Internacional | Cinismo Yanqui

Por Jose de Villa

Cuando el «desmemoriado» y cínico Bill O’Reilly calificó de asesino a Putin y afirmó no tener conocimiento de que los líderes de los distintos gobiernos estadounidenses a su vez lo hubieran sido alguna vez, aunque admitió que pudieron haber cometido «errores», el presidente Donald Trump lo atajó e hizo tres afirmaciones contundentes, curiosamente fueron enterradas y menospreciadas por la prensa que se ha cebado una y otra vez sobre la invasión a México o el ISIS o Rusia u Obama.

La primera fue «¿crees que nuestro país es tan inocente?»; la segunda, «observa lo que nosotros hemos hecho también, cantidad de gente fue asesinada»; y la tercera: «hay cantidad de asesinos alrededor». El entrevistador de Fox News se quedó en un palmo de narices. Es la primera vez, salvó prueba en contrario, que un presidente gringo ha aceptado públicamente que el imperio no es tan inocente, que ha asesinado a mucha gente y cuenta con muchos asesinos para ello.

Si es relevante el mea culpa histórico que el empresario que despacha en la oficina oval le endilgó con justicia a esa nación pirata y genocida, lo es mucho más la cínica creencia del periodista que interpretó fielmente el sentimiento mayoritario del pueblo estadounidense: «somos el mejor país del mundo, campeones de la libertad y la democracia, somos buenos, no matamos, no robamos, no dañamos, los malos son el resto de la humanidad, las otras naciones, los negros, los amarillos, los café». ¡Ese es el pueblo yanqui, cínico siempre, mentiroso siempre!

Es suficiente escuchar una línea del himno de los marines, para conocer en resumen cómo tienen las manos bañadas de sangre: «..de los salones de Moctezuma a las costas de Trípoli…» Es decir, por todo el globo terráqueo han robado, han matado, han humillado, sea en Vietnam, sea en México, sea en el Caribe, sea en Japón, en Iraq, donde quiera Estados Unidos ha mostrado su maldad y su hipocresía. Es una nación enferma que por la mañana lee la biblia y luego mata por la tarde. Pero está convencida de su bondad, de su buen ejemplo para el mundo entero.

Y desde luego, está convencida también de que debe ser el policía del mundo, el represor que vela por la libertad y la democracia, así tenga que derrocar gobiernos legítimamente constituidos y asesinar a sus gobernantes, como el infame magnicidio de Salvador Allende. Estados Unidos es una farsa mental, no tiene democracia, cuenta con un sistema electoral del siglo XVIII y es decididamente racista en pleno siglo XXI. Finca en su poderío militar y en su inigualada capacidad de intrigar toda su fuerza y todo su poder. Así lo demostró con el aniquilamiento de las distintas naciones indias, luego con México y después con el resto del mundo.

El cinismo y la hipocresía son su carta de presentación. Y el anecdotario es infinito: Jesse Owens jamás fue saludado por Roosevelt, pero hoy se rasgan las vestiduras por las ideas de Donald Trump. En México se dio el colmo del cinismo. En San Miguel de Allende, Ajijic y Los Cabos, gringos ofendidos «apoyaban» a los indocumentados mexicanos y protestaban contra las políticas de Trump, parecería un acto altruista si no fuese que esos gringos ofendidos y buenos samaritanos, con artimañas, prestanombres y visión pecuniaria, se apoderaron poco a poco de la propiedad raíz más importante de tales centros turísticos.

Así son los yanquis, no de otra manera.

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