A mí también me engañó Ciudadanos

Por Filosofía Perdida

Sí. Así como suena, el fenómeno Ciudadanos, al que creía conocer, también me engañó a mí. Hice un artículo hace poco más de dos años manifestando quién era Rivera más allá de los focos y de la publicidad, pero me quedé corto, y así tengo que decirlo, también yo caí en la trampa.

 Como ya dije, sigo a Albert Rivera desde que comenzara su andadura política. Era el año 2006, y Albert Rivera estaba a dos semanas de cumplir 27 años, el único medio de comunicación que creía en su proyecto era la COPE comandada por Federico Jiménez Losantos y su periódico financiado con la Gürtel, y lo era más por su marcado anti-nacionalismo catalán que por sus posturas económicas, o algo así decía en las ondas el inefable presentador de la mañana cuando todavía cobraba de los obispos.

La andadura de Rivera por el Parlament tiene una explicación tan sencilla como manida: la inmigración andaluza y extremeña masiva en Catalunya, como en menor medida la murciana y castellana. Guste a quien guste, y moleste a quien sea, la identidad de este grupo de inmigrantes dentro del estado ha dado fenómenos tan curiosos como que el Partido Andalucista fuese el único partido nacionalista con representación parlamentaria fuera de su territorio “natural” (2 diputados en las elecciones de 1980). Este fenómeno explica que hubo, y pervive todavía, un voto inmigrante que responde a la nostalgia de la tierra, de quien se siente extraño donde reside. Si bien este grupo de población tiene, como todos en el mundo, una natural pluralidad y unas sucesivas generaciones que han sabido sentirse ya parte del pueblo catalán, bien es cierto que el PSC agrupó la mayor parte de este voto hasta un pacto con ERC e IPC que hizo molestarse a la gente menos catalanista; al mismo tiempo, el PP de Catalunya, que atraía otra parte sustancial de ese voto presentando a gente “tan plural” como el ministro Fernández Díaz (artífice de las tramas falsas contra políticos catalanes) o Alejo Vidal-Quadras (fundador de VOX posteriormente), acaparaba la parte restante de la inmigración castellana que no se sentía catalana.

¿Qué ocurrió con este bipartidismo de inmigrantes del estado? El tripartito de 2003 fue quitándole votos al PSC por parte de l@s españolistas, si bien el PP en una década experimenta pocos cambios, con sus micros en floreros y sus líos internos. Ciudadanos, por el contrario, solo asciende, de manera imparable con un líder en constante crecimiento, que no teme hablar en catalán fuera de la intimidad, que se gusta representando un discurso españolista más joven que el del PP, pero que juega a ser de centro-izquierda para caer bien a toda esa clase obrera que no votaría nunca al franquismo que les hizo emigrar, ni a un PP que se entiende antes con catalanistas por el bien de la empresa que con un PSC liderado en 2007 por un andaluz.

El tiempo nos trajo el 15M, la indignación, la lucha por una política sin corrupción, la búsqueda de superar un nuevo feudalismo que, aunque fuera con el voto de l@s sometid@s, gozaba de una vida de lujo que añorarían reyes medievales y señores feudales. Ciudadanos pretendía asumir ese discurso que calaba en un pueblo catalán que no se manifestaba, pero sí aceptaba gran parte del discurso de es@s manifestantes, y tomando una frase de aquí y otra de allá, Rivera consiguió contar con un gran apoyo de gente indignada que, aun siendo apolítica, rechazaba lo que veía en la Generalitat. Y así, cuando Podemos surge en las elecciones europeas de 2014, también Ciudadanos emerge con ese impulso. La banca, que es perversa pero no idiota, se apunta a ese carro con un “Podemos de derechas” que neutralizase ese efecto de cambio, y así garantizar su castillo, y comienza su lanzamiento mediático a todo el estado, su presencia en todos los medios (los del Ibex y los del 78) y sus campañas machaconas.

Albert Rivera se presenta para los apolíticos en el Suárez del siglo XXI, para los que entienden de política, en el partido Whig que ejerce de pegamento del bipartidismo en Inglaterra hasta hoy, para la banca y el Ibex en un salvavidas del sistema disfrazado de partido de ciudadanía, y para el rey en la máxima garantía de que no habrá elecciones a jefe de estado que le quiten su vida a cuerpo de rey. Pero más allá de generalidades, yo sí creí en algo de este partido, creí que eran una alternativa menos tóxica del PP. Siendo realistas, hay gente que no sancionará nunca el franquismo, o hasta lo mirará con orgullo; hay gente en nuestro país que votará a la derecha aunque le convierta en esclav@, hay quien ve las noticias en Antena 3 y se las cree, o escucha a Francisco Marhuenda y se identifica con él. Convencer a quien persiste en el error muchas veces conlleva discusiones fuertes fútiles, conflictos que se podrían haber evitado y problemas irresolubles; por ello Ciudadanos me parecía una posible salida al voto ciego a la derecha, que permitiese una derecha más honesta, menos corrupta y más democrática, pero me equivoqué.

