Opinión | Me sorprende que se sorprendan

Por Víctor Chamizo, ilustración de Bezerradas Nocturnas

Me sorprende que haya quien se sorprenda de los memes y bromas acerca del suicidio de Blesa. Todos los familiares de aquellos que se suicidaron porque Bankia, otrora Caja Madrid, había fundido los ahorros de toda una vida, depositados en un producto de ingeniería financiera, mediante engaños y subterfugios, deben sentirse, en cierto modo, aliviados, como si la vida, el Universo, el destino, o qué sé yo qué, hubiesen hecho justicia.
Todos estos que expelen bilis por la boca y por la pluma, quejándose y vilipendiando a los que se congratulan de la muerte de Blesa, son aquellos que no tendrían ningún reparo en celebrar a bombo y platillo la muerte de Maduro, y que ya probablemente hicieron cuando lo hizo Chavez o Castro, seguramente en la intimidad. Por tanto no estaría de más que dejasen a un lado su hipocresía. Nos conocemos todos lo suficientemente bien, como para que vengan a darnos charlas y lecciones de moralina.

Y el engaño no sólo se ha llevado a cabo contra los clientes…, sino contra todos los españoles, que hemos sido testigos de cómo el gobierno entregaba 60.000 millones de euros para sacar a flote a una entidad financiera que había sido saqueada

Blesa, Rato, Santín, Amat, y todos los demás que se lucraron de las tarjetas black para vivir una vida de lujo y boato, mientras los jubilados depositaban, no sólo sus ahorros, sino también su confianza, deben pagar la gran fechoría que han cometido, y Blesa la ha pagado con su vida, se haya suicidado o no. Y el engaño no sólo se ha llevado a cabo contra los clientes, torticeramente asesorados por los empleados de la entidad financiera, sino contra todos los españoles, que hemos sido testigos de cómo el gobierno entregaba 60.000 millones de euros para sacar a flote a una entidad financiera que había sido saqueada. Una cantidad de dinero que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy Brey, por si alguien no lo conoce todavía, había prometido que se devolvería hasta el último euro: una más de las miles de mentiras que nos regala cotidianamente y que, al parecer, miles de insensatos deben de creerse, ya que acuden como corderitos a votarle cada vez que se convocan nuevos comicios.

Yo soy de los que cree posible el suicidio, sin más. Porque para muchos, exactamente igual que aquellos que lo hicieron porque los desahuciaron o los que lo hicieron porque se vieron en la ruina gracias a las maniobras del señor Blesa y sus acólitos, quieren vivir, no sobrevivir. Porque, cuando se ha vivido, la supervivencia es una tortura, especialmente cuando ya la edad le dice a uno que no tiene demasiado recorrido, que el depósito está vacío y ya se ha encendido la luz de la reserva, o, peor, cuando ya se ha agotado la reserva.

Por todo esto, muchos entienden que un ente invisible, superior, desconocido, con un solo rostro y muchos nombres diferentes, ha hecho justicia.

1 Comment

  1. Dice el articulista que Blesa ha pagado con su vida.
    Da a entender que con su muerte se salda la deuda. No puedo concebir que se presente la muerte como una moneda de cambio. ¿Acaso espera el articulista que los estafados liberen su crédito con la muerte del estafador?. O sea, que es algo así como si yo le dijera a mi acreedor que no se preocupe,… que como no tengo dinero para honrar mi deuda, que me mataré y con eso que se considere bien pagado.
    Supongo que será un ejemplo de como el prejuicio sobre la muerte puede pervertir el lenguaje.

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