El día es HOY

Al igual que caen las hojas de los árboles, los días pasan. Los minutos se desploman ante las horas, y los segundos amenazan a un presente que parece inmóvil. España vive la Navidad, al tiempo que la política parece haberse detenido. La subida del azúcar, generada por la cuantiosa ingesta de dulces, parece que esta vez no ha disparado los niveles de adrenalina. Los partidos políticos tras las elecciones generales del 20 de diciembre se encuentran anestesiados, como si nada ni nadie se diera cuenta aún de lo que ha pasado. La falta de una mayoría clara o de una coalición factible les ha hecho quedar despropósitos de la responsabilidad que los ciudadanos han depositado sobre ellos. Los españoles decidieron votar libremente en las últimas elecciones y así manifestarse, para dejar claro que no hay ningún partido que convenza a una mayoría. La crisis económica, social y política ha sido tan brutal en este país que nos encontramos ante una España devastada que ha sufrido el trance de una metamorfosis demasiado acelerada, acrecentada por un despropósito nivel de corrupción protagonizado por las jerarquías más altas.

Intentando superar la devastación de una guerra económica, España a través de las urnas ha manifestado que ninguna opción convence porque lo que este país quiere es un nuevo orden, integrador y de consenso. Una nueva estructura más fuerte que contemple la altura de miras por encima de los intereses partidistas. No hay más ciego que el que no quiere ver. Y lo que los españoles quieren volver a ver es que de nuevo la política sitúe al ciudadano en el eje del debate.

Consenso, diálogo y confrontación de ideas para hacer de este país ese lugar del que sus ciudadanos se sientan orgullosos, de todos sus ciudadanos, sean del territorio que sean. Basta ya de guerras y miedos. Altura de miras y decisión para enfrentarnos a los problemas que tiene esta nación. El inmovilismo solo consigue que los problemas se hagan más grandes y que cuando exploten encauzarlos y resolverlos se haga más difícil. El temor al debate y a las votaciones, que puedan proponer el sesgo de un territorio, se defienden con argumentos, y no con miedos.

Vergüenza me da, que tras lo que ha pasado el 20 de diciembre los partidos políticos se sigan mirando el ombligo. ¿Es acaso esto lo que los ciudadanos quieren? Si vamos a unas nuevas elecciones, bienvenidas sean si esa es la manera de salir de este atolladero, que se preparen aquellos partidos que no han atendido al toque de atención, porque quizás desaparezcan. La gente de este país quiere ver cómo los partidos son capaces de renunciar a parte de sus ideas para llegar a un consenso que satisfaga a una nación desesperanzada.

Para aquellos que querían una segunda transición, aquí está. Esta es la oportunidad para demostrar que aquí se viene a trabajar por los ciudadanos y por un país que se debate entre enormes cuestiones. Un Estado que, como nos ha pasado otras muchas veces a lo largo de la historia, agoniza ante el desequilibrio de ricos y pobres, ante el enfrentamiento entre pueblos, ante la falta de un futuro para su juventud, y ante un problema que si no es resuelto de manera ordenada puede estallar con consecuencias imprevistas.

Escrito por Ignacio Luna

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