Machismo en España

Por Roberto Santos @nenedenadie | Ilustración de ElKoko @Elkokoparrilla

Igual nunca te has parado a preguntarte a ti mismo o a ti misma, ¿soy machista?, ¿Tengo actitudes machistas aunque no me considere machista? Quizás nunca te has parado a pensarlo, con el machismo, como con tantas otras cosas, sucede que parece algo que solo le ocurre al de enfrente, pero no a nosotros. El problema, es que si atendemos a los datos, a las estadísticas que arroja nuestro país, igual antes de contestar rápidamente que no somos machistas, ni tenemos actitudes machistas, deberíamos de pensárnoslo un poquito más.

Lo primero de todo, ¿qué es machismo? Según la R.A.E. es «la actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres». Pero no es solo eso, eso sería simplificarlo demasiado y la realidad no es simple en absoluto.

El machismo es un tipo de violencia que discrimina a la mujer por el simple hecho se ser mujer. A lo largo de la historia, el machismo se ha ejercido contra la mujer en todos los ámbitos, no olvidemos que durante muchos años se le negó a la mujer el derecho al voto, se le educó para ser sumisa ante el hombre, convirtiendo esa sumisión en un valor positivo. Incluso hay quienes todavía hoy sostienen que la plenitud de una mujer es casarse y tener hijos, como si esa fuese la mayor meta que puede alcanzar, cosa que por desgracia durante muchos siglos ha sido así.

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Hoy las cosas han cambiado, pero no lo suficiente, ni siquiera hemos llegado al punto de poder hablar del machismo como un hecho aislado, algo que ocurre de vez en cuando. Es más, aún no lo hemos condenado como sociedad, aunque lo hagamos a veces con la boca pequeña, la realidad es que seguimos viviendo en un mundo machista.

Muchos dirán, ya está, el típico feminista metiendo el rollo de siempre, probablemente si has pensado eso, es porque eres machista y seguramente también porque desconoces las cifras, los datos que nos dicen que tenemos un problema. Y no precisamente uno pequeño sino uno bastante grande y sin duda muy preocupante.

En España, solamente desde el año 2003 hasta el año 2015, han muerto 826 mujeres por violencia de género, según los datos oficiales del Instituto de la Mujer y de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

Todos los días vemos algún caso en las noticias, recientemente hemos podido ver el caso de Estefany María González Escarramán, de 26 años, asesinada por su pareja de 41 en Olivares, Sevilla. Estefany había denunciado un mes antes de su muerte y decidió irse de su casa, tras sufrir lesiones por las que requirió asistencia hospitalaria. Contó a los servicios sociales que su maltratador «sabía pegar sin dejar marcas» y que cuando se produjo la agresión en septiembre él mismo se autolesionó para argumentar ante el juzgado que las agresiones habían sido mutuas. Por desgracia, Estefany hoy es una más en esa larga lista de mujeres asesinadas en nuestro país, murió de una puñalada con un cuchillo de cocina de 30 centímetros, ante la horrorizada mirada de sus hijos de 3 y 5 años, en la puerta de la casa donde ella trabaja cuidando a un enfermo.

El número de víctimas de violencia de género registradas ha aumentado por primera vez en cinco años, es decir, en vez de evolucionar en positivo, involucionamos. Se eleva a 35.112 personas registradas con medidas judiciales por maltrato. El INE revela además que casi la mitad de las víctimas (48,3%) tenían entre 25 y 39 años, por lo que la media es de 36,5, en línea con los resultados de 2014.Pero ojo, se han producido aumentos en dos tramos de edad: víctimas de entre 50 y 54 años, que han aumentado un 17,6% y ojo a esto, menores de 18 años que han aumentado un 10,6%.

Un total de 27.624 mujeres fueron inscritas el año pasado en el Registro oficial como víctimas de violencia de género con orden de protección o medidas cautelares en su favor, lo que supone un incremento del 2% respecto de 2014 y el primer aumento que se produce en España desde el año 2011. Una de las mayores subidas tuvo lugar entre las menores de edad: se cuentan 637, un 10% más que en 2014. Y estas cifras cuentan solo a las que denuncian, pero, ¿cuántas habrá que no lo denuncien por miedo a que todo empeore, por miedo a perder a sus hijos o incluso su propia vida?

