God Bless America, o el 8N y el rezo como alternativa

Por Claudio de Prócer @rojo_y_blasfemo | Ilustración de El último mono @_elultimomono

Como feudo americano que somos, las elecciones de esta semana en el mayor imperio del mundo nos afectan de pleno. Por desgracia, y sin variar en otras convocatorias electorales yankees, la pregunta no es quién nos beneficiará más, sino ¿Quién es el mal menor?

España es un miembro respetado de la comunidad internacional. Desde la entrada en democracia, allí en la década del 70. ¿No? Antes tal cosa sería imposible, pues una incruenta dictadura mutilaba de raíz toda posibilidad de que los países civilizados trataran con semejante aberración internacional. Es lógico pensar entonces que Occidente, que las democracias más avanzadas, renegaran de semejante cáncer para los derechos humanos. Como señalaba correctamente la expresión popular, “Europa acababa en los Pirineos”.

Sin embargo, nunca hay que subestimar la estupidez y la literalidad de nuestros amigos del otro lado del Charco. Europa acaba en los Pirineos para los europeos, no para una de las dos grandes potencias mundiales durante la guerra fría. Habituada a derrocar democracias, revoluciones y movimientos libertarios, colocando en su lugar dictaduras, al Tío Sam no le supuso ningún problema establecer tratos con Paquito Pantanos. Los dos tenían en común la militarización de conflictos políticos y las ganas de combatir al Terror Rojo y toda la chusma que se atrevía a cuestionar su sistema. Así que no hizo falta ni OTAN ni nada: acuerdo bilateral y venga a plantar bases, proporcionar armas y financiar al aparato fascista. Y todo eso en 1951, cuando siete años antes la División Azul luchaba codo con codo con Hitler, teóricamente enemigo acérrimo de Estados Unidos. Como vemos, al capital, llegado el momento último, sólo le importa la lucha contra la emancipación de los oprimidos.

trumpdonald

Después de sesenta años, con nuestras bases, aeródromos y pertenencia a la OTAN (Gracias Isidoro, gran socialista), creo que puedo decir con toda seguridad que seguimos siendo un feudo yankee. Si queréis, lo podemos precisar más: Somos la Marca Hispánica, a nivel global, pues tenemos dependencia militar y táctica norteamericana, la CIA hace vuelos ilegales cada vez que quiere y los embajadores controlan todas nuestras decisiones a nivel internacional. Sólo hay que ver el control que ejercieron sobre Aznar y Zapatero durante la invasión y posterior genocidio de Irak, férreo donde los haya. Y en el plano económico igual; dependemos tanto de la Merkel como del trato con Estados Unidos, principal socio de la UE. Como vemos, los tentáculos están ahí. Internacionalmente, y objetivamente, España es un sujeto soberano de derecho internacional. En la práctica, responde a intereses ajenos, como la mayoría de países satélite de la órbita norteamericana. Así que de miembro respetado, lo justo, gracias.

¿Vemos ya la importancia de las elecciones del 8N, las presidenciales estadounidenses? Aunque los Republicanos al final tengan mayoría en el Congreso y más o menos puedan pulir las decisiones, la figura de Presidente del Imperio no es un cargo menor: marca la dirección que ha de seguir el país, así como las demás democracias “libres”.

En defensa de Hillary Clinton, se han dicho muchas cosas. Parece ser que es la que más respalda la comunidad internacional, ante el loco Trump. Que está por los derechos de las mujeres, por ejemplo. Que tiene la experiencia que necesita Estados Unidos en política exterior. Que está dispuesta a cargar contra su propia clase y subir los impuestos a los ricos, controlándolos más fiscalmente, a la vez que quiere permitir el libre mercado sin intervenciones en Wall Street (¿contradicción? ¿Dónde?).

Hillary «Malmenor» Clinton es de todo menos un mal menor. Es mucho más peligrosa para el resto de países, pues ha demostrado no tener piedad, ni remordimientos, ni principios.

Sinceramente, si alguien dice la expresión “feminismo en Estados Unidos”, la última en la que pienso es en Hillary Clinton. Antes va, por goleada, referentes como Rosa Parks y Angela Davis. Hillary Clinton defiende el feminismo burgués, que igual que la libertad de expresión liberal, sólo sirve si tienes dinero. El feminismo burgués es ese que dice que si tienes carrera universitaria y un buen status social deberías ser libre del control e imposiciones de tu cónyuge, pero los requisitos mencionados son básicos. Es un feminismo elitista, interesado y oportunista, que busca movilizar al colectivo femenino cuando el concepto de feminismo que defiende Hillary Clinton sólo te sirve si puedes pagar 200.000 dólares a una universidad. Las palabras conciliación familiar, baja por maternidad, leyes contra el maltrato, medidas de seguridad en caso de delito doméstico… No le suenan, porque en su mundo de hipocresía todo eso se esconde tras lujos y comodidades. Así que de feminismo nada.