Mi engaño con Ciudadanos consiste precisamente en eso, no son un partido que se encuentre próximo al PP, sino un partido que ha demostrado superarlo con creces en mentiras, en ausencia de proyecto de convivencia, en ambición y en radicalismo. Su nacionalismo español ha llegado donde el PP no osó entrar, con propuestas más cercanas a la AP de Fraga que a las de un Aznar que supo entenderse (y cómo) con Pujol. Todavía no salgo de aquella sensación de engaño que sufrí al ver a Rivera blandir una revista del “club super 3” (programa infantil catalán) con las áreas donde se habla catalán marcadas en color, diciendo que era un libro de texto que “adoctrinaba” a niñ@s en escuelas. Sí, esa mentira en sede parlamentaria, aún a sabiendas de que sería descubierta, como la de Begoña Villacís diciendo que Ahora Madrid recorta porque cumple con las exigencias del gobierno (si bien de no cumplir con ellas l@s denunciaría por desacato y desobediencia, si no de rebelión). Esa mentira que se ha hecho tan presente para auparse más en su ascenso y llegar a ser, al menos en las encuestas, la segunda fuerza en Catalunya a esperas de lo que digan las urnas.

Sí, yo fui engañado por Ciudadanos creyendo que serían menos tóxicos que el PP, como mucha gente fue engañada por Ciudadanos creyendo que eran un partido mejor que el PP, que no eran de derechas o que cambiarían algo del país cuya corrupción sostienen allí donde se ha hecho presente

Bien es cierto que el votante españolista podría sentirse muy huérfano al tener que elegir entre algo como Albiol, un PSC del 155 que hace cinco años pedía un referéndum en Catalunya y hoy defiende la cárcel para pres@s polític@s y el partido de Ciudadanos. También es verdad que un partido como Podem y sus confluencias resulta demasiado conciliador para la gente que quiere entrar en trincheras y huir de la convivencia. También cabría señalar que Ciudadanos es un partido muy acostumbrado a entrar en las encuestas como ganador y salir como cuarta fuerza o algo inferior, salvo en Catalunya. Sin embargo, ese voto masivo de desengañad@s del PSC que tanto se aproxima al PP, y gente del PP que busca nuevas sensaciones con los naranjas, no va a traer una alternativa democrática y digna que represente una derecha como la del PP sin corrupción y un españolismo moderado, sino todo lo contrario, este partido reforzado por medios afines, financiado por banca muy interesada y cubierto de maquillaje es un serio riesgo para la convivencia y posee un plan aún más perverso en lo económico y en lo social de lo que nunca se había atrevido el PP.

Sí, yo fui engañado por Ciudadanos creyendo que serían menos tóxicos que el PP, como mucha gente fue engañada por Ciudadanos creyendo que eran un partido mejor que el PP, que no eran de derechas o que cambiarían algo del país cuya corrupción sostienen allí donde se ha hecho presente (Murcia, Madrid, Andalucía, gobierno estatal…), pero el conflicto hoy es cuánta gente puede seguir aún engañada, guiada por la masa que se deja aconsejar por una prensa tendenciosa y terminar votando a este partido que representará para Catalunya lo que tod@s empezamos a atisbar: un gobierno españolista peor que un 155, sueño de Aznar, aspiración de Vidal Quadras y Fernández Díaz tiempo atrás, un gobierno que pretenda aniquilar una nacionalidad histórica para llevar la autonomía a lo que era antes de 1977, solo que con los recortes y la pobreza que lleva adherido todo gobierno ultraliberal para la clase trabajadora. Lo que se percibe con este partido da verdadero miedo, lo que no sé, ahora que much@s salimos del engaño, es si en Catalunya se parará este fraude a tiempo, o si existirá una masa que todavía hoy se dejará engañar por este partido. Todavía hay esperanza, pero cada vez menos.

1 Comment

  1. Creer en Rivera y sus polvos mágicos es un espejismo electoral al que se han abonado miles de ciudadanos. Engañados por la verborrea y la hermosura de su faz y la atractiva dureza de su cara dura.
    Es un producto elaborado en Catalunya por el gabinete de estudios del Banco Sabadell y siguientes (bancos) y que gracias al desparpajo de sus militantes y la absorta estupidez de bastantes ciudadanos quiere gobernar en Catalunya y luego en España.
    Nació para acabar con Podemos y ahora entusiasmados y entusiasmando quiere acabar con el PP, con el PSOE, con los independentistas, con los malos catalanes y los españoles reticentes y reinar cual Macri/Macron en toda las Españas del ayer del hoy y del mañana.
    Veremos donde y cuando acaba su luna de miel con el electorado y se acaba el dinero para el polvo y para el voto.

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