Voces de la calle | ¡Acoso a Podemos!

Por Ezequiel de la Hera Pérez

Que, entre otros, cuatro sujetos, uno Ministro del Interior, otro Director General de la Policía, otro exministro de Industria, Energía y Turismo y el otro exalcalde del Ayuntamiento de Vitoria (Condenado por el Tribunal de Cuentas por corrupción pura y dura), arbitraria e injustamente designados por esa asociación constituida para delinquir, que es el PP, utilicen sus puestos, en la Administración del Estado, y las herramientas, incluidas sumas ingentes de dinero, que dicha Administración pone a su disposición, en lugar de para defender, a capa y espada, los intereses generales de los ciudadanos, para perseguir, acosar, calumniar, crear pruebas falsas difundiéndolas y desprestigiar a un adversario político, día tras día, en campañas electorales o cualquier otro acontecimiento relevante para el País, dice mucho de la vileza y catadura moral de estos sujetos y quien los sustenta.

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Muy bien lo tiene que estar haciendo Podemos para que el partido que, durante más de treinta años, ha venido saqueando España, con absoluta impunidad, esté poniendo tanto empeño, esfuerzo, ahínco y medios “humanos” y materiales en denostar a una formación política que, a fin de cuentas, no es sino el producto del hartazgo, la indignación, el cabreo, el rechazo y el asco provocados por la corrupción generalizada de ese partido y, en menor medida, de otros de los llamados tradicionales. Estas prácticas, al más puro estilo nazi, no hacen sino afianzar la en principio sospecha y a la postre convicción de que, con absoluto descaro, desparpajo y desvergüenza, ese partido de “listos” que más tontos aglutina, nos ha venido engañando, estafando, ninguneando, maltratando y robando. La penúltima, la carta de su presidente a la Comisión Europea diciéndole lo contrario a lo que nos dice, en campaña, a nosotros.

No reparan en nada, mienten compulsivamente sin pudor, intimidan a los ciudadanos, contratan esbirros, mercenarios, sicarios, pseudoperiodistas, policías y jueces practicando tanto el terrorismo político como el mediático, con tal de alcanzar sus objetivos que no son otros que perpetuarse en el poder, a cualquier precio, para así repartirse los suculentos dividendos que el sistema, ideado a su medida, les proporciona.

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