En cuanto a la experiencia en política exterior, eufemismo para imperialismo expansionista en el caso estadounidense, sólo voy a decir que en el caso de Killary Clinton es como poner a Jack el Destripador a cargo de una unidad de quirófano, basándonos en su experiencia en cuerpos y objetos cortantes. Esta genocida de Oriente Medio, que bromeaba con mandar drones a matar a Julien Assange por desvelar la realidad de la alta política norteamericana, no debería tener ninguna posibilidad de acercarse a botón rojo de ignición nuclear. La sola idea de que sea Comandante en jefe alguien con tantas muertes injustificadas a sus espaldas debería hacer temblar al mundo libre.

Finalmente, creo que no hace falta decir que la idea de Hillary cargando contra aquellos que le han aportado 1.1 billones de dólares es bastante ridícula. Y el libre comercio que dice defender sólo puede perjudicar al resto del mundo, pues en la posición de poder de la que goza EEUU cualquier trato con sus multinacionales será perjudicial para el país que lo firme. Se verá coaccionado, y las fuerzas productivas y recursos de los Estados sobre los que deprede la Casa Blanca Clinton 2 se verán forzados a la esclavitud económica, a otro grado más de dependencia.

En el plano internacional, Trump tiene tendencias muy autárquicas, replegándose para “Make America Great Again”.

En el caso de Trump, muchas de sus acciones nos llevan a pensar que se trata de un machista. Que es un nuevo rico que trata como escombros a las personas, que su sentimiento de superioridad está más allá de cualquier estúpido mortal y que tiene tintes fascistas. Pero acordémonos ahora de la frase imperialista estadounidense por excelencia, que tanto sustento teórico le dio para convertir América Latina en un matadero. La Doctrina Monroe decía: América para los americanos. Pues Trump, y toda su retórica y actuaciones de miedo y odio, para los americanos. Aquí lo que estamos discutiendo es el impacto en el resto del mundo de las elecciones del 8N, no sobre los propios yankees. Haberse preocupado antes.

En el plano internacional, Trump tiene tendencias muy autárquicas, replegándose para “Make America Great Again”. El muro en México, los guiños a otra potencia como Rusia y el enfriamiento de las relaciones con China, que dominaba demasiado las finanzas norteamericanas, son claros intentos de tomar una posición estable en la escena internacional. Trump ha chocado frontalmente al defender la causa siria, haciendo frente a ISIS junto con Rusia, la legalidad siria y los kurdos; no entiende las relaciones de poder que se desencadenan allí, tan lejos, y simplemente quiere eliminar la amenaza terrorista que planea continuamente sobre suelo americano. No entiende de confrontaciones innecesarias, pues no necesita un enemigo exterior; ya lo tiene interior: los inmigrantes. Hillary, al “abrir” las puertas a los refugiados, necesita que el recalcitrante odio norteamericano se centre fuera.

En cuanto a la dependencia económica del resto de naciones respecto a Estados Unidos, Trump no pertenece al establishment norteamericano. Ese es un punto muy importante: las ataduras de Wall Street no son tan fuertes con este candidato, y se ve capacitado, como ya ha dicho, para ser intervencionista. Ese hecho, perjudicando a los grandes oligarcas, beneficia a los países satélites, pues las multinacionales americanas no tendrán tanta capacidad de expansión, de fagocitación y de explotación de recursos ajenos. Las trabas al capitalista, que es lo que quiere el obrero blanco parado, beneficia a los países que se ven explotados por ese capitalista. Es bastante lógico.

En mi opinión, coincidiendo con el filósofo marxista Zizek, Hillary «Malmenor» Clinton es de todo menos un mal menor. Es mucho más peligrosa para el resto de países, pues ha demostrado no tener piedad, ni remordimientos, ni principios. Trump, siendo un neofascista convencido, ya sabemos de qué pie cojea, y por suerte para nosotros todavía no le ha llegado la fase imperialista que todo buen fascista acaba desarrollando. ¿Quién va a pagar entonces, sí o sí, las elecciones norteamericanas? Los obreros norteamericanos. Esos que curran diez horas diarias, por un salario miserable y sin seguro médico. Pringarán sí o sí, mientras los ricos seguirán engrosando sus cuentas y la brecha económica se hace más y más grande. Dinámica capitalista clásica, vaya. Pero esto es lo que pasa cuando se carece de conciencia de clase; que el adormecimiento de la lucha de clases o el Sueño Americano, como el sueño de la razón, produce monstruos.

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