Economía | Alberto Garzón, presentando: “Desmontando los mitos económicos de la derecha”

Por Roberto Santos

Martes de la semana pasada, en la librería madrileña, La Central, se celebra la presentación del último libro de Eduardo Garzón, a las siete de la tarde. Como no podía ser de otra manera, tras haberle entrevistado hace unos meses para este mismo medio, me dirijo a la presentación para apoyar a Eduardo en el lanzamiento de este nuevo trabajo y también para escucharles a él y a su hermano, Alberto Garzón, explicarnos por qué tenemos que leer “Desmontando los mitos económicos de la derecha”.

La sala está completamente abarrotada, lo que demuestra el claro interés del público en este nuevo libro, del que yo os podría contar mil cosas, pero seguramente os acabaría destripando el libro. Es por ello, que he preferido transcribir palabra por palabra, la presentación de Alberto Garzón sobre el trabajo de su hermano, primero porque es mucho más interesante que cualquier cosa que os pueda contar yo y segundo, porque en sus palabras además de un discurso verdaderamente interesante, están la admiración y el cariño de un hermano mayor y creo, quizás me equivoque, que son justamente esas palabras, las mejores para que conozcáis este nuevo libro.

19.05, comienza el acto, se hace el silencio y Alberto Garzón toma la palabra:

En primer lugar, quiero daros las gracias a todos y todas por venir, a la presentación de este libro. Para mi es un placer estar hoy aquí, es un placer presentar el libro de Eduardo, que además es mi hermano y por lo tanto tiene un añadido también emocional, que yo creo que también es importante. Y lo es porque creo que es necesaria el tipo de pedagogía que esta haciendo Eduardo, que tiene una capacidad pedagógica muy por encima de la media, muy superior a la que yo tengo y que sabe explicar fenómenos económicos, aparentemente complejos de una forma que es prácticamente entendible para cualquier persona, aunque ni siquiera se haya aproximado a la economía, que como sabéis suele representarse casi como un arte oscuro, con un lenguaje y una terminología, que asusta y que mantiene alejada a la gente corriente de tantos tecnicismos.

Sin embargo, Eduardo es capaz de hacer de traductor para trasladar a la ciudadanía y a todos los interesados en economía, cuestiones necesarias, porque afectan a la vida cotidiana de cada uno, sin necesidad de pasar por la tortura de los cinco años de carrera, para poder comprender en última instancia los documentos económicos. Esto es muy relevante porque si algo somos los economistas, como colectivo, y en este colectivo creo que tanto Eduardo como yo, pertenecientes a lo que se ha llamado economía crítica o economía heterodoxa conformamos una minoría dentro de ese colectivo tan grande. Pero como colectivo, podría decirse que los economistas somos los “productores del sentido común” o de una parte muy importante del sentido común, de la forma en que vemos la realidad y el lenguaje a través del que la vemos.

Los economistas y aquí ya voy a hablar en tercera persona porque no me identifico con está corriente, tienden a utilizar una serie de términos que el resto de la población normaliza sin ser conscientes de la carga profunda ideológica que conlleva.

