Opinión | Disculpen las molestias, ¡nos están asesinando!

Por Manuel Tirado

“Tengo rabia y, cuando estoy cansada, me obligo a reavivarla”. Así empezaba el último de sus artículos la famosa escritora feminista que firma sus escritos con el seudónimo de Barbijaputa. Y la verdad es que no ha podido definir mejor mi estado de ánimo con respecto a los últimos asesinatos de mujeres a causa de la violencia machista en este país.

Estoy cansado, me puede la rabia y el desanimo. Estoy harto de minutos de silencio en la puerta de los ayuntamientos. Estoy hastiado de las pancartas con números que cambian según la cifra de las víctimas. Me siento descorazonado escuchando más y más declaraciones institucionales, que visto lo visto, parece ser que valen de muy poco. Estoy lleno de ira, de rencor, pero a la vez el cansancio y el hastío se apoderan de mi ánimo. Y eso es lo peligroso y lo que a veces intuyo que está ocurriendo en nuestra sociedad con respecto a los casos de asesinatos machistas, que parece que se ha instalado en nuestro ánimo una especie de costumbre perniciosa ante esta lacra, una especie de normalización de la barbarie contra la que tenemos que luchar con uñas y dientes.

Esto es lo que tenemos que hacer, aunque a veces caigamos en el desánimo, salir a la calle y exigir a los que nos gobiernan que pongan soluciones reales a este problema.

Por eso, como decía la escritora, tenemos que obligarnos a superar el desánimo y reavivar la rabia, mucho más si cabe en los momentos en los que este sentimiento tan peligroso como es el hastío se apodera de nosotros. Recuperar la ira y la rabia es fundamental para que ni las 13 mujeres que han sido asesinadas en apenas 43 días de 2017, ni las que fueron asesinadas antes, caigan en el olvido o lo que es peor, que caiga sobre sus muertes un manto de silencio, ese maldito silencio cobarde que nos haría cómplices del terror.

Pero de silencio no entiende la asociación gallega Velaluz de mujeres y niños supervivientes de los malos tratos que inició el pasado 9 de enero una huelga de hambre en plena Puerta del Sol madrileña para concienciar a la población en general y a los partidos políticos sobre la necesidad de dar un decisivo paso adelante y hacer de este problema una cuestión de Estado. Para ello, esta asociación pide que el Gobierno impulse un “gabinete de crisis” para que sea cuestión de Estado la lucha contra la violencia machista.

Esto es lo que tenemos que hacer, aunque a veces caigamos en el desánimo, salir a la calle y exigir a los que nos gobiernan que pongan soluciones reales a este problema. Y las soluciones reales pasan por no recortar medios. Pero desgraciadamente el dinero que destina el Gobierno a luchar contra la violencia machista ha pasado en seis años de los 34,3 millones de 2010 a los 25,2 que presupuestó para 2016. Aunque este último año fijó un incremento del 6% respecto a 2015, la caída acumulada ha alcanzado el 26% menos de presupuesto.

Con estos datos aterradores, después tenemos que soportar ver a nuestros dirigentes, en un ejercicio de supina hipocresía, guardar minutos de silencio por las víctimas mientras se mete la tijera en estos temas. Tenemos que considerar la violencia machista una prioridad y elevarlo a cuestión de Estado, pero esto no debe quedarse en palabrería y brindis al sol, sino que  debe especificarse en medidas concretas. En resumen, más inversión y más educación. Esa es la clave.

Y la ciudadanía, mientras, en la calle, a gritar, aunque moleste. Así que… disculpen las molestias: ¡Nos están asesinando!…

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