Derechos I ¿Qué parte no se entiende de un “NO es NO”?

Por Roberto Santos

Cuando yo era adolescente, allá por los 90, se me quedo grabado un mensaje que entonces era repetido de forma constante en campañas publicitarias y series de televisión de la época. NO es NO. 

Se ve, que casi 20 años después, este mensaje todavía hay que seguir repitiéndolo, porque los datos de violaciones en nuestro país son simplemente aterradores. Tan aterrador como el mero hecho de tener que llevar un recuento, un recuento que ni siquiera sabemos si es representativo, porque se basa solo en las que denuncian, pero, ¿cuántas hay que no lo hacen? Ese dato es imposible saberlo, pero no creo que nadie tenga la más mínima duda de que debe ser una cifra tan importante como la de violaciones oficiales. 

¿Qué es una violación oficial? Pues esa donde hay penetración, porque si no, no es violación, como si meterte mano sin tu permiso no fuera una violación, como si que alguien te robe la sensación de seguridad y te bese por la fuerza o te sobe con violencia no fuera una violación… Sería bueno que alguien redefinirse lo qué es una violación creo yo.

Las cifras oficiales nos hablan de tres violaciones diarias en nuestro país, una mujer cada 8 horas, una mujer que ha sido penetrada contra su voluntad, las otras, las que han sufrido también una agresión sexual pero sin penetración, esas no entran en la estadística no vaya a ser que la cifra que nos encontremos sea demasiado dantesca para seguir ignorándola, para seguir sin hacer nada al respecto. 

¿Y las qué no denuncian? Hay quien te dice que si una mujer no denuncia es porque quizás provoco la agresión de alguna manera, porque a lo mejor no fue una violación porque ella había bebido mucho y él es un buen tío… Pero no es así, porque NO sigue siendo NO.

NO es NO, también cuando ya has empezado a enrollarte con alguien y de repente no quieres seguir o cuando has bebido tanto que no controlas tus actos y alguien se aprovecha de ello. 

NO es NO, aunque el otro sea tú pareja, aunque te parezca increíble que te estén rechazando, NO es NO y punto.

Si hay algo que me asquea profundamente es cuando se somete a la víctima a un tercer grado, como si fuese culpable de haber sido violada, como si se lo hubiera buscado, como si después de ser violada tuviese que encima ser abroncada por no haber tenido cuidado, por haber bebido, por haberse subido al coche de quien creía que no le podría hacer algo así.

Dejarme aclararos algo, detrás de cada violación, con penetración o no, hay una mujer, en definitiva una víctima. Y cada una de esas víctimas es mucho más que un número en una estadística, cada víctima es una historia diferente y todas esas historias empiezan a contarse desde ese momento en el que alguien hace que tu vida cambie para siempre, que cambie tanto que desde ese momento todo sea un antes y un después de la violación.

La violación no es un juego sexual que se te va de las manos, es una forma de ejercer poder sobre otra persona y eso es lo que el violador encuentra gratificante, demostrar a la víctima que tiene el poder de abusar de ella, de arrebatarle su seguridad para siempre, de marcarla de por vida, porque eso es justamente lo que busca, dejar su huella en tu alma para siempre.

Hace poco una chica me contaba su historia, su violación. Ella no denunció a su agresor porque pensó que nadie le iba a creer, porque durante un tiempo se negó a si misma que eso le hubiese ocurrido a ella. Su agresor fue un amigo, una persona en la que ella confiaba, que una noche de fiesta le dijo que podía dormir en su casa porque ella no estaba ya en condiciones de coger el coche e irse sola.

Al llegar a la casa se tiro en el sofá y se quedo dormida, lo siguiente que recuerda es despertar con él encima, intentar zafarse y a él tapándole la boca y diciéndole que todo estaba bien.

Después de eso, él se fue a la cama a dormir y ella se quedo en el sofá, paralizada, intentando comprender, intentando dar sentido a algo que no lo tenía. Se vistió y se fue a su casa andando, ni siquiera podía llorar, estaba absolutamente en shock.