Esto es muy fácil de entender con ejemplos clásicos, como el de “la presión fiscal”, todos conocemos qué es la presión fiscal o al menos hemos oído hablar de ella, que significa una subida de impuestos. Cuando esto lo hace un gobierno de izquierdas, en cualquier parte del mundo, con objeto de poder financiar mejor, la educación y la sanidad públicas o la ley de dependencia, la derecha suele decir, “la izquierda aumenta la presión fiscal” y ese suele ser el titular. Claro, la presión fiscal es un concepto en sí que tiene una profunda carga ideológica que va implícita y de la que no somos conscientes. Si salimos a la calle y preguntamos a nuestro vecino o vecina, que qué le parece que se suba la presión fiscal, probablemente te diga que lo de fiscalidad no sabe exactamente a que se refiere, pero que presión es un concepto negativo y que nadie quiere que suba su presión, porque es malo. La presión es negativa. De tal forma, que antes de saber exactamente, incluso de qué va el problema, ya ha respondido negativamente a una práctica política de un gobierno de izquierdas. Por lo tanto, el lenguaje no es solo una aproximación a la realidad sino que es una aproximación ideológica a la realidad. Y lo mismo ocurre al revés, cuando la derecha baja los impuestos a los más ricos, dicen, “hemos hecho un alivio fiscal” y evidentemente podéis hacer la prueba de salir a la calle y preguntad, ¿estáis a favor o en contra del alivio fiscal? Pues fiscal no sé bien lo qué es, pero alivio estoy totalmente a favor de los alivios, porque es una cosa buena por defecto y por lo tanto estas a favor de lo que ha hecho el señor Montoro. Y si os dais cuenta, ha acabado aceptando lo de Montoro sin saber lo qué ha hecho Montoro, eso es producción del sentido común, que se traslada también a otros conceptos a veces más difíciles de ver como puede ser el concepto de flexibilidad.

el concepto de autonomía ya no parece tan atractivo, porque en el fondo lo que está diciendo es tú pones tú medio de transporte, tú pones tú mano de obra, tú cubres tus riesgos porque no tienes ningún tipo de seguridad

La flexibilidad es la palabra que prácticamente sintetiza no solo un modelo de sociedad sino una práctica económica profundizada por la política neoliberal que consiste esencialmente en decir que quien es más flexible, quien se inserta en modos de coproducción más flexibles dispone de mayor libertad. Esa es la propaganda. Si tú tienes un trabajo más flexible es que eres más libre, porque realmente se supone que tienes mayor acceso de libertad negativa, en términos de filosofía política. Precisamente lo que pierdes es la libertad positiva, al final estás siendo un instrumento que vive a merced de los criterios caprichosos de otros jefes o de fondos de inversión. Ni si quiera hace falta ponerle nombres y apellidos, pueden ser entidades colectivas como los fondos de inversión que te tienen a ti como un mero recurso, un mero recurso humano, concepto que por cierto se utiliza habitualmente en economía para definir a las personas. Hay asignaturas en la carrera de administración de RR. HH. y ahí departamentos en las grandes empresas gestión de RR. HH., exactamente igual que gestión de fotocopiadoras pues se da la gestión de los RR. HH. La flexibilidad por lo tanto, parece y la propia palabra nos indica que es algo bueno, cuando en realidad, en la realidad práctica, que es la que nosotros vivimos, la flexibilidad suele significar vivir a merced y a capricho de terceras entidades, lo que tiene unas consecuencias laborales y sociales muy, muy profundas que requieren mayor discusión que el hecho de decir si flexibilidad es bueno o es malo.

