México | México sin libertad

La mayoría de los medios de comunicación en México subsisten económicamente por la publicidad proveniente del Estado. El Estado de esta manera los tiene controlados. Pero además, la regla común es que no todos los medios de comunicación mexicanos están por la democracia y por un nacionalismo revolucionario. Ocurre que el espacio de la comunicación masiva está preponderantemente en manos del gran capital y respira los mismos aires que se respiran por allá, lejos, en el norte, en la tierra del capitalismo extenuante y extenuado, en las latitudes donde el color de la piel sustituye al valor moral y humano de las personas

 Y esta realidad está causando un grave deterioro en la unidad nacional y en la necesaria distinción de los fines y de los propósitos del país, como tal, en momentos que a todas luces la dictadura que mata a los mexicanos se alinea al cien por ciento con los intereses y propósitos imperialistas de Estados Unidos. La reacción en nuestro país no puede ser separada del imperialismo norteamericano. La reacción en México es el poder testaferro mediante el cual la potencia hegemónica sojuzga. El fascismo hace mucho que está enraizado en México. Ejército, Iglesia Católica y capital doméstico y foráneo lo asumen y expresan a diario en todos los órdenes de la vida nacional. La matanza de maestros, estudiantes, campesinos y luchadores sociales tiene envuelto al país en un mar de sangre, al tiempo que al pueblo llano se le niega el acceso a una educación de calidad, para de esa manera destinarlo de por vida al trabajo de servidumbre, reservando dirección y mando sólo a una pequeña casta de privilegiados, cada vez más extranjeros que mexicanos.
La violación cotidiana de los derechos humanos ya es conocida en el mundo entero. No sólo fueron los 43 normalistas de Ayotzinapa, han sido más de una decena de periodistas asesinados tan sólo en el estado de Veracruz, mientras que en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas (ahora le dicen Mataulipas), Sinaloa, Jalisco, Morelos, Chihuahua y muchísimas entidades más, el secuestro y desaparición forzada de personas cobra cada vez más víctimas y alcanza cifras espeluznantes. En estos hechos delictivos se exhibe la pudrición de las instituciones, no sólo por el involucramiento de soldados y policías en muchos casos, sino por la impunidad, la complicidad en la cobertura de los sicarios y la de por sí tradicional incompetencia de los órganos de impartición y administración de justicia.
México está bañado en sangre y el gobierno lo lava solo con mentiras. Pero es tan estúpido, tan enfermo, que cree que la comunidad internacional, los gobiernos extranjeros y la Comisión Internacional de Derechos Humanos pueden ser engañados con las mismas patrañas con que día a día miente al pueblo mexicano sobre la impunidad de los crímenes más execrables y la corrupción tan cínica y tan grande que hay desde la presidencia de la República hasta las más humildes oficinas de gobierno.
Junto al robo y las matanzas, como norma de vida cotidiana ocurre también la más grande injusticia social: crece el desempleo, crece el hambre, el desamparo, la emigración hacia Estados Unidos para perder la vida o sufrir humillaciones y bajos salarios o regresar a la patria que nada tiene qué ofrecer. Se cierran los caminos a la vida con calidad mínima, no hay vías para la superación, y la angustia económica derrumba estructuras humanas y acrecienta la disolución familiar. ¡Es el neoliberalismo bestial en su máxima capacidad exponencial!
 Las protestas sociales son acalladas con la represión a manos de hordas de policías salvajes o la selectiva eliminación de seres humanos. Ya no sólo la prensa está mayoritariamente controlada por el Estado, sino en las redes sociales ha comenzado el proceso de cooptación. Cada hora que pasa, México se acerca a las realidades chilena con Pinochet, cubana con Batista, dominicana con Leónidas Trujillo, haitiana con Duvalier, guatemalteca con Castillo Armas, argentina con Videla, nicaragüense con Somoza, paraguaya con Stroessner, española con Franco, portuguesa con Salazar, alemana con Hitler, italiana con Mussolini, etcétera.

Tiempos muy difíciles se avizoran para los mexicanos.

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