Un parlamento, una moción de censura… dos españas

Por Daniel Seijo | Ilustración de El Último Mono

 

«Ustedes representan lo malo conocido y el miedo. Han usado el miedo para robar”

Pablo Iglesias

La tercera moción de censura en cuarenta años de democracia, nos deja la constatación de la existencia de dos realidades muy distintas en el parlamento y en el tejido social español. Dos realidades, pertenecientes a dos españas que no solo nunca han llegado a confluir, sino que con el paso del tiempo, parecen alejarse todavía más fruto de un modelo económico y unas políticas, que fomentan la desigualdad social al compás de la corrupción política y la codicia desaforada de nuestra supuesta élite empresarial. Una codicia que ha hecho de nuestro país un paraíso para tramas de corrupción de todo tipo, en donde comunidades autónomas, empresas, ayuntamientos, bancos y partidos políticos, se han visto aquejados por un parasitismo en ocasiones tornado en depredación, que ha infectado a nuestras instituciones, transformando lo que antaño fuese un pacto social común, en un complejo sistema poder, en donde las élites del sistema han podido afanarse con libertinaje en la búsqueda de su máximo beneficio económico, cambiando las reglas del juego siempre que resultase necesario para sus necesidades.

Durante algo más de cinco horas, Unidos Podemos ha hecho uso de la tribuna del Congreso para poner de manifiesto la profunda decadencia de un gobierno y unas instituciones paralizadas por la corrupción, en donde los esfuerzos del ejecutivo se han visto en demasiadas ocasiones a lo largo de la legislatura, centrados en esquivar la actuación policial y el peso de la justicia sobre un Partido Popular que una vez más, ha llevado al extremo en su estrategia de defensa, la aparente necesidad política de la derecha de nuestro país de hacer del que se supone gobierno de todos, su cortijo particular.

Nada sabe el Partido Popular de los más de 100.000 desahuciados, los emigrados, los parados de larga duración, los más de 64.000 alumnos estudiando en barracones o la realidad de los trabajadores pobres en nuestro país

Entre lecturas inoportunas, comentarios machistas, aplausos de graderío y una total indiferencia por el discurso de Irene Montero o Pablo Iglesias, la bancada popular ha decidido simplemente ignorar una moción de censura que sabe fracasada de antemano, gracias a la falta de entendimiento entre los partidos que podrían configurar una alternativa a su gobierno. Nada parece importarle al PP la realidad social tras esta iniciativa, la de un país hastiado por la corrupción, golpeado por los recortes y quizás temeroso ante la precariedad laboral y la rapidez con la que iniciativas como la ley mordaza, han recortado sus libertades hasta hacer de la protesta social un delito. Un país cansado de las dos españas, divididas entre vencedores y vencidos, en la que el trabajador siempre termina perdiendo.

Sin duda desconocen en Genova 13, la realidad del trabajo precario, el miedo al despido, las hipotecas que pesan cada mes como una losa o el inhumano esfuerzo que puede suponer para una familia obrera el copago, por pequeño que sea, en servicios que antes se suponían públicos y gratuitos. Lo desconocen en Genova, como lo desconocen en el distrito de Salamanca, en la Moraleja o en el Viso. Los recortes de más de 10.000 millones de euros menos en la sanidad pública española, las listas de espera, la perdida de profesionales y camas o el negocio detrás de la salud de las personas no son asuntos que alteren la tranquilidad de los habitantes de esa «otra España» Después de todo, siempre pueden acudir a la sanidad privada, una sanidad sin listas de espera o molestos compañeros de habitación que nadie desea. Una sanidad que gracias a las reglas del juego, terminamos de una u otra manera pagando todos, pero que realmente solo unos pocos disfrutan. Una muestra extrema más del parasitismo de una minoría privilegiada sobre el conjunto de la sociedad española.  Una minoría que se cree con el derecho de vivir y gestionar lo público según sus propios intereses, para a continuación, una vez desmantelado un servicio que nos pertenece a todos, hacer uso de los servicios privados sin señal alguna de remordimiento. La realidad de las puertas giratorias, la de los pelotazos urbanísticos, la financiación ilegal o los favores de partido entre conocidos, suponen una concepción más propia del hampa que de la vida política, pero en España sobrevive sustentada por quienes en nuestro país, heredan el poder político y empresarial generación tras generación, en una simbiosis perfecta con las costumbres de la monarquía parlamentaria.

Nada sabe el Partido Popular de los más de 100.000 desahuciados, los emigrados, los parados de larga duración, los cerca de 64.000 alumnos estudiando en barracones o la realidad de los trabajadores pobres en nuestro país. Ellos, nunca han sufrido la angustia de no poder acceder a la energía o la cruenta necesidad de pedir ayuda para comer. Esa nunca ha sido su realidad. Su presente y su futuro se asemeja más a la especulación, la búsqueda aplicada de resultados en los datos macro, aunque la vida no cuadre, y más directamente el puro y desmedido lucro personal, las corruptelas, las inversiones sin riesgo gracias apoyadas en las leyes y en la banca… Dos realidades muy diferentes enfrentadas y de las que deberíamos ser plenamente conscientes antes de emitir cualquier tipo de voto. Llámenle como quieran, arriba y abajo, izquierda y derecha, vencedores y vencidos, ellos y nosotros…, pero sean conscientes de que en el parlamento, al igual que en nuestro país, todavía hoy existen dos españas claramente diferenciadas.

Un Partido Popular que una vez más, ha llevado al extremo en su estrategia de defensa, la aparente necesidad política de la derecha de nuestro país de hacer del que se supone gobierno de todos, su cortijo particular.

Decía Rajoy a Iglesias que «Esta moción sirve únicamente para marcar terreno al PSOE o para crear más indignados. Sirve para todo menos para lo que tiene que valer una moción de censura» olvidaba el presidente del gobierno, que ante todo, una moción de censura debe servir para corregir el rumbo de un país a la deriva, un objetivo que hoy vuelve a quedar claro no será posible, mientras una España, para la que parece gobernar el Partido Popular, continue negando la realidad en la que por causa de sus políticas, vive inmersa gran parte de la para ellos, esa gran desconocida otra España.

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