Pero hay otra palabra que puedo traer aquí a colación, es la de autonomía, por ejemplo los autónomos como colectivo. Prácticamente en nuestro país ocurre que cuando te dicen si eres de clase media, alta o baja, casi todo el mundo contesta que de clase media, a nadie le gusta decir, soy de clase baja. Eso ocurre, es la realidad, a pesar de que cuando haces una jerarquía incluso a nivel de salarios, la inmensa mayoría caería en el espectro más bajo de la sociedad, pero la mayoría de la población dice que es clase media. Pues con los autónomos ocurre algo parecido, existe una concepción que ya se daba con el concepto de autónomos, ahora más con el de emprendedor, que es otra cosa que requiere una charla a parte, para su propia crítica. Pero lo que quiero trasladar es el concepto de autónomo, ¿quién está en contra de tener mayor autonomía? Es evidente que es muy difícil entrar en ese marco criticando el término autonomía, porque el contrario de autonomía es estar restringido y por lo tanto y evidentemente, nadie va a estar a favor de restringir la movilidad de alguien en cualquier aspecto. Pero claro, ser autónomo significa por ejemplo, el estatus por el que viven y trabajan sectores muy importantes de nuestra sociedad y cada vez más. Lo que se llama la economía de los pequeños encargos, es lo que también traducido, fijaros que carga, economía colaborativa como si fuera algo super amable, porque, ¿quién está en contra de la colaboración? Es que menudo salvaje el que este en contra de la colaboración. Pues bien la economía colaborativa es este tipo de sistemas como UBER, Airbnb, Deliveroo, ect. Que son empresas sin empleados, que lo único que hacen es aprovechar las nuevas tecnologías para proporcionar una conexión entre el que produce un servicio y el que lo recibe y que contrata a autónomos para hacer un servicio por horas. El ejemplo de Deliveroo es muy evidente, todo el mundo lo conoce, en las grandes ciudades al menos. 4 Euros el reparto, cobra un repartidor que además es un repartidor que nunca puede llegar a más de 20 horas trabajadas a la semana. Esto puede parecer algo amable para un estudiante que quiera ganarse un dinerito extra, pero se está convirtiendo en la forma de existencia de un sistema de producción, la precariedad instalada y por lo tanto el concepto de autonomía ya no parece tan atractivo, porque en el fondo lo que está diciendo es tú pones tú medio de transporte, tú pones tú mano de obra, tú cubres tus riesgos porque no tienes ningún tipo de seguridad si te caes con la bici o con la moto, te lo arreglas tú, si tienes un problema físico te pagas tú el médico o el fisioterapeuta y en definitiva asumes tú toda la responsabilidad, mientras que evidentemente los beneficios son compartidos, con esa entidad abstracta que funciona como un intermediario depredador, pero a ti te venden que tú eres absolutamente libre de entrar y venir continuamente a su empresa porque eres autónomo, eres libre y eres flexible.

Este libro sirve para aprender a cuestionarse esos dogmas, para darnos herramientas para pensar por nosotros mismos en la economía de una forma real

Bien, pues por lo tanto, el origen de muchos de estos elementos es la producción del sentido común, porque se construye como sentido común algo que en realidad tiene una carga ideológica profunda.

A mí me gusta siempre decir que la ciencia siempre ha avanzado contra el sentido común y esto es muy relevante. Toda la ciencia posterior por ejemplo a la visión o cosmovisión aristotélica del Universo, la visión de una Tierra esférica, estacionaria y que ocupa el centro del Universo era parte del sentido común de la época por ejemplo de la antigua Grecia y fue la ciencia con Galileo, Copérnico, Newton…, los que desafiando el sentido común de la gente, lograron encontrar realidades más concretas. Pues bien, igual que la ciencia avanza desafiando el sentido común, cosa que no acaba nunca, por cierto, y que nos debería librar del dogmatismo de creer que tenemos la verdad revelada y digo que no acaba nunca, porque sí aun nosotros y nosotras estamos aquí es porque nos hemos educado en la física newtoniana, en los conceptos newtonianos, estudiamos física cuántica nos llevamos unas cuantas sorpresas sobre cosas que nosotros creíamos establecidas y que eran la verdad absoluta y que resulta que con los nuevos descubrimientos de la ciencia y concretamente de la física cuántica se ponen en cuestión. Es importante para vacunarnos frente al dogmatismo.

Bien ese es uno de los elementos que quería resaltar, la necesidad de confrontar el sentido común y de que un economista confronte con otros economistas. Esto además en el libro, Eduardo lo pone al principio, una famosa frase de Joan Robinson que decía: “Hay que estudiar economía para evitar ser engañados por los economistas”. Muy importante porque habitualmente cuando escucha uno a alguien como el señor Montoro, evidentemente, tiene que tener ya una suerte de prevención. Esto nos lleva a desconfiar como mínimo de los tecnócratas.

