Duelo a muerte en el OK Corral

Por Daniel Seijo

Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López, han llegado al corral con los ánimos agitados y las armas dispuestas tras numerosas rencillas y un honor, el del Partido Socialista Obrero Español, realmente comprometido tras la irrupción de unas nuevas formas políticas que no parecen haberle sentado especialmente bien al PSOE. Una formación la de Ferraz, rota entre una militancia ahogada por los hábitos del neoliberalismo y una burocracia reflejada en unos barones supeditados ideológicamente en gran medida a una vieja guardia que hace tiempo ya abandonó toda señal de socialismo.

Basta simplemente con repasar la cronología del Partido Socialista, para percatarnos de la delicada situación por la que atraviesa la que fuese la formación socialdemócrata por excelencia de nuestro país. Tras un pasado reciente y no tan reciente de traiciones, asaltos al poder y promesas incumplidas, las actuales primarias del PSOE se presentan como un duelo inmisericorde de reputaciones y egos (esperemos por sus militantes, también guarden un espacio para el ideario) en donde el votante socialista tienen todas las papeletas para seguir siendo el más perjudicado. Afirmó William Shakespeare a través de las palabras del siempre lúcido Macbeth: «Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos» y sin ninguna duda, el puñal oculto que puso fin al liderazgo de Pedro Sánchez se terminó dibujando en las sonrisas de sus más cercanos, sus compañeros de partido. El continuado coqueteo del Secretario General con el entorno de Podemos para la hipotética formación de un Gobierno de coalición, las pequeñas batallas predecesoras de grandes guerras y el profundo temor de los históricos del PSOE (en consonancia con la derecha española) ante la posible realidad de un gobierno alternativo de izquierda, terminaron por forjar una traición al proyecto de Pedro Sánchez que por dolorosa, todavía hoy continua monopolizando casi en su totalidad el ambiente político en Ferraz.

Como una bola de derribo, el proyecto de quienes defendieron el «No es no» ha logrado sacudir los cimientos del PSOE

Llega Pedro Sánchez a esta recta final de las primarias con la fuerza de quien se ha impuesto frente el aparato del partido al ostracismo, pese a las campañas mediáticas en su contra, el paso del tiempo y una campaña política no siempre del todo limpia por parte del entorno de Susana Díaz, el ex candidato socialista a la presidencia del gobierno logra contra todo pronostico, postularse ante la militancia de su partido con apenas 6.000 avales menos que la candidatura oficial. Todo sin renunciar, ni mucho menos, a hacer suyo el discurso de la traición a los principios de la formación que tanto tiempo lleva buscando una válvula de escape entre los votantes del PSOE y con la firme intención de hacer de su indefinición y los vaivenes políticos (grandes errores en el asalto a la Moncloa) posibles virtudes con las que recavar apoyos entre las diferentes corrientes de los socialistas .

Quienes vieron en la abstención y posterior lentitud  del proceso de primarias un punto y final para Pedro Sánchez, obviaron sin duda las armas que por el camino le estaban regalando a su futura candidatura, para presentar batalla hasta el final. Como una bola de derribo, el proyecto de quienes defendieron el «No es no» ha logrado sacudir los cimientos del PSOE poniendo de manifiesto las preferencias del aparato del partido a la hora de decidir el sentido del esfuerzo de su maquinaria electoral. Susana Díaz, se presenta por primera vez ante el electorado español como la cara visible de quienes pactaron por omisión con Rajoy, aquellos que se vieron con derecho para erigirse como la voz del pueblo y sus votantes, para en un decisión que les pertenecía tan solo a ellos, traicionar su programa electoral y dejar en manos de la derecha el gobierno de España.

Cuesta especialmente creer a la señora Díaz cuando nos habla de recuperar la izquierda o incluso a su propio partido. Cuesta no recordar su apoyo al gobierno del drama de los desahucios, el de la ley mordaza, los recortes y sin duda, el partido de la cara más bochornosa de la corrupción en España. Por mucho que se empeñen desde el PSOE en hacer valer el paso del tiempo, la mayoría de los españoles todavía recordamos su abstención.

La candidatura de Susana Díaz representa la baza del caballo ganador, la apuesta principal de un partido que si bien podría intentar controlar en última instancia los posibles daños, parece ya haber realizado su apuesta firme por una candidatura con los enemigos claros. Las primarias del PSOE, suponen un pequeño avance del camino a seguir por una maltrecha socialdemocracia que en toda Europa, no ha sabido canalizar la rabia y frustración de grandes masas de votantes. La lucha por el voto de la izquierda y el acceso al gobierno, ya no se da tan solo en las minorías sin necesidad de entrar en la arena para combatir los grandes postulados de nuestro sistema. La crisis financiera de 2008 y sus posteriores consecuencias sobre la población y especialmente sobre quienes erróneamente se consideraban clase media, ha dibujado sobre el tablero político español una ola de indignación hasta ahora difícilmente digerida por una vieja guardia del PSOE, que ante la incapacidad de sobrevivir al cambio de paradigmas, parece preferir precipitarse sin temor hacia la debacle.

Puede que existan pocas posibilidades de que Pedro Sánchez sea de nuevo el secretario general del PSOE, los números y el sentido último de la candidatura de Patxi López juegan en su contra. Pero si algo parece seguro, pase lo que pase tras estas primarias, es que la guerra interna abierta en el PSOE está muy lejos de cerrarse. Como en el tiroteo entre los Earp y los Clanton, este último duelo en las filas de los socialistas, parece destinado a simbolizar la lenta agonía de una época ya pasada.

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