Opinión | No, señor juez, no son tan sólo unas cañas

Por Luis Aneiros

No es éste un país de exigencias extremas. Más bien al contrario, nos conformamos con lo poco que nos quieren dar quienes tienen que dárnoslo, y además solemos ser bastante agradecidos con aquellos que nos recuerdan lo sacrificado que les resulta estar a nuestro servicio. La clase-casta política y sus interesados satélites no dudan en darse golpes de pecho mientras presumen de los logros que nos brindan, sólo por su vocación de servicio y su interés en el bien común. Y nosotros, pobres españolitos deseosos de su magnanimidad, sabemos agradecérselo con actos de escandalosa fe y con nuestros miedosos votos, siempre que ellos tienen a bien convocarnos a las urnas.

Pero entonces, el presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia se ve envuelto en una trama corrupta. Y el gobierno quita al fiscal que pretende acusarlo. Y pocos días después, el juez que lleva el caso es fotografiado junto a dos miembros de la cúpula murciana del partido al que pertenece el susodicho alcalde supuestamente corrupto. Y todo nos parece normal, precisamente por ese pobre nivel de exigencia del que antes hablaba. Lo que en otros países europeos tendría sin duda consecuencias inmediatas, en España se convertirá, en sólo unos pocos días, en un encuentro casual de tres personas en un bar.

Él se sienta con amigos de un acusado, lo mismo que nuestros gobernantes se sientan con los que se benefician de nuestra mala salud, nuestra mala educación o nuestra precariedad laboral. Porque así es como siempre ha sido y así es como ellos creen que debe de ser.

El problema no es el juez. Ni el presidente de la Comunidad de Murcia. Ni los políticos que lo acompañan tomándose unas cañas. El problema somos nosotros. Nos creemos lo que nos cuentan. Y nos creemos que trabajan para nosotros y por nosotros. Y nos creemos que somos su principal preocupación. Pero…

… cuando un partido político encuentra miembros corruptos en sus filas, no pone todo su empeño en limpiar su casa, sino en destruir todas las pruebas que puedan demostrar esa corrupción. Y si ese partido está en el gobierno, no dudará ni un segundo en presionar a quién haga falta, en quitar y poner fiscales, en echar mano de los jueces convenientes y en mantener un sistema defectuoso que permite que los jueces sean elegidos desde los despachos de los políticos.

… cuando nos dicen que tenemos un gran sistema sanitario público, mientras dilapidan presupuestos en beneficiar a hospitales y clínicas privados, no están pensando en nuestra salud, sino en el beneficio económico que nuestras enfermedades pueden suponer para sus propias economías o las de sus compañeros de pádel. No les importa que nosotros podamos morirnos, lo que quieren es que lo hagamos donde ellos ganen dinero por ello.

… cuando reducen las partidas destinadas a la enseñanza pública y aumentan las que terminan en colegios privados, algunos de los cuales discriminan por razón de sexo o de religión, no les importa la educación de nuestros hijos ni su nivel cultural, sino seguir manteniendo el privilegio que supone poder estudiar cuando tienes dinero, con el que puedes pagar las mejores instalaciones en las mejores escuelas. Y la indecente subida de las matrículas universitarias, junto a los recortes en becas, es tan sólo allanar el camino para que sus hijos no se tengan que encontrar con los nuestros en el difícil camino del éxito profesional. Nuestros hijos no podrán demostrar su gran valía, pero los suyos podrán lucir los títulos que esconderán su mediocridad.

… cuando muestran los grandes números con los que pretenden demostrar la caída del desempleo y el aumento de los puestos de trabajo, todo ello gracias a contratos precarios que suponen el chantaje de “o la miseria o el hambre”, no se sienten orgullosos por haber ayudado a los millones de personas que cada día no saben que dar de comer a sus familias, sino por haber logrado que aquellos a los que les deben tantos favores ven aumentados sus beneficios gracias a la esclavitud normalizada y a la mendicidad laboral que hace que, por primera vez, tener trabajo no sea garantía de salir de las listas de la pobreza.

… cuando presumen de la atención a los más desfavorecidos, como nuestros abuelos o nuestros dependientes y sus familias, lo que hacen es ocultar los millones de euros que han sacado de esas partidas para rescatar bancos y autopistas.

Cuando un juez se sienta a tomar unas cañas con los compañeros de partido de la persona a la que debe de investigar, lo que está haciendo en realidad es traer a nuestras retinas las imágenes en blanco y negro del NODO. Nos traslada a la España de hace sesenta años, la de los poderes fácticos gobernando el pueblo a golpe de amiguismo. Y nos recuerda que, en el fondo, nada ha cambiado. Él se sienta con amigos de un acusado, lo mismo que nuestros gobernantes se sientan con los que se benefician de nuestra mala salud, nuestra mala educación o nuestra precariedad laboral. Porque así es como siempre ha sido y así es como ellos creen que debe de ser.

Y no olvidemos darles las gracias, porque… podría ser peor si ellos no se encargaran de frenar a la izquierda populista.

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