Los tecnócratas son aquellas personas que dicen que no son de izquierdas, ni de derechas, sino que están por encima del bien y del mal, porque son técnicos neutrales que nos están diciendo a todos cual es el mejor sistema y el mejor ajuste de la economía que nos beneficia a todos como si acaso eso fuera posible. Pongo un ejemplo, cuando el banco central europeo sube los tipos de interés un 1% en el fondo eso es una transferencia inmediata de dinero de los bolsillos de aquellos que están tan endeudados a tipo variable, hacia las entidades financieras, así que una mera decisión que parece aparentemente neutra y aséptica se puede convertir en una desgracia para miles o millones de familias y eso tiene consecuencias en la realidad y por lo tanto eso es un juego donde hay ganadores y perdedores y las opciones técnicas no son solo técnicas, son también políticas y eso es muy importante para cuando alguien venga y diga, “no yo soy economista sin ideología”, mentiroso. Todos tienen ideología, otra cosa es que tú no seas consciente de qué ideología tienes lo cual te hace aún más peligroso y eso es algo que hay que confrontar absolutamente.

habitualmente cuando escucha uno a alguien como el señor Montoro, evidentemente, tiene que tener ya una suerte de prevención

Y el segundo elemento que quiero resaltar para terminar, es la virtud que tiene un libro que presenta la economía, no de otra forma, sino de una forma crítica, desde el mejor sentido de la misma, la crítica constructiva, la crítica propositiva, la que deconstruye para construir, es recordarnos que no existe un solo modelo económico, que no existe una sola escuela de pensamiento económico. Yo no sé cuántos de los que habéis venido hoy aquí sois economistas, pero los que entramos en economía, hay una asignatura siempre, que se llama “Teoría Económica” y te lo dice así, sin ponerle ningún apellido, es teoría económica que podríamos traducir como “la teoría económica” y te enseña un modelo o una escuela de pensamiento en concreto sin decírtelo de tal forma que el estudiante no advertido entra con 18 años y piensa, voy a entender como funciona el mundo y te presentan una teoría que es una entre un abanico enorme, pero no te lo han advertido. De modo que tú lo que estás creyendo que estás estudiando es digamos el equivalente a los descubrimientos últimos de la física, pero en el ámbito de la economía, cuando en realidad estás estudiando un modelo de otros muchos modelos que compiten entre si para describir teóricamente la sociedad de la mejor forma posible. Ese modelo suele ser el llamado de la “síntesis neoclásica” y es un modelo que recoge el modelo neoclásico tradicional de principios del Siglo XX con algún matiz añadido por lo que Joan Robinson llamo el Keynesianismo bastardo, es decir, la interpretación de Keynes más conservadora y más incluso reaccionaria y es la tesis que desde los años 50 domina en el ambiente universitario y es el acceso que tienen los estudiantes y las gafas a través de las cuales ven el mundo.

Pero al margen de esa escuela en concreto, hay muchas otras, hay otras escuelas como la post-Keynesiana, que es una escuela que lo que hace es recoger la parte más radical de Keynes y con añadidos fundamentalmente de un economista polaco que se llama Kalecki, que hacen ver la economía desde otro enfoque porque todas las escuelas comparten cierta metodología y sobre todo comparten un objetivo y es intentar representar como funciona efectivamente el mundo. Por eso resulta curioso el insistir en que la ciencia social no es exactamente lo mismo que una ciencia física. Cuando tú pones a competir el sistema heliocéntrico con un sistema geocéntrico, al final acudes a la realidad con el instrumental necesario y compruebas cuál es la verdad. En economía dado que es una ciencia social, la realidad depende del contexto histórico y eso hace que evidentemente haya teorías que están más adecuadas a determinados contextos que a otros.

