1976, el diálogo entre la burguesa y el subversivo

La película mantiene el suspense durante todo el metraje, mientras asistimos a la transformación de Carmen, creando una atmósfera asfixiante, pesada, en la que las amenazas se intuyen, más que manifestarse, lo que da esta propuesta de Manuela Martelli una cierta originalidad.

Por Angelo Nero | 23/12/2024

Manuela Martelli, la actriz chilena que nos sorprendiera, en 2003, con su papel protagonista en B-Happy, que le valió el reconocimiento a mejor actriz en el Festival de Cine de La Habana, y que al año siguiente fuera también premiada por su papel en la película de Andrés Wood, Machuca, dirigió, en 2022, un emocionante drama protagonizado por la actriz franco-chilena Aline Kuppenheim, con quien compartiera reparto en Machuca -en su film extensa filmografía destacan también sus papeles en La buena vida, también dirigida por Andrés Wood; Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio; Allende en su laberinto, de Miguel Littin; o más recientemente, Detrás de la lluvia, de Valeris Sarmiento-.

El film dirigido por Martelli, titulado “1976”, nos presenta a Carmen -interpretado por la propia Aline-, una burguesa, ajena a la realidad social de su país, Chile, donde tres años antes ha triunfado el sangriento golpe de estado del General Pinochet. La represión continúa en las calles de todo el país austral, mientras los sectores más combativos de la izquierda organizan una heroica resistencia armada -especialmente desde el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)-. Mientras el país se desangra, Carmen está preocupada por elegir los colores de las paredes de su casa de verano, desconectada de los problemas reales de la sociedad que le rodea, hasta que es testigo de un enfrentamiento entre policías y subversivos.

Mujer solidaria, dentro de los cánones que rigen a su condición social -ha colaborado con la Cruz Roja- y devota feligresa, es interpelada por el Padre Sánchez (interpretado por el conocido actor de teatro Hugo Medina, que sufrió en sus carnes el infierno de la tortura y tuvo que marchar al exilio), para curar a un “delincuente” que ha sido herido por la policía, y que mantiene escondido en su iglesia. Pero es fácil adivinar, aunque no por Carmen, que Elías (al que da vida Nicolás Sepúlveda), no es un delincuente, sino uno de esos subversivos que plantan cara, arma en mano, a la dictadura.

Carmen tendrá que afrontar el reto de mantener una vida paralela, la de los cuidados clandestinos al convaleciente Elías, por el que, poco a poco, irá conociendo la realidad social y política de su país, y la de su familia, que los fines de semana viene a la casa de verano, encabezados por su marido Miguel (interpretado por el actor y escritor Alejandro Goic, que también fue torturado por la policía de Pinochet y tuvo que exiliarse, y que es habitual en el cine de Miguel Littin o Pablo Larrain).

Ella será el nexo de Elías con el mundo exterior, y pondrá en riesgo su vida para ayudar a alguien que, en principio, está en la antípodas de su forma de pensar y de actuar, intentando establecer contacto con sus compañeros, para ayudarle a salir del cerco que se estrecha sobre él, mientras siente en sus propias carnes el miedo a sufrir la represión de la que, hasta hace poco, era ajena.

La película mantiene el suspense durante todo el metraje, mientras asistimos a la transformación de Carmen, creando una atmósfera asfixiante, pesada, en la que las amenazas se intuyen, más que manifestarse, lo que da esta propuesta de Manuela Martelli una cierta originalidad, para mostrarnos el horror de aquel Chile que evoca de esta forma la directora preguntada sobre su película:

“En cualquier lugar del mundo la democracia es frágil, no solamente en Chile, y eso es una realidad. Me parece importante poner en jaque la fecha, las fechas. Uno tiende a pensar que la historia se hace en las grandes ciudades, y es escrita, en esos años, fue escrita por hombres. La otra cara de la misma fecha: En un pequeño pueblo, en la costa chilena, una mujer anónima de la clase burguesa, se pone a ayudar a un joven participante de la resistencia a la dictadura. Me parece importante estar poniendo siempre en jaque las ideas preconcebidas y re-observando la historia con los instrumentos que tenemos en el presente, haciendo constantemente una relectura de lo que se ve, de lo que uno ha heredado y de los conocimientos que va adquiriendo.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.