Solo una es demasiado

Por Pablo Montes

En lo que va de año, ya llevamos un elevadísimo número de víctimas por violencia de género en España. Estamos viviendo un verano muy negro, repleto de crímenes y no dejo de preguntarme qué es lo que está pasando. Realmente me lo pregunto hace tiempo, porque año tras año, mes tras mes, llegan noticias de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas y, por supuesto, sabemos también que hay muchas mujeres que están siendo maltratadas. Pero ante tanto aluvión de crímenes me lo pregunto aún más. Y sobre todo me pregunto cuál es la solución.

No soy experto en estos temas, simplemente soy un ciudadano más que ve con impotencia todos estos sucesos y cuestiona un montón de cosas. Desde luego, las medidas judiciales que se están tomando hasta ahora se ha demostrado que no sirven. Imponer una orden de alejamiento a un maltratador, ¿De verdad sirve para librar a la mujer de su ataque? Saltársela es un momento y acabar con su vida, igual. Y si no pueden hacerlo con ella, lo hacen acabando con la de los hijos. Nuestros gobernantes no están poniendo suficientes medios en este tema ni suficiente atención. Falta más ayuda, más medidas.

En 2014, creció el número de casos de violencia de género en menores de 18 años y en mujeres de edad comprendida entre los 70 y los 74 años. Además, una de cada tres jóvenes considera normal que su pareja les controle el móvil o les impida quedar con sus amistades. Que haya gente joven que vaya por el mismo camino, me parece que es tan preocupante como para que todas las alarmas salten, más de lo que me parece que lo han hecho. La base para que esta lacra desaparezca algún día es la educación, cimiento de tantas cosas. Educar a los niños y adolescentes, desde y por la igualdad, inculcando que nadie es más ni menos que nadie. Educar tanto en el colegio como en casa, que a veces da la sensación de que la educación corre a cargo sólo de los profesores. Inculcar la libertad, que entiendan que ambos sexos tienen el mismo derecho de hacer lo que les apetezca; que si una chica se pone una minifalda y un escote no es ninguna ‘fulana’, que lo hace desde su libertad; que si una chica mantiene relaciones con quien quiera no es una ‘fresca’, lo hace desde su libertad de decisión, igual que un chico, y que esa libertad a nadie le otorga el derecho a descalificarla.

En el caso de los hombres adultos, imagino que la solución pasa por ese endurecimiento de las medidas contra los maltratadores y una actuación más contundente ante el mínimo indicio de maltrato. Erradicar el machismo sería lo ideal, pero está tan enquistado en muchos hombres, especialmente de determinadas generaciones, que me temo que sería tarea imposible. Sí, al menos, me parece fundamental luchar contra las actitudes y comentarios machistas que se ven y escuchan cada día en la vida cotidiana, el llamado ‘micromachismo’ (término que no termina de convencerme, prefiero llamarlo ‘machismo cotidiano’. Cualquier muestra de machismo, por pequeña que sea, nunca puede ser ‘micro’): situaciones en el trabajo, en casa…Me llaman mucho la atención ciertas ofertas de trabajo para, por ejemplo, limpieza en las que se especifica que se busca ‘limpiadora’ o ‘preferiblemente mujeres’, como si limpiar o cocinar, fuese propio solamente del sexo femenino. Granito a granito se han ido consiguiendo cosas, aunque aún insuficientes.

Este texto está escrito desde la duda, desde esa pregunta que planteaba al principio y que me hago continuamente: ¿Qué solución puede haber? Tengo pocas certezas, aunque hay una muy clara: esto tiene que acabarse y se deben tomar medidas con la mayor urgencia. Confío en que llegará el día en que hablemos de ‘personas’ y no de ‘hombres’ o ‘mujeres’. Que las empresas contraten a personas profesionales, capaces de realizar con efectividad el trabajo independientemente de su género. El término ‘persona’ nos iguala, no hace diferencia de sexos, nos homogeneiza. Nos hace tan válidas o tan inválidas como cada persona sea, dejando a un lado el sexo de cada uno. Mal ejemplo es el de los colegios que aún separan a los niños y a las niñas. No a la segregación. Todos educándonos juntos, por igual. Que ningún niño se sienta superior a ninguna niña, porque entonces nunca conseguiremos eliminar el machismo.

Eduquemos personas, tratemos a la gente como personas.

 

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