas y engañadas sistemáticamente por otras más fuertes que ellas. La única elección posible para la humanidad se encuentra entre la libertad y la felicidad. Y la gran mayoría de la humanidad escogía la felicidad. El partido es el guardián eterno de los débiles, una secta dedicada a hacer el mal para que pueda existir el bien y que sacrifica su propia felicidad en favor de la de los demás.”   George Orwell, 1984

Este libro, publicado en 1949, se basa en las ideas fascistas y en el auge de la Unión soviética y compara de manera especialmente cruda la realidad políticosocial de la época con una distopía.

George Orwell, al igual que otros novelistas como John Dos Passos y Ernest Hemingway, se vio atraído por la Segunda República española y vivió de primera mano la Guerra Civil, hecho que inspiró, en parte, la creación de esta obra de ficción. En el pasaje que tenemos arriba encontramos el “por qué” de la existencia de un partido único y mayoritario. Este controla cada movimiento y pensamiento de sus habitantes y modifica la historia y la actualidad con el fin de mantener a la población a su merced mediante el uso del miedo. El miedo facilita y amansa la voluntad de la gente, que entrega su libertad a cambio de una felicidad relativa. Este miedo, adornado con una adoración exclusiva y entregada al “Gran Hermano”, que posibilita esa felicidad relativa, crea borregos que sirven a las necesidades del sistema a cambio de tener el derecho a llevar una vida digna, mantener a una familia, o simplemente seguir con vida.

El “Gran Hermano” suple a Dios y al estado, que se mezclan y se confunden y constituyen la religión tal como la conocemos a la vez que representan al partido del gobierno. Religión y política. Política y religión. Este “Gran Hermano” controla los movimientos de los ciudadanos mediante un rígido control de los medios propagandísticos y dispone de cuatro Ministerios que controlan esos movimientos:

El Ministerio del Amor se ocupa de los castigos y la tortura.

El Ministerio de la Paz trata los asuntos de la guerra.

El Ministerio de la Abundancia mantiene a la población al límite de la subsistencia.

El Ministerio de la Verdad reescribe la historia para hacerla coincidir con las ideas del Partido.

Con esto nos enseña Orwell una técnica utilizada de manera repetida en la historia, la apropiación de los términos y los símbolos y la reinterpretación de dichos términos. Por poner un ejemplo que nos pueda resultar familiar, en el año 1976, durante la transición española, Manuel Fraga, que había sido Ministro de Información y Turismo de España durante el franquismo, creó el partido Alianza Popular, habiéndose acostado una noche como franquista para levantarse a la mañana siguiente como paladín de la democracia. Usar el nombre de Alianza Popular para integrar a los herederos del franquismo en un partido democrático es, en primer lugar, un ejercicio de cinismo notable, y en segundo, una reinterpretación de la unión del pueblo de manual, de la misma manera que se utiliza, por ejemplo, el Ministerio de la Verdad para crear mentiras.

Orwell nos presenta un futuro distópico en el cual la libertad ha sido sacrificada en pos de la felicidad del pueblo. Esta felicidad se mantiene intacta gracias a medidas como la creación de guerras ficticias entre las diferentes potencias del mundo que luchan de manera continua y estéril por el control del territorio, labor del Ministerio de la Paz. Al realizar estas acciones militares por el bien de la población, todos deben remar en la misma dirección y defender los ideales del partido único, que a cambio les hace dignos de esa felicidad relativa, comprada con su libertad. De esta manera también se elimina el individualismo, lo cual facilita la sumisión de los miembros de la sociedad.

Si Orwell hubiese vivido en nuestro tiempo podría haber escrito igualmente esta obra.Tenemos ejemplos de reinterpretación de los términos, viendo como nuestro Ministerio de Hacienda realiza amnistías fiscales enfocadas a los grandes defraudadores, o como nuestra policía, creada para protegernos y servirnos, limita nuestras libertades a golpe de porra y disparos de pistolas de goma. Otro ejemplo más se puede encontrar en la “Ley de seguridad ciudadana” que nos hace volver a la memoria aquello de “disuélvanse” ya que se contempla como delito “Negarse a disolver una reunión o manifestación cuando lo ordene la autoridad por no ser lícita, porque hay alteraciones o porque los asistentes hacen uso de uniformes paramilitares”. ¿Cuándo una reunión no es lícita? ¿Quién juzga si esa reunión es lícita o no? ¿Qué es una alteración? ¿Se consideran unas botas de estilo militar parte de un uniforme paramilitar? Todas estas dudas se responden igual: quien tiene el poder y representa la ley juzga según su criterio.

Tenemos también ejemplos de conflictos armados provocados con falsos argumentos, como la guerra de Irak, cuyas consecuencias pagó el pueblo, o la guerra contra el denominado Estado Islámico, con origen en la financiación por parte de Estados Unidos. Esto en nuestro país se ha traducido en un recorte de las libertades mediante el tan cacareado pacto antiterrorista, usado en la práctica para realizar redadas indiscriminadas en centros cívicos y casas Okupas. Una manera rápida de convertir detenciones e incautaciones ilegales en legales. Estas operaciones se justifican con la excusa de que se trata de una “labor preventiva” contra el temido y sufrido diariamente en este país anarkoterrorismo.

La revolución que personifica Orwell en la Hermandad de Goldstein se basa en la Revolución Rusa y en León Trotsky, y no podía ser más contemporánea. De la misma manera, nos encontramos cerca de una Nueva Revolución.

“La libertad es como las cometas. Vuela porque está atada” José Luis Sampedro

 

Escrito por R. Paulson (@Dr_Paulson)

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