Ecuador | El proyecto morenista: ¿Una revolución traicionada?

Por Christian Orozco

“Queréis revolución, hacedlo primero en vuestras almas.”

Velasco Ibarra[1]

Apenas poco más de tres meses ha necesitado el actual presidente de la República del Ecuador Lenín Moreno para abrir una caja de pandora que ha obligado a todos los actores políticos nacionales a tomar posiciones, reafirmar apoyos, distanciarse de forma silenciosa, o con bombos y platillos. Batallas cibernéticas entre simpatizantes y detractores –y sus respectivos capitanes generales– no han faltado; los lanzamientos de acusaciones, ofensas, anatemas e indirectas han sido el pan de cada día. Así pues, en este ambiente de enorme crispación que naturalmente sobrepasa a una simple batalla de egos uno se pregunta: ¿qué ha pasado en la política ecuatoriana en estos últimos meses? ¿la joven “Revolución Ciudadana” ha sido abandonada por lo que se ha dado en denominar el morenismo[2]? ¿En base a estos acontecimientos qué podemos esperar en el futuro?

Para entender cabalmente la posición que la administración Moreno ha adoptado es absolutamente necesario comprender ciertos rasgos trascendentales que atraviesan a la organización que lo sustenta, es decir, el Movimiento Alianza PAIS (AP). Desde sus comienzos esta organización se conformó por un grupo heterogéneo de movimientos sociales y políticos que compartían principalmente un rechazo a las políticas de corte fondomonetarista que se habían desarrollado en el país en la etapa previa a 2006. Las consecuencias de la crisis generalizada –tanto económica, política como institucional– y de la aplicación del recetario neoliberal fueron escalofriantes: dolarización abrupta de la economía, feriado bancario[3] y quiebra masiva de instituciones financieras, tasas de pobreza absoluta y relativa astronómicas, una agudización extrema de la desigualdad, un crecimiento desgarrador de la tasa de suicidios, un proceso migratorio que representó un exilio masivo de la población ecuatoriana hacia países como EE.UU, España o Italia[4]… Una situación que, por otra parte, no dista mucho del terremoto social que significó el neoliberalismo en el continente. En fin, nada más ni nada menos que el funcionamiento general del capitalismo periférico de rostro inhumano en descomposición.

No deja de resultar curioso que estos mismos feroces grupos opositores a Correa sean quienes ahora reiteradamente aplaudan y respalden las decisiones adoptadas por Moreno

 

No solo eso, sino que AP desde su propio seno se estructuró como un partido multiclasista, un partido dirigido fundamentalmente por una élite intelectual universitaria, progresista y principalmente con un evidente afán desarrollista. En ese sentido, dentro de AP conviven distintas facciones, desde socialistas, pasando por partidarios del Sumak Kawsay, posextractivistas, desarrollistas muy influenciados por el estructuralismo latinoamericano de décadas pasadas, pequeña y mediana burguesía que durante el periodo correista ascendió socialmente, hasta socialdemócratas conciliadores, entre otros.

Por lo tanto, para interpretar la política ecuatoriana actual y el conflicto que se ha gestado en el seno de AP solo se puede entender escudriñando su estructura orgánica. Si bien Correa adoptó un papel abiertamente de confrontación con ciertas élites económicas y mediáticas parasitarias, Lenín ha adoptado un papel netamente mesurado, conciliador, afable. El llamado a discutir y debatir con “todos” sobre el rumbo que debe emprender el país, se convirtió rápidamente en su táctica mediática, su carta de presentación en definitiva. Desde un primer momento su Convocatoria al Diálogo Nacional señaló textualmente: “no vale la pena pelearse por razones políticas”[5], no solo eso sino que en otros ámbitos del terreno discursivo se han abandonado prácticamente expresiones centrales del correismo como la “Revolución Ciudadana” o el “Socialismo del Buen Vivir”, y se han sustituido por otras como la “Revolución Humana”[6]. En esta línea se podría interpretar que Moreno –no olvidemos que proviene de la mediana burguesía vinculada al negocio del turismo– rechaza de plano la propia esencia de una economía capitalista y de la política en si misma: la existencia de intereses antagónicos e irreconciliables entre las distintas clases sociales. No es ni muchísimo menos una posición política novedosa o transgresora. De hecho, esta es una concepción típica de políticos e intelectuales defensores del estatus quo, propagandistas defensores de mundos imaginarios en los que las clases sociales se funden en un abrazo fraterno permanente; lo que sí es chocante y escandaloso es que un presidente que ganó las elecciones con el apoyo muy significativo de las clases populares adopte una postura de confrontación con el proyecto político anterior –del mismo AP recordemos, y del que incluso fue vicepresidente durante seis años– y tienda la mano a actores y adalides políticos de la derecha más reaccionaria ecuatoriana, fieles representantes de sus lumpenburguesías agroexportadoras y financieras. Por otra parte, no deja de resultar curioso que estos mismos feroces grupos opositores a Correa sean quienes ahora reiteradamente aplaudan y respalden las decisiones adoptadas por Moreno.

En este interminable culebrón de ataques y exabruptos mutuos hay una serie de elementos que son especialmente interesantes resaltar. En primer lugar, la llamada a una Consulta Popular que ha manifestado el presidente ha envalentonado significativamente a aquellos representantes de los partidos y organizaciones perdedoras en las urnas, los cuales exigen que se incluyan en esta posible consulta preguntas sobre temas como la reforma de la constitución, terminar con el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, la reelección presidencial indefinida, la modificación del Código Orgánico Monetario y Financiero, la derogación de la Ley de Comunicación y la Ley de Plusvalía. De hecho, la consigna de vamos a “descorreizar” al Ecuador es un eslogan que han adoptado por unanimidad estos grupos. En esta línea, nos preguntamos, ¿qué hay detrás de este movimiento mediático de Moreno? ¿la pretendida reforma de la constitución no pondría en cuestión los derechos históricamente alcanzados por las clases populares como salud, educación, derechos laborales, etc.?