Pero no nos confundamos, esto es machismo, pero no es todo el machismo, hay más formas de machismo y muchas más cifras que debemos tener en cuenta.

Este verano nos conmocionaba la noticia de una violación en Pamplona a una chica de 18 años por parte de, presuntamente, 5 animales que además lo grabaron y le robaron el móvil, después descubrimos que 4 de ellos aparecían en otro video, presuntamente también, abusando de otra chica a la que habrían drogado con burundanga, droga que anula la voluntad, y varias conversaciones de WhatsApp donde participaban una veintena de hombres, que se reían de las hazañas de estos elementos y las jaleaban. Al margen de lo repugnante de todo esto, que lo es, lo triste es que las cifras oficiales nos cuentan que lejos de lo que podamos pensar, las violaciones son algo que esta a la orden del día en nuestro país.

Desde 2009, se han registrado en España más de 8.200 agresiones sexuales con penetración, es decir 3 al día, una cada 8 horas.

Estas cifras son absolutamente demenciales, estamos hablando de más de 1.000 agresiones sexuales con penetración al año, cifra que nos deja claro que estamos muy lejos de la igualdad y que claramente vivimos en un país machista. Ojo, porque en España las violaciones no se consideran violencia de género en la Ley Integral, pese a que según Naciones Unidas es otra manifestación del mismo machismo, lo que evita que las víctimas tengan los mismos recursos de denuncia y recuperación, y sobre todo, la misma visibilidad en términos de campañas, educación y sensibilización.

Pero las cifras no se acaban aquí, según el estudio efectuado por la Secretaría Confederal de la Mujer de CC.OO., un 18,3% de las mujeres trabajadoras españolas ha sufrido alguna vez una situación de acoso sexual.

El mismo estudio nos habla también del denominado acoso ambiental, que afecta al 50,4% de las trabajadoras que padecen de forma reiterada chistes de contenido sexual, comentarios sobre el cuerpo o la vestimenta, y otras conductas que amparándose bajo un supuesto compañerismo, son vejatorias para las mujeres. Este tipo de acoso aunque se considere inicialmente como leve, contribuye a crear un ambiente hostil que puede desencadenar situaciones de acoso grave.

Hablemos ahora de las diferencias de retribución entre hombres y mujeres, que se sitúa en una media de un 16% más a favor de los hombres, en trabajos con iguales calificaciones o mejores que los hombres.

Las responsabilidades familiares no se comparten por igual. Son más las mujeres que interrumpen su vida profesional y luego no vuelven a trabajar a tiempo completo. Como resultado, ganan por hora un promedio del 16% menos que los hombres y, por año, incluso un 31% menos, dado que es más alta la proporción de mujeres que trabajan a tiempo parcial.

¿Y que pasa con las pensiones por un mismo trabajo? Pues ¡oh sorpresa!, lo mismo. Si se suma el salario más bajo por hora al hecho de que las mujeres trabajan menos horas que los hombres a lo largo de la vida activa, resulta que las pensiones que cobran las mujeres son más bajas. Eso revierte en que hay más mujeres que hombres que caen en la pobreza a edades avanzadas.

Pero vamos con datos más del día a día, de cosas más cotidianas:

-En una pareja en la que ambos trabajan, mientras que el hombre dedica una media de 2 horas a las tareas domésticas, la mujer 4:15 h.

-En una pareja donde ninguno trabaja, el hombre dedica una media de 3:15 h a las tareas domésticas, mientras que la mujer exactamente el doble, 6:30 h.

-En una pareja donde él trabaja y ella no, el hombre dedica solamente 1:30 a las tareas domésticas, mientras que ella dedica 5 horas más, 6:30 h.

-Pero ojo, en una pareja donde ella trabaja y él no, ambos dedican la misma cantidad de tiempo a las tareas domésticas, 4 h.