Ese mimo día, habló con una amiga que desde el primer momento, cuestiono su relato, recordándole que estaba borracha, diciéndole que igual lo había provocado ella de algún modo y que quizás no se acordaba. 

Su amiga fue tan vehemente que ella se autoconvenció de que no fue violada. Pero en el fondo de su ser, sabía que sí, sabía que ya nada volvería a ser igual, porque desde ese momento todo cambió para ella. 

Tras aquello corto toda relación con él y curiosamente a él no le sorprendió, porque nunca preguntó a nadie por ella, ni mencionó el tema. Hasta que un día se lo encontró en una cafetería de su barrio y todo volvió a su mente como si estuviese ocurriendo de nuevo. Tuvo que salir corriendo de allí y vomito en la primera esquina. El resto del camino hasta su casa no pudo dejar de llorar, las lagrimas no dejaban de brotar y comprendió que había sido violada, que no podía seguir negando lo ocurrido y que necesitaba ayuda.

Está es solo una historia de las muchas que hay detrás de cada violación, con o sin penetración. En lo que coinciden todas es en que siempre son cuestionadas, siempre acaban estigmatizadas, siempre les hacen sentirse culpables y no, no lo son. 

Tú cuerpo es tuyo y nadie tiene derecho a abusar de él, a tocarte donde no quieres ser tocada, a robarte tu sensación de seguridad, a romper tu vida en mil pedazos. Por eso debes denunciar y pedir ayuda si eres víctima o lo has sido. Porque la culpa no es tuya, es de quien agrede, quien usa la violencia o su superioridad física para hacer de ti lo que quiere y es él quien debe pagar por ello, es él quien debe ser estigmatizado y sentirse culpable por lo que ha hecho, no tú. 

Si has sido víctima de una violación, debes acudir inmediatamente a un hospital, entre más rápido mejor, aunque te mueras de asco, no hagas lo que ves en las películas, no vayas a casa a ducharte, porque estarás destruyendo pruebas. 

Acudir a los servicios de urgencias para un examen es crucial para poder fundamentar la denuncia. Además el personal sanitario debe hacerte las pruebas correspondientes para detectar posibles enfermedades de transmisión sexual, así como conseguir el ADN del agresor para una futura identificación.

Después de poner la denuncia, vas a necesitar ayuda de un profesional, recuerda que en un caso de violación, sólo hay un culpable, que es el agresor, y ese sentimiento de culpabilidad, esos miedos que te asaltan al dar el paso de denunciar, al darte cuenta de que te han violado y de los efectos que eso tiene en ti, será más fácil superarlos con ayuda.

Ojalá algún día, no tengamos que hablar de cifras de mujeres violadas, no tengamos que recordar que NO es NO. Ojalá las víctimas dejen de ser cuestionadas cuando denuncian como si fuesen las culpables de su propia violación, soportando la doble humillación que supone tener que tratar de convencer al mundo entero de que dijiste NO. 

Vivimos en un mundo tan hipócrita que culpamos a las mujeres que no denuncian por no hacerlo y culpamos a las que lo hacen cuestionándolas como si fuesen culpables de su propia violación. La única diferencia en esto es que a las primeras no podemos ponerles rostro, ni nombre, ni sumarlas a las dichosas estadísticas. Pero existen, están ahí y yo no me siento capaz de culparlas por no denunciar, porque por desgracia es un proceso tan duro que entiendo que haya quien no quiera pasar por todo eso, aunque no sea lo correcto.

Por desgracia, en nuestro país ser violada o agredida sexualmente no cuenta como violencia de género, por lo que la Ley de Violencia de Género no las protege, lo que no deja de ser curioso, ¿acaso no son violadas por ser mujeres? ¿Acaso no son hombres los que violan y mayoritariamente mujeres las violadas? Pues se ve que a nuestros queridos legisladores esto se la chufla, total, no tenemos las estadísticas de Sudáfrica, aquí se viola poquito en comparación, ¿no?

Pero lo peor de todo ya no es eso, si