Opinión | Españoles, el periodismo ha muerto

Por Alba Puerto

El futuro de la prensa se encuentra en volver a casa, a las raíces. La cuestión no es: ¿papel o pantalla? El formato es lo de menos, veréis por qué.

La muerte de la prensa, igual que la anunciación del fin del mundo, se ha declarado en demasiadas ocasiones. 2012, 2015 y 2017 son algunas de las fechas pronosticadas por los sepultureros del periodismo. El punto de no-retorno en España se sitúa entre 2007 y 2008; cuando empezamos a escuchar palabras como hipoteca subprime, prima de riesgo, rescate bancario o burbuja económica. Conceptos, hasta el momento, ajenos a nuestra vida diaria. De repente, en las barras de bar se escuchaba hablar sobre capitalización bursátil, el fútbol había sido destronado como tema estrella. Una locura. La producción de nuestra prensa escrita se redujo desde entonces a la mitad. Así, unas 50 cabeceras han cerrado desde 2010, y más de 3000 periodistas que trabajaban en medios impresos se han quedado sin trabajo. Esto recuerda al libro A la puta calle, testimonio de Cristina Fallarás -a quien despidieron cuando estaba embarazada de ocho meses, siendo subdirectora del periódico ADN- donde relata su proceso de desahucio junto a sus dos hijos pequeños.

Es cierto que la prensa está pasando un feo bache, por algo las rotativas de Público o The Independent dejaron de producir. Y El País ha amenazado varias veces con hacer lo mismo. Además, un estudio publicado el verano pasado en Journalism Practice señala que los 51 principales periódicos de Estados Unidos no han aumentado el número de lectores online desde 2007. Este trabajo, firmado por Hsiang Iris Chyi y Ori Tenenboim de la Universidad de Texas, es bastante revelador. Las ediciones online no solo no suman lectores sino que llegan, aproximadamente, a un tercio de quienes son alcanzados por las ediciones de papel. Y, al mismo tiempo, la gente sigue abandonando la prensa impresa. Sin duda, los datos son alarmantes. ¿Dónde están los lectores? Chyi y Tenenboim nos señalan como culpables a los agregadores de noticias. El consumo de material rápido y corto, con titular fuerte y sensacionalista, ha migrado a Yahoo Noticias, Briefing, MSN o Google Noticias. Es decir, aunque estos artículos se publiquen en periódicos, son consultados a través de otras páginas.

Creo que una democracia solo es viable teniendo un electorado bien informado

Un símil que todos deberíamos tener en cuenta cuando se habla del negocio de la prensa es el que Hsiang Iris Chyi le comentó al periodista norteamericano Jack Shaffer: “Los periódicos tenían un negocio similar a un buen asador. Después llegó McDonald’s y empezó a vender hamburguesas baratas y el periódico pensó ‘vamos a competir contra eso’ y empezó a hacer hamburguesas, aunque no tenía ni idea de cómo hacerlo. En realidad, tenía que haberse centrado en mejorar el asador”. Por ello comenté que lo importante es repensar la forma de hacer periodismo, aunque esto vaya ligado al soporte, indudablemente. Por tanto, hay que dar un paso atrás para mirar todo con perspectiva: ¿qué no está funcionando? Vemos a El diario.es, que intenta alejarse del amarillismo, y su cifra de socios crece exponencialmente cada año. Gracias a tener clara su base de consumidores, siendo transparentes, “periodismo a pesar de todo”. Vemos a The Washington Post, que cerró 2015 con más lectores que su principal competidor, The New York Times, por primera vez en su historia. Gracias al aumento de su contenido de autor y llegando cada día a, aproximadamente, los 500 artículos de este tipo. Idea de Jef Bezos.

Pongo estos dos ejemplos para demostrar que hay periodistas que rechazan esta suspensión intencionada del sentido común. Estos no aceptan vivir acongojados por Internet, rankings, índices de audiencia, visualizaciones, share; y confían en que la inmensa mayoría de su público no es imbécil. Ellos desean poner en entredicho todo cuanto creíamos saber sobre esta profesión. No aceptan que el precio de la información lo dicte un emporio corrupto, aquello de adaptarse para no morir. Desean sentar las bases de una ética no prostituible, aunque esto supere la moral de una universidad de pago. Creo que una democracia solo es viable teniendo un electorado bien informado, y es que sigo sosteniendo aquél monólogo de la serie The Newsroom: “Cuando no hay información o, peor aún, mala información pueden tomarse decisiones equivocadas y abortarse cualquier intento de debate. Ahora la gente no escoge los informativos que quiere sino los hechos que quiere escuchar, y las cadenas se ven obligadas a no ejercer el periodismo para tener audiencia y sobrevivir, a ser camareros de un pueblo que cree saberlo todo.”

Tenemos el derecho a exigir más del periodismo, tenemos el deber de hacerlo mejor.

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