Y esto nos lleva al machismo que no podemos cuantificar, pero que todas las mujeres viven día a día, el del típico comentario de «mujer tenías que ser» en el coche, el piropo completamente sexista paseando por la calle porque un individuo se cree con derecho para soltarle lo que el considera «unas buenas palabras» a una mujer a la que no conoce de nada y que desde luego no se siente homenajeada por ese individuo, sino absolutamente violentada y en muchas ocasiones vejada.

También diariamente vemos vallas publicitarias, anuncios en televisión o portadas de revista que son absolutamente sexistas. Si miramos a las principales empresas del país, la mayoría están dirigidas por hombres. Y así podríamos estar horas, enumerando todas y cada una de las situaciones que aún hoy nos convierten en un país machista.

Muchos expertos coinciden en señalar que sigue habiendo numerosos casos de machismo en nuestra sociedad. Muchos de ellos destacan los progresos logrados hasta ahora y lo avanzada que es nuestra legislación en la materia, aunque todavía es muy mejorable. No obstante, recalcan la necesidad de prevenir estas conductas, principalmente por medio de la educación y la cultura. Parece que uno de nuestros mayores problemas radica en que todavía no somos conscientes de lo que es machismo y lo que no, y esta idea de confusión es la que estamos transmitiendo a nuestros hijos.

Por otro lado es importante señalar la evidente relación entre machismo y homofobia, que van absolutamente ligadas la una a la otra. Y sobre homofobia también podríamos hablar largo y tendido, pero eso sí, con muchos menos datos oficiales.

Es tiempo de que entendamos que la forma en la que eduquemos a nuestros hijos acabará definiéndonos como sociedad, es hora de que nosotros mismos nos reeduquemos también, que nunca viene mal, y revisemos nuestras propias conductas, siendo capaces de detectar nuestras actitudes machistas, muchas de ellas culturales, muchas de ellas impuestas por la sociedad y tan asimiladas que ni siquiera somos conscientes de ello. Y ojo, que el machismo no es solo cosa de hombres ni la homofobia exclusiva de heterosexuales, aunque parezca una contradicción es así y eso demuestra la importancia de educar en la igualdad, no en la tolerancia, que también, sino en la igualdad.

Y tras leer todos estos datos, ¿tú que piensas? ¿Eres machista?

 

3 Comments

  1. Lo politizáis todo, y eso en vez de favorecer al feminismo, le perjudica por ser falso.
    La pionera del feminismo en España fue Concepción Arenal, y posteriormente Emilia Pardo Bazán. Ambas defendieron los derechos de las mujeres y el feminismo.
    Clara Campo Amor, luchó por el derecho al voto de las mujeres. Lo hizo en contra de su propio partido, denominado progresista. Y, para más inri, las otras dos mujeres diputadas, Margarita Nelken y Victoria Kent, votaron en contra del sufragio femenino.
    En 1933, las mujeres votaron por primera vez en España y Clara Campoamor no salió elegida diputada.
    Clara Campoamor fue repudiada por su propio partido, abandonada y olvidad en el exilio, hasta hace muy poco que se ha vuelto a utilizar su nombre por réditos electorales.
    Desde la desaparición del franquismo, en España se simultanearon los gobiernos progresistas y conservadores y ninguno de ellos ha solucionado la discriminación entre hombres y mujeres, por lo tanto culpemos tanto a unos como a otros.
    El machismo y la violencia de género, aunque ambas tendencias son denigrantes y rechazables, son totalmente diferentes. El machismo menoscaba a la mujer, y la violencia de género la mata.
    Yo soy apolítico, pero me gustan las verdades y debemos politizar menos y obrar más.

  2. Muchas gracias Roberto. Estoy totalmente de acuerdo. Llevo 5 años sin pareja por esta razón, gran porcentaje de hombres machistas . Ya no permito ni una más de este tipo de machismo o acoso. Gracias por tu artículo

  3. Y según el Foro Mundial, de no se qué, hasta el 2mil no se cuántos no se conseguirá la IGUALDAD.
    Yo ya puse mi granito educando a mi hija desaprendiendo del patriarcado, enseñándole a valorar el respeto, la igualdad y la libertad d ser.
    Una pena q los machistas no sepan vislumbrar lo q pueden ganar con la igualdad por miedo.

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