Y cuando ves una teoría neoclásica que te dice que en un sistema de mercado perfecto nunca va a haber una crisis económica, que es lo que me enseñaron a mí en la universidad cuatro años antes de que hubiera una crisis económica, pues de lo que te entran ganas es de coger el manual y tirarlo a la basura

Y cuando ves una teoría neoclásica que te dice que en un sistema de mercado perfecto nunca va a haber una crisis económica, que es lo que me enseñaron a mí en la universidad cuatro años antes de que hubiera una crisis económica, pues de lo que te entran ganas es de coger el manual y tirarlo a la basura, porque es como que te enseñen que la Tierra es el centro del Universo a pesar de la evidencia tecnológica que pudiera existir. Pero evidentemente, decía, aparte de la teoría Keynesiana está por ejemplo la teoría marxista, que tampoco configura un corpus único ni cerrado, que se inspira en las tesis de Marx y también de Engels y de muchos otros autores viejos y más recientes que lo que hacen en realidad es intentar aproximarse con otras hipótesis con otras formas de acercamiento a ver cómo funciona el mundo. Y claro, creo que eso merece, por lo menos, que rompa ese marco por el cual pensamos que los economistas son infalibles o que los economistas disponen de un instrumental que siempre es valido o que funcionan como expertos. Y no, los expertos no existen como tales les tenemos en el sentido común, que es el supuesto en el que nos va a resolver, tipo te falla una cañería llamas al fontanero y él sabe lo que tiene que hacer. Eso no funciona tan exactamente con la economía porque depende de contextos históricos, depende de como se articula la economía en cada contexto y depende de otras muchas cosas en las que no me da tiempo a entrar ahora. Pero sí que es relevante el romper con esa lógica de que solo existe una forma de ver la economía, porque eso es lo que nos permite que cuando Eduardo se enfrenta en La Sexta con Juan Ramón Rallo, por ejemplo, la gente ve perfectamente que se está hablando dos idiomas diferentes y no solo se hablan dos idiomas diferentes, sino que además tienen implicaciones radicalmente distintas a efectos de la vida cotidiana de la gente. Por lo tanto, es una lucha política y esto es lo que más le molesta a los economistas, que les reconozcamos que la batalla económica es una batalla política.

Yo he visto profesores de economía en la facultad de Economía ir con bata blanca, ¿para qué? ¿Para no mancharse con la tiza? No, en realidad no es por eso. Es porque les encanta el sentimiento de autoridad, de soy el experto que asesora a bancos centrales, por cierto unos cuantos años, esa persona que lleva bata blanca fue despedido por grandes méritos, como todo el mundo puede comprender después de la crisis económica después de la crisis del 2007 hasta ahora. Eso es relevante porque ahora yo creo que tenemos todo esto más avanzado.

Seguramente muchos de vosotros y vosotras estáis pensando, “joder Alberto, ¿por qué nos cuentas esto?” Hace 10 años no era tan evidente, hace 10 años uno podía estar en la facultad y lo que decía es, mis referentes económicos son Rodrigo Rato, porque Rodrigo Rato había sido un español, ya sabéis también el rollo este un poco paleto, de un español que llega a director general del FMI, eso para la gente que estaba en la Universidad era como ser un dios. Claro, una vez ves los expedientes de los que han sido directores generales del FMI ves que están todos en los juzgados, algunos ya directamente en la cárcel y te preguntas cómo hacen las pruebas de acceso, ¿no?

Eduardo Garzón trata de desmitificar esas teorías económicas que muchos dan como auténticos dogmas, y que la mayoría, no nos atrevemos a cuestionar, aunque a veces lo que estamos escuchando no nos termine de convencer

