Por Victor Chamizo | Ilustración: ElKoko y El Petardo
Entiendo que la situación de Cataluña sea preocupante, pero, ¿qué tipo de preocupación es la que se genera? Porque, ante la humilde opinión del que escribe, la preocupación sobre Cataluña es directamente proporcional a la sensibilidad individual de cada persona que la enjuicia. Es decir: no siente la misma preocupación un catalán independentista, que uno que no lo es, que un no catalán de izquierdas, o que un no catalán de derechas.
El catalán independentista, siente amenazada su dignidad por los hechos acaecidos con las vergonzosas detenciones de los miembros del Govern. Y esas detenciones no van a hacer sino echar más leña al fuego, avivar la indignación y alimentar el incendio: son el resultado de un movimiento salido más de las entrañas, que de la razón, y, más incluso que de las entrañas, de la soberbia.
Los catalanes no independentistas también están divididos, por una línea cada vez menos delgada, entre los que se suman a la indignación de los catalanes independentistas y están cada vez más cerca de sumarse a ese bando; y los que han decidido lanzarse al extremo opuesto aferrándose a las tesis de Ciudadanos, embobados en la verborrea españolista de Rivera, que dice defender un catalanismo que no existe y dando alas a un catalanismo de derechas, sometido a un estado centralista, paternalista y autoritario.
Dentro del grupo de los no catalanes, está esa derecha que, a río revuelto, ganancia de pescadores, ha sido capaz de mostrar ya su cara, sin careta, exhibiendo sus símbolos fascistas y actuando como en los tiempos de mayor auge del franquismo: Reclamando la propiedad de Cataluña, como la de todos los territorios de España, y tratando de imponer su sinrazón.Se trata de ese grupo de gente que se sigue creyendo con el derecho que tenían en la España franquista de ser los vencedores y los que imponen su criterio al resto. Aquellos guerrilleros de Cristo Rey que antaño obligaban a cantar el cara al sol a cambio de ganarse una brutal paliza, hoy obligan a decir ¡Viva España! a cambio de dar con los huesos en un hospital. Estos campan por sus respetos, ni son detenidos, ni, mucho menos, encarcelados, así se salten la Constitución y los preceptos democráticos.
Mientras la sociedad española se desangra en discusiones estériles sobre la situación catalana, que podría resolverse delante de una mesa, la ciudadanía sigue soportando los recortes, el paro, la precariedad laboral, los desahucios, las deficiencias en la Educación y la Sanidad, la pobreza infantil, la pobreza energética, y una indignante y la corrupción
Por último, quedan los no catalanes – y catalanes, no independentistas, también -de izquierda, que observan, con perplejidad, como está evolucionando ese sentimiento franquista de lo español, entre una mayoría que es incapaz de comprender El Proces, que es incapaz de entender un sentimiento, que es incapaz de imaginar la existencia del diálogo, del encaje de una identidad en otra diferente, y que ve el auge que está tomando el fascismo, y la amenaza que representa para todos, incluidos muchos de esos idiotas que gritaban a voz en cuello “a por ellos”.
Y en el ínterin, mientras la sociedad española se desangra en discusiones estériles sobre la situación catalana, que podría resolverse delante de una mesa, la ciudadanía sigue soportando los recortes, el paro, la precariedad laboral, los desahucios, las deficiencias en la Educación y la Sanidad, la pobreza infantil, la pobreza energética, y una indignante y vergonzosa corrupción que continúa situándonos a la cabeza de los países más corruptos del mundo.
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