¿Ganar la Guerra Civil desenterrando muertos?

Manuel Tirado Guevara @manologandi


Mirar hacia el futuro nunca implica olvidar el pasado. Precisamente el hecho de revisar nuestro pasado nos hace comprender mejor nuestro presente y nos ayuda a confeccionar un futuro en el que antiguos errores no vuelvan a ocurrir.

Esta reflexión viene al caso tras oír a Fernández Díaz, ministro del Interior en funciones, que tras ser preguntado en Navarra por la exhumación de los restos de Mola y Sanjurjo de la cripta del Monumento a los Caídos de Pamplona, soltó el exabrupto de que “hay algunos que pretenden ganar la guerra 40 años después”.

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Las palabras de Fernández Díaz ponen de manifiesto su pensamiento y el posicionamiento político del PP frente a la Guerra Civil española. Ellos son los herederos de los vencedores y, nosotros, los vencidos, no tenemos derecho ni al pataleo, ni a recuperar la memoria de nuestros muertos, siempre  argumentado que lo de recuperar la memoria de los miles de represaliados durante la Guerra Civil es un acto anacrónico, que nada arregla, que no interesa porque fracciona España y nos aleja de los que nos une. Pues se equivoca, señor ministro.

Señor ministro, cuando las familias quieren desenterrar a sus muertos y sacarlos de cientos de cunetas no están cometiendo un delito contra el bien común de España sino reclamando un derecho que el franquismo les negó. Al menos Sanjurjo, Mola y Millán Astray pueden ser exhumados porque sus restos sí están localizados, a diferencia de miles de almas anónimas enterradas en esas fosas comunes del terror, esas fosas comunes que son un vestigio más de ese castigo que los vencedores impusieron sobre los vencidos, que trataron de relegar a la masa, a lo desconocido, al ingente amontonamiento de cadáveres apilados, los nombres de cientos de personas que dieron su vida por la libertad y la democracia en este país.

Señor ministro, usted pone el grito en el cielo cuando sacan de su descanso eterno a asesinos y golpistas como Mola y Sanjurjo y no se rasga las vestiduras pensando en las cientos de personas a las que sus familias no pueden ir a visitar porque no saben siquiera donde están enterradas. Está claro que usted, y su partido, son los herederos de un régimen que pretendió cerrar las heridas con la Constitución del 78, con esa constitución del consenso, pero que fue un texto cómplice silencioso del olvido ante tanta barbarie cometida durante la Guerra Civil, que por desgracia no acabó con el final de la contienda y que se mantuvo como una pesada losa a veces de silencio, miedo y resignación durante los años de posguerra y durante muchos años de nuestra joven democracia.

De hecho sigue habiendo mucho miedo en las familias (sobre todo entre las personas de mayor edad) a hablar de la Guerra Civil porque esa cultura del miedo ha sido instaurada en nuestro subconsciente colectivo.

No se trata de que desenterrando muertos queramos ganar la Guerra Civil. Ya la perdimos. Pero déjenos el derecho a restaurar la memoria

Porque las izquierdas perdimos dos veces la Guerra Civil. Una en el 39 y otra en el 78. La primera derrota fue física, la del 78 fue moral y política. Pagamos muy caro el olvido y perdimos unos años fundamentales para recuperar nuestra memoria histórica. ¿Saben por qué? Porque ahora que gracias a la ley de Memoria Histórica se están abriendo multitud de fosas comunes de la Guerra Civil es mucho más difícil localizar y sobre todo identificar a los muertos, ponerles un nombre y restituir la memoria perdida, ya que muchos de los testimonios de las personas que vivieron la Guerra Civil se han perdido y dichos testimonios resultan fundamentales para identificar los cadáveres. Además al haber pasado ochenta años, muchos de los descendientes directos (hijos e hijas) de los represaliados ya han fallecido, y por lo tanto usar la identificación por ADN resulta muy complicado y muchas veces casi imposible.

En definitiva, señor ministro, no se trata de que desenterrando muertos queramos ganar la Guerra Civil. Ya la perdimos. Pero déjenos el derecho a restaurar la memoria, a condenar un régimen de terror, a limpiar de nomenclatura criminal de las cientos de calles y plazas de España que todavía tienen un rótulo con los nombres de los asesinos del pueblo. Déjenos recuperar nuestra memoria y nuestra dignidad. No quiera instalar en la amnesia a la ciudadanía. Olvidar es precisamente no otear el futuro con mirada limpia y esperanzadora.

Seguimos en lucha. La memoria derrotará al olvido.

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