Segundo, una de las líneas centrales del discurso del actual presidente electo ha sido la lucha contra las corruptelas, la “cirugía mayor contra la corrupción” en sus propias palabras. Una lucha sin duda alguna loable e importante, sin embargo, parece una actitud bastante sesgada cuando la mayor parte de ataques en este sentido han ido dirigidos exclusivamente hacia proyectos políticos de la anterior administración, y a representantes políticos cercanos a Correa, siendo el caso más mediático el del actual vicepresidente de la nación Jorge Glas. Y, además, sería necesario responder a la siguiente cuestión: ¿se ha mencionado o incriminado, en términos concretos, a los presuntos corruptores, es decir, empresarios y conglomerados empresariales que se sospecha estarían detrás de estos actos de cohecho?

En tercer lugar, en cuanto al ámbito monetario se refiere, Lenin ha se manifestado abiertamente defensor de la dolarización, y no solo eso, sino que ha considerado hacerles un jugoso regalo a los banqueros trasmitiéndole al sector privado la administración general del dinero electrónico[7]. De forma que el Banco Central del Ecuador dejará de manejar el sistema y no tendrá la potestad de crear cuentas de dinero electrónico como lo llevaba haciendo desde 2014[8].

A estos temas internos se podrían sumar otros como la cuestión del monto real de la deuda pública[9], la crítica a las llamadas Escuelas del Milenio y a la Universidad Yachay, o la situación de la refinería de Esmeraldas. Sin embargo, como último punto resulta oportuno resaltar el cambio que ha supuesto la administración Moreno respecto a Venezuela. En este sentido, el actual presidente ecuatoriano no ha manifestado una posición clara y firme en defensa de los intereses del pueblo venezolano. No solo ha abandonado de forma explícita el discurso antimperialista que caracterizaba a Correa, sino que ha optado por adoptar como suyo propio el discurso de las élites golpistas venezolanas[10].

Ante este panorama de desconcierto generalizado el futuro de esta pequeña nación se presenta incierto. De la misma forma, en el interior de AP las cosas se revuelven, Paola Pabón, Ricardo Patiño, y Virgilio Hernández, altos representantes e ideólogos de AP han presentado su dimisión; y todas estas piezas hacen que no sea para nada descabellado pensar en una posible escisión de la organización, seguramente liderada por Correa.

Para todos aquellos que de alguna u otra manera nos hemos sentido cercanos a gran parte de las políticas aplicadas durante la llamada Revolución Ciudadana en particular y al ciclo progresista latinoamericano en general, nos llena de estupor e incertidumbre el camino que ha emprendido el actual presidente ecuatoriano. Solamente hace falta revisar la historia nacional para saber que las clases subalternas ecuatorianas no dudarán en entrar en  confrontación directa cuando sus conquistas sociales ganadas con sangre, sudor y lágrimas se vean atropelladas o mermadas. De esta manera, profundizar y consolidar derechos debe ser la consigna en estos tiempos para todos aquellos que pensamos que este no es ni de lejos el mejor de los mundos, asumiendo de antemano que ni antes el correismo ni ahora el morenismo son proyectos encaminados a trascender el capitalismo.


[1] José María Velasco Ibarra (1893-1979) fue presidente del Ecuador por elección popular en cinco ocasiones, en dos de estas se autoproclamó dictador. Velasco lideró la escena política ecuatoriana durante gran parte del siglo XX. Posteriormente se denominaría a su estilo de política velasquismo.

[2] Lógicamente, llamar leninismo a la línea política que está desarrollando el presidente Lenín Moreno iba a ser demasiado osado.

[3] Excelentemente explicado en el documental Feriado Bancario Ecuador 1999. https://www.youtube.com/watch?v=_XJnMUw2TKk

[4] Tanto fue así que, en el año 2000 el monto total de las remesas de trabajadores ecuatorianos en el extranjero llegó a representar más del 7% del PIB.

[5] Ramos, Mario (2017): Un cisne negro en Carondelet. CENAE. Recuperado de https://www.alainet.org/es/articulo/187411

[6] Esto no es nuevo dentro de este movimiento-partido político. No hay prácticamente ninguna entrevista al expresidente Correa en el que no repita la muletilla de “los seres humanos por encima del capital”, como si el capital fuese un ente abstracto, extrahumano o alienígena. Todo ello lógicamente para saltar de puntillas sobre un terreno abrupto y espinoso como es el de hablar abiertamente de lucha de clases, y de “la clase obrera por encima de la burguesía”.

[7] Recordemos que, sin embargo, cuando el dinero electrónico estuvo administrado por el Banco Central del Ecuador, el sector financiero en su conjunto y sus representantes políticos en el congreso se posicionaron totalmente en contra, aventurándoles a los ecuatorianos una hecatombe financiera fruto de un Estado manirroto.

[8] http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/economia/8/el-sistema-de-dinero-electronico-dejara-de-ser-administrado-por-el-banco-central

[9] http://www.economist.com/content/global_debt_clock

[10] http://www.elcomercio.com/actualidad/leninmoreno-crisis-venezuela-presos-politica.html

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