Escrito por Javier DG @olduvay22 | Ilustración por Javier F. Ferrero @SrPotatus
En esta casa vuelta del revés,
junto a la Carrera de San Jerónimo,
se nos marchita el tiempo.
Termina el camino bajo un escándalo
germinado en la sede del sobresueldo
y andado por Ciudadanos, ese híbrido.
En esta plaza,
campa a sus anchas la vanidad blasfema
del financiero blasfemo,
y el aire ausente reseca la voz del gentío
que grita y empuja y fastidia, exigiendo
lo que Savigny llamaba: “lo justo”.
Fieras paseando
entre los escombros de una crisis
construida sobre cimientos de encofrado vacío,
y revestidas columnas con papeles
de Lehman Brothers, el FMI, y por qué no,
Ministros que desahucian la justicia,
reinventan la ética como sátira política,
el beneficio como usura vestido de gala,
la expansión de la riqueza como exigencia difusa
y padre de la exclusión y la indigencia.
Así nació el Consenso de Washington.
Elementales condiciones de un mercado libre
que presupone cierta “igualdad de partes”
Qué va. Subida de tasas, sanidad precaria,
enseñanza pública en barracones
donde los techos lloran amianto y matan.
Una economía sin justa distribución de la tierra,
guiada desde instituciones corruptas
envenenadas de raíz, donde el campo
se riega con peticiones clientelistas
y prestaciones a golpe de galope,
para montar ellos
los creadores del escenario idóneo
que secuestran la democracia
y escupen en las alforjas de vidas
bañadas en una deuda amarga,
cocinada en la ortodoxia Platónica del
“todo le sale bien al malo”,
siempre que se sustituya la política
…por mercado.
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