Pero sí que esto lo estamos aprendiendo ahora, por la experiencia, pero entonces era bastante fácil ver esa figura como una figura que verdaderamente operaba como un ídolo y está historia como decía Galbraith muy bien se repite de tanto en cuanto, porque aquí también hubo otro ídolo al que se seguía que era Mario Conde, que era como el padre de Rodrigo Rato, era el antecesor a efectos de ídolo y corremos el riesgo de que se vaya a repetir otra vez y vayamos construyendo nuevos ídolos que vayan fracasando. Pero a los efectos de lo que yo quiero trasladar aquí, humildemente, es que rompamos con el marco del experto y esto que puede parecer muy evidente para quienes habéis venido a la presentación de un libro de estas características, no lo es tanto para el usuario medio por decirlo así, que enciende la televisión y cuando habla un economista con chaqueta y un fondo de la bolsa, piensa, ‘este tiene razón fijo’, porque esta instalada la sensación de que los ‘economistas expertos’ son efectivamente como los médicos para nuestros problemas físicos y eso es falso, radicalmente falso, la economía es política, de hecho, la economía en sus orígenes se llamaba economía política, así es como le llamaban los clásicos y dentro de ellos el propio Marx, economía política. Hubo una suerte de contrarrevolución neoclásica y neoliberal, neoclásica es la teoría que sustenta la práctica política del neoliberalismo que intentó o consiguió, cambiar el nombre y llamarlo simplemente “economía” para que tuviera el mismo estatus que la física, la química o cualquier otra ciencia y diciéndote que había dos formas de acercarse a la economía, la positiva y la normativa. Lo que venían a decir es que la economía puede ser neutra en términos sociales y políticos, lo que es una enorme mentira.

Y como eso es una enorme mentira, un libro de estas características permite ayudarnos a descifrar esas mentiras, desnudar lo que es el argumento oficial o el argumento ortodoxo y plantear alternativas que es por cierto de lo que se trata. Marx era un autor clásico que tenía una concepción de la crítica, que le llevo a escribir libros como “Critica de la crítica, critica” cuando eso evidentemente era un libro que ya representaba muy bien el carácter crítico que podía tener Marx, pero que después complemento con la parte más constructiva, que podría ser por ejemplo, “El manifiesto comunista” o el propio “El Capital” que ya va proponiendo determinadas cuestiones. Creo que un libro de estas características se enmarca en el escenario de la deconstrucción de una teoría ortodoxa, de la construcción de las alternativas y de una divulgación política absolutamente necesaria en días como hoy. Visteis lo que paso en Italia cuando hubo una crisis política, se cogió a un tecnócrata, a Mario Monti, se puso de primer ministro y además fue con el acuerdo de los partidos, porque se consideró que una persona que provenía de la gestión de los bancos centrales era absolutamente idónea. En nuestro país se ha hecho algo parecido, aunque no lo quieran reconocer. Guindos proviene de Lehman Brothers, también una experiencia maravillosa en términos mercantiles, unos éxitos abrumadores, (dice en tono irónico), que precisamente lo que le daba ese cariz distinto a Montoro era que Montoro parece un tipo así como más popular, de pelea de barro y Guindos es como un tío más limpio. Pues al final, lo que hay detrás, eso creo que es necesario deconstruirlo para mostrar que en el fondo Guindos y Montoro, pertenecen al mismo proyecto político e ideológico y eso es algo que este libro consigue.

podría decirse que los economistas somos los “productores del sentido común” o de una parte muy importante del sentido común, de la forma en que vemos la realidad y el lenguaje a través del que la vemos

Sin más, simplemente decir que para mi es un placer presentar el libro de mi hermano”.

En resumen, y ahora ya a título personal, como mero lector de este libro, os puedo decir que Eduardo Garzón en el mismo trata de desmitificar esas teorías económicas que muchos dan como auténticos dogmas, incluso sustentadas en complejas ecuaciones matemáticas, y que la mayoría, que no somos economistas, no nos atrevemos a cuestionar, aunque a veces lo que estamos escuchando no nos termine de convencer.

Este libro sirve para aprender a cuestionarse esos dogmas, para darnos herramientas para pensar por nosotros mismos en la economía de una forma real, cuestionándonos lo que nos cuentan y ayudándonos a ser capaces de entender por nosotros mismos, esa ciencia que parece tan complicada, revestida de ecuaciones y formulas, en un idioma que todos podemos entender, aunque no hayamos estudiado economía y de hecho justamente, porque no hemos estudiado economía, a desmontar los mitos económicos de la derecha.

 

 

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