Internacional | La reconstrucción de México

Por Miguel Angel González Laguna

Llevamos ya más de 12 años metidos en una espiral de violencia que no ha disminuido y que no parece tener marcha atrás al menos por los próximos años, en este periodo en las ciudades cada día crecía el descontento social y el miedo a las autoridades que han estado involucrados en casos de corrupción, desapariciones forzadas, torturas y violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

Este panorama parecía desalentador y que no tenía marcha atrás hasta el 19 de septiembre (19 S), ya en mi anterior artículo (1) me refería a la urgencia de crear patria bajo un nuevo consenso social que lograra limpiar y sanar todas las heridas de nuestra sociedad que se reflejan en falta de confianza, corrupción, violencia, desigualdad y marginación principalmente. Los mexicanos luchaban diariamente contra todas estas adversidades prácticamente solos, es común ver el miedo reflejado en la cara de los que van en coches poniendo caras duras detrás del vidrio para que los delincuentes se la piensen dos veces, los que van en transporte público con una mano en los bolsillos por miedo al de a lado, esquivar las miradas de los policías no vaya a ser que te inventen algo, el miedo de las mujeres de no poder caminar solas a la calle, la desconfianza al contratista, la desconfianza al gasolinero que no da litros de a litros, la desconfianza al gobernador, la desconfianza al presidente, la desconfianza en tu vecino, pero el 19 S lo vino a cambiar todo.

En cuestión de minutos pasamos del estupor, duda y miedo, a la valentía y solidaridad

El 19 de septiembre de este año en la CDMX sufrimos un terremoto de 7.1 grados que ha dejado hasta el momento por lo menos 220 muertos y decenas de edificios caídos solamente en la capital, ha venido a destapar la cara más nefasta de una clase política y a descubrir la cara solidaria de un pueblo que ha sabido resistir, algo que sólo conocíamos a través de las anécdotas de nuestros padres que lo habían vivido después del devastador terremoto de 1985.

Después de los duros minutos en los que todo mundo saturó las líneas telefónicas para saber que todos sus conocidos estuvieran bien, comenzó lo que nos habían contado nuestros padres, miles de personas comenzaron a compartir en redes sociales información de los lugares donde habían caído edificios y se encontraban personas vivas y en cuestión de minutos pasamos del estupor, duda y miedo, a la valentía y solidaridad. Parecía ser que todos nuestros miedos y nuestros complejos hubieran desaparecido de un momento a otro, parecía ser que esa frase ya trillada de que el mexicano es… ya no la creíamos y se convertía en el mexicano va a ser… en cuestión de minutos todo mundo salió a ayudar a su vecino, donaciones por aquí por allá, inmuebles improvisados para hacer centros de acopio o albergues y donde no había espacio se tomaban las calles, la gente se organizó rápido en brigadas para llevar víveres a las zonas afectadas, mientras gente valiente arriesgaba su vida para sacar de los escombros a otro ser humano, toda la ciudad entendió que había algo superior por la que todos trabajábamos y eso era la vida, la vida de la gente necesitada y que sufría, las autoridades estaban superadas, no tenían idea de cómo actuar, pero no hubo problemas ni críticas ahí estaba alguien para echar una mano desinteresada, gente dirigiendo el tráfico y coches que obedecían, madres regalando cafés y sándwiches a los que iban a recoger escombros como si enviaran un hijo a la guerra, era una gran fiesta de solidaridad por todos lados que tuvo que detenerse porque la fuerza de la solidaridad fue mayor que el desastre.

Sin embargo, una vez pasada la tragedia y la emoción que nos hizo salir a todos a echar una mano, llega el momento de hacernos algunas preguntas como ¿Por qué estos edificios se cayeron y no otros? Las respuestas son variadas pero todas tienen su origen en la corrupción, el nepotismo, el capitalismo de amiguetes y la ineficiencia de gobernantes que están en sus  puestos con la única intención de hacer negocios. Ahora que hemos descubierto que el mexicano no es como pensábamos, ahora que el momento histórico, el tablero y las reglas del juego parecen haber cambiado de bando, ahora que es momento de saber quiénes somos es nuestro deber salir a buscar a los responsables de todas estas víctimas que pudieron ser evitadas con la misma emoción con la que trabajamos para rescatar víctimas de entre los escombros, con esa misma emoción debemos buscar a los culpables de esta tragedia y llevarlos ante la justicia.

El momento histórico es nuestro y tendrá comenzar la reconstrucción, que siempre tiene como objetivo no cometer los errores que causaron esta tragedia y aprender de lo que hemos vivido, con esa mirada cómplice de los que vamos en el transporte público y descubrir que también estaba en los acopios o recogiendo escombro, con esa mirada que nos hace ya no tener miedo, porque sabes que cuando estés debajo de escombros habrá miles de mexicanos que no dudarán y no descansaran hasta salvarte, con esa mirada que hace que te cures de espanto, con esa mirada saldremos a buscar justicia por los feminicidios, por los desaparecidos y asesinados por una guerra que no pedimos, para que todos los corruptos estén en la cárcel, con esa mirada reconstruiremos un nuevo país que no deje nadie atrás y ponga al ser humano, la dignidad y la coherencia como hoja de ruta para la reconstrucción de la CDMX y convertir a la capital como ejemplo para la reconstrucción del país con esa mirada siempre limpia, el casco, el cubrebocas, el chaleco, los guantes y las botas recuperaremos el país del que nos contaron.

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