Derechos | La educación concertada no existe

Por Ángel L. Hernández

Pues NO, no me he vuelto loco de repente; aunque no sea yo el indicado para hacer este juicio de autoevaluación psicológica, pues sólo soy un profesor de Matemáticas, un profesor interino de la educación pública, uno de los que los últimos años ha visto como miles de profesores han sido expulsados de las aulas y como la situación de nuestra educación, de sus docentes, de los centros educativos, de los alumnos y alumnas en general ha sido precarizada por un cúmulo de despropósitos, a ritmo de vértigo, cuyo único objetivo ha sido mercantilizar la educación y hacer de ella un negocio. La crisis, esa bestia hambrienta y devastadora, ha sido la excusa.

Volviendo a la realidad de la Educación Pública y la Educación Privada, en el marco de nuestro Estado no existe otro tipo de modelo. No hay término medio. Si bien es cierto que existen empresas privadas que se nutren de fondos públicos, en forma de conciertos con la administración, para pagar a los profesores, pero no por ello dejan de ser empresas privadas cuyo objetivo es la obtención pura y dura de beneficio. Son empresas.

En este aspecto, ¿por qué si yo trabajara en una fábrica que recibe financiación pública, nunca diría que trabajo en una fábrica concertada, y si trabajo en un colegio o instituto en las mismas circunstancias, entonces sí? Muy simple, el objetivo es enmascarar la situación real, hacer creer que hay un modelo intermedio entre la educación pública y la privada, de forma que se pueda manipular a la población, e indirectamente instaurar que los ciudadanos estén sometidos a un “repago” educativo.

Si, hablo de “repago” porque, contra toda legalidad, lo cierto es que los centros privados financiados con fondos públicos cobran a los padres de sus alumnos. Al menos, la mayoría lo hace y éste es un hecho conocido, al igual que desconocida es su ilegalidad. Pero los dueños y gerentes de estas empresas sí lo saben; por eso la mayoría de estos pagos se camuflan, se envían recibos como donaciones, se realizan cobros por actividades extraescolares o aportaciones para mantener jardines, capillas, instalaciones deportivas, y así un largo etc. Para los estudiantes, y mientras los padres sean dóciles y paguen no hay ningún problema, pero parafraseando a Mecano “el problema viene después”, cuando los pagos no se hacen, cuando junto con la matrícula no se realiza la domiciliación de esas donaciones y aportaciones. En estos casos la situación, en muchos centros, se complica, pues los niños no pueden salir en las actuaciones del colegio, las llamadas se hacen constantes a los padres, cual teleoperadora acosadora, y los centros educativos llaman y llaman a las madres y padres recordándoles la importancia de los pagos. Incluso en algunos casos no se dan las notas a los alumnos hasta que los padres no “cumplen” o van al centro a exigir las notas.

Es cierto; hay intereses, intereses económicos.  Existe un evidente nicho de mercado, que es la educación, y para ello están dispuestos a todo. Incluso manipulan el lenguaje; y es que la manipulación lingüística no sólo tiene que ver con una cuestión académica,  es también una cuestión política o ideológica que tiene que ver con que una clase domine al resto.

Ya vimos con el “rescate bancario” que la manipulación del lenguaje es un arte propio de trileros que domina a la perfección la derecha más rancia de este país (bueno, ¿qué derecha no es rancia?). Ese “arte oscura” ha cambiado la ley para pasar a denominar a los imputados de toda la vida por investigados, por ejemplo. Ese cambio lo han propiciado los mismos, evidentemente, y tiene como objetivo que traspasemos el corto camino entre la ilusión que nos presentan y la frustración de una realidad cada vez más cruel para miles de ciudadanos.

El nuevo ataque a la Educación Pública viene de la mano de las empresas privadas, que han visto el filón y el brillo del dinero con la mercantilización de la Educación Pública. Si ahora el 35% de los centros son privados con financiación pública, las nuevas ampliaciones de conciertos con estas empresas, así como la ampliación de las subvenciones a etapas no obligatorias, sólo tienen como objetivo enriquecer al sector privado en detrimento de la Educación Pública. Que no te engañen, ya que no se trata de una cuestión de “libertad de elección”, otro eufemismo, otra manipulación, para propiciar la segregación de la población.

De esta forma, y si sucumbimos a la manipulación, a la tergiversación y al engaño, finalmente conseguirán su objetivo: una educación pública subsidiaria de la privada. Es un objetivo ideológico porque es un objetivo económico de quienes están deseando hincar el diente a semejante pastel. Y NO, yo no estoy dispuesto a esto. Creo, como docente y como ciudadano, en una Educación Pública de calidad, en la función de “ascensor social” de la educación. Por eso me niego a someterme a esa manipulación del lenguaje, me niego a hablar de Educación concertada, no pienso perder esta batalla y mucho menos la lucha por la Educación Pública, que pienso defender a ultranza.

Me sobran los motivos para ir a la huelga del próximo 9 de marzo, y no deberían faltarle a ningún ciudadano, pues la Educación Pública debe ser el pilar de una sociedad justa y próspera para todos y todas. Y eso, precisamente, es lo que está en juego.

3 Comments

  1. No son realmente una empresa privada. Al menos no todos los centros «concertados.» Son pocos los centros que obtienen beneficios. Los centros pequeños (por ejemplo, en el pueblo en el que vivo hay uno) apenas pueden reformar infraestructuras y no disponen del mismo material que la pública (cosa que me parece bien). Para mí, la diferencia más importante es el trato a los alumnos. Estos dejan de ser alumnos para ser clientes y ya sabemos que el cliente siempre lleva razón. Ahí radica el verdadero problema de la concertada.

    Por otra parte, loo de los pagos es «voluntario». Y, si bien es cierto que la mayoría de colegios, especialmente los religiosos, «amedrentan» a sus clientes para obtener sus cuotas, está en las manos de los padres no ceder a eso. Pero claro, entramos también en otra cuestión, el nivel socioeconómico que tienen algunos de los alumnos de esos centros hace que esos padres presuman de colegio «de pago».

    Por último, las cooperativas me parecen algo aún peor. Conozco una en la que los profesores están obligados a tener acciones y aportan una cantidad. Al final es aún peor. Si te vas de ahí, pierdes el dinero y los derechos.

    Resurgiendo: la educación concertada es un negocio redondo para el estado. Es indudablemente más barata (hasta los profesores cobran meno), por mucho que algunos del sector de la pública se empeñen en negar.

    Yo defiendo la educación pública, pero sin inventar sobre la concertada (sea religiosa o no). Al final en la concertada el dinero tiene que venir de algún lado, sea los padres de los alumnos o sea de los profesores. Eso sí, los perjudicados son los mismos: los alumnos.

  2. Como profesor funcionario de la escuela pública andaluza durante un cuarto de siglo, debo denunciar que en este artículo se oculta y falsea la realidad de la enseñanza privada/concertada: mayoritariamente es católica, lo cual la aleja por principio del legítimo afán de lucro de una minoría empresarial. A qué dedican los religiosos (católicos: sin parangón con ninguna otra confesión en cuanto a beneficencia) las “ganancias” de los colegios está claro, casi tan claro como el claroscuro fin de las subvenciones estatales de, pongamos por ejemplo, sindicatos como UGT y CCOO, provengan del Gobierno español o de los fondos de la Unión Europea. Las “ganancias” católicas van derechas a la beneficencia, tanto española como del resto del mundo. En rigor, es que las escuelas católicas concertadas no obtienen ganancias en absoluto, porque lo que el Estado les asigna por cada puesto escolar está tan lejos como casi un 50% de lo que cuesta ese puesto o de lo que le cuesta al Estado en la escuela “pública”. Por eso es por lo que se pide a los padres en la concertada donaciones, no por sistemáticas menos voluntarias, a los padres: para mantener la calidad de la oferta educativa. Por eso los padres, como yo, que tenemos hijos en la concertada damos con gusto ese dinero… cuando podemos. Me consta, por mí y por familiares y amigos, que las represalias que se propagan en este artículo no se corresponden con la realidad: no digo yo que no haya habido alguna excepción porque desconozco la totalidad de los centros y circunstancias, por lo cual no cometeré la misma falacia de la generalización que se comete en este escrito, pero desde luego hay evidencia disponible para denunciar la afirmación como falaz.
    En cambio, lo que no existe es la “enseñanza PÚBLICA” como opuesta a la concertada: pública es toda la que el Estado permite como ajustada a legalidad y financia en atención a la igualdad ante la ley y la no discriminación por razón de creencia o ideología. La propia LOE de Zapatero habló de “doble red pública” de centros financiados por el Estado. Es de justicia: cheque escolar o concertada; otra cosa es prejuicio falaz, dogmático y despótico. Ahora bien, la razón de que actualmente la escuela “pública” esté en desventaja, desprestigio y falta de la demanda de que disfruta la concertada sí que es “IDEOLÓGICA”: por culpa de dogmas pseudopedagógicos y politización demagógica, la enseñanza ha sido destruida porque ha perdido, entre otras cosas, el fundamento imprescindible de la disciplina que se busca en la concertada. Por fin: ¿INTERESES ECONÓMICOS? Claro: los que tienen las Administraciones de IZQUIERDA siniestra (bueno: ¿qué izquierda no es siniestra al hacer lo contrario de lo que predica, desde el GAL a la financiación de la concertada, según le convenga demagógicamente?) para mantener la concertada año tras año pese a su contradicción con su ideología anticlerical, laicista y cristianofóbica: porque los católicos sostenemos con nuestros fondos privados, a través tanto de los impuestos como de las donaciones voluntarios en la concertada, la enseñanza “pública” a la que los siniestros gobiernos que se suceden les hacen recortes y mezquindades.
    En suma, no encuentro más motivo que la ignorancia o el prejuicio dogmático y demagógico para esta convocatoria de huelga.

  3. Estando de acuerdo con el espíritu del artículo, no lo estoy con la generalización. Sí existe la educación concertada, aunque sea un fenómeno minoritario. Sí existen centros privados que se acogen a los conciertos con el Estado y cumplen como colegios públicos. El problema no es el término «concertado», sino las personas que conforman el centro.
    Por motivos que no vienen al caso, mi hijo va a un centro concertado, una cooperativa de profesores jóvenes, no católicos ni de ninguna otra confesión religiosa, en el que ni se paga por matrícula ni por ningún otro concepto más o menos «oculto». Un centro donde lo necesario para eventos se fabrica en las aulas con materiales que ellos mismo proporcionan sin coste alguno para nadie… y donde conviven razas,etnias y niveles económicos de lo más variado.
    Es posible que sea una excepción, no puedo asegurar lo contrario, pero sólo quiero transmitir el mensaje de que la educación concertada puede existir, y de hecho hay quién la pone en práctica con todas las consecuencias que se le supone.
    Entiendo que el artículo pretende enfatizar en la necesidad de ahondar en una educación pública de calidad, y en eso estoy 100% de acuerdo. Es más, en mi opinión no deberían existir más que centros públicos, sin opción para que ningún sector social pueda influir en la educación de nuestros hijos, de tal forma que el centro en el que estudia mi hijo sería público, aunque seguramente yo no notaría la diferencia.
    Un saludo y enhorabuena por el artículo.

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