Ecología | Medicina africana: la gran olvidada

Por Susana Gómez @susanagonu


No hace mucho leía un artículo en un medio digital que hablaba sobre la medicina africana. Me pareció significativo el contraste entre entre la medicina científica y la medicina tradicional en un contexto social y cultural africano, donde la escasez de recursos económicos hace difícil el acceso a la cara medicina occidental. Por otro lado, se presentaba la posibilidad de retomar una medicina tradicional, bastante desprestigiada, haciendo uso de la etnobotánica y los conocimientos de medicina tradicional propios de los pueblos africanos como un modo fácil y asequible de acceso a la sanidad.

África parece llevar asociado de forma implícita el concepto «etnocentrismo europeo», en el sentido que este último tiende a seguir desprestigiando y menospreciando todo lo que provenga de culturas diferentes, sobre todo las provenientes del Sur Global. Posiblemente, debido al colonialismo y al imperialismo, que marcaron un antes y un después en muchos pueblos conquistados con fatales consecuencias para estos últimos. El problema de la colonización se basa, sobre todo, en una falta de comunicación entre colonizadores y nativos. Las premisas de ambos, incluidas religión y cultura, eran muy diferentes. La mayoría de los pueblos conquistados vivían en armonía con su entorno natural y los colonizadores se movían por intereses puramente económicos y religiosos. La imposición de unas creencias que chocaban en todos los aspectos con el estilo de vida y las costumbres de los nativos, llevaron a muchos pueblos al colapso e incluso a la extinción. Durante el siglo XIX, el imperialismo impuso y mantuvo su superioridad económica y tecnológica, lo cual incluía los avances en medicina, cuya efectividad dejaba a la medicina tradicional nativa en una posición desventajosa. El resultado fue un descrédito de esta última frente a la oficialmente superior medicina occidental.

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Frente a todo esto, se hace necesario reinstaurar el prestigio, por otro lado merecido, de los conocimientos de la medicina tradicional africana cuyos orígenes se remontan a un pasado mucho más remoto que el de la medicina moderna. Juega, aquí, un papel muy importante la etnobotánica. Las plantas y raíces autóctonas unidas a los conocimientos milenarios de las culturas africanas no solo constituyen la base de la medicina tradicional africana sino que pueden proporcionar nuevas sustancias naturales que podrían constituir la base de nuevos medicamentos para el beneficio de toda la humanidad. De hecho, algunos descubrimientos por parte de «curanderos» practicantes de la medicina tradicional han aportado soluciones a graves enfermedades, como por ejemplo el uso de la digoxina extraída de las hojas de la digitalis purpurea para tratar cardiopatías. Ante esto, se hace factible la idea de que África y su cultura podría proporcionar a la medicina occidental muchos conocimientos útiles.

Un problema que puede derivarse de lo anterior es la apropiación indebida de estos conocimientos de medicina africana o incluso su expolio por parte de grandes compañías farmacéuticas con claros fines económicos. Además de las connotaciones carentes de éticas que se desprenden de estos hechos, se causa grave perjuicio a los legítimos propietarios de estos conocimientos, menoscabando su derecho a obtener beneficios económicos. Debemos tener en cuenta que, a pesar del legado colonial, un porcentaje alto de la población africana recurre a la medicina tradicional, ya sea por una economía precaria que no permite el acceso a la medicina occidental o por el importante factor psicológico.

Ciertas prácticas en medicina, procedentes de comunidades no occidentales que pudieran parecernos absurdas o carentes de efectividad poseen un componente psicológico importante relacionado con la religión o las creencias culturales de los pueblos que, como mínimo, ejerce un poder tranquilizador, que se traduce en una mejoría del paciente. En el otro extremo, la medicina occidental evoluciona en función de los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos, que favorecen la curación y ayudan a establecer un mejor diagnóstico. Pero esto puede traer, también, connotaciones negativas: su elevado precio y su fuerza deshumanizadora dentro de la relación paciente-médico, donde a menudo se ignoran los aspectos emocionales del primero.

Otro punto importante es el acceso a los medicamentos por parte de la población africana. Como ya he comentado anteriormente, este acceso está muy limitado por temas económicos. Los africanos se ven, pues, abocados a usar la medicina tradicional como único medio para solucionar sus problemas de salud. La reticencia de las farmacéuticas, siempre centradas en obtener el mayor beneficio, en invertir en medicinas para tratar enfermedades africanas tampoco ayuda a estas poblaciones más desfavorecidas.

En este difícil contexto se hace necesario impulsar la medicina tradicional, proporcionarle el prestigio perdido y hacerla útil como terapia no solo para los africanos sino también a nivel mundial. Esto proporcionaría un acceso más asequible a la sanidad para los africanos así como un medio promotor de un posible desarrollo económico basado en la producción e, incluso, exportación de estos recursos autóctonos. Los gobiernos, generalmente muy poco implicados en estos temas, juegan aquí un importante papel a la hora de apoyar y dar soporte a estas iniciativas.

La falta de progreso viene dada por falta de financiación e infraestructuras así como un deficiente acceso a la tecnología. Aun así, se proponen soluciones como la creación de una base de datos con los productos naturales para poder iniciar el estudio de las características químicas de las medicinas tradicionales que podrían proporcionar nuevos fármacos, uniendo de esta forma medicina tradicional y científica. Aprovechar los recursos naturales y medicinales de África, bastante ignorados hoy en día, podría suponer una fuente de riqueza para los africanos. Además de poder tratar con éxito y de forma asequible a muchos pacientes con medicinas propias.

En este aspecto, es destacable la labor del hospital de Keur Massar, en Senegal. Este hospital de medicina tradicional cultiva sus propias plantas medicinales que son recogidas en su hábitat natural. La Dra. Yvette Parès, sorprendida ante la eficacia de las plantas medicinales frente a enfermedades como la lepra o el SIDA, se formó junto al terapeuta tradicional Dadi Diallo y juntos fundaron el hospital. Ante el escepticismo de la comunidad científica en relación a sus declaraciones en favor de la medicina tradicional africana, la doctora argumentó en contra del consabido etnocentrismo europeo haciendo estas declaraciones:

«Son escépticos porque hemos crecido en la idea de que los occidentales somos los mejores, son escépticos por ignorancia, no necesariamente por mala voluntad. Los occidentales han llevado a cabo un auténtico lavado de cerebro a la gente y para entender la medicina tradicional hay que superar ciertas barreras mentales construidas por nuestra educación.»

Dra. Yvette Parès

Se hace necesario señalar que, a pesar de los numerosos beneficios que tienen las aplicaciones de la medicina tradicional para los pueblos africanos, no por ello estos deben ser excluidos de la eficacia y los beneficios de los modernos métodos de la medicina científica dispensados en el Norte Global. En mi opinión, deberían establecerse líneas de desarrollo en los países africanos para facilitarles el acceso a una sanidad adecuada y de calidad, provista de toda la tecnología y los avances en terapias, de tan fácil acceso para los occidentales. El punto negativo es que para ello deberían realizarse inversiones que pocas instituciones están, a día de hoy, dispuestas a asumir.

Aun así, la existencia de hospitales como el de Keur Massar, el prestigio en vías de recuperación de la medicina tradicional y los proyectos de comercialización de medicamentos elaborados a base de extractos plantas, suponen un importante avance para estas sociedades, que ven en ello, no solo una forma fácil y asequible de acceder a la sanidad sino también una fuente de riqueza, que les puede facilitar su «independencia» respecto a las medicinas occidentales.

Para terminar, quisiera destacar la importancia de alejarnos del etnocentrismo europeo, tan arraigado en la sociedad occidental, que con su superioridad tecnológica tiende a la arrogancia así como al desprecio de todo lo que le es culturalmente alieno. En ocasiones, es beneficioso abrir la mente y comprobar que podemos aprender mucho de otras culturas como la africana, con mucho que aportar respecto a etnobotánica. Los pueblos africanos se están empezando a constituir en pequeños productores en potencia de las sustancias naturales que podrían constituir la base de los fármacos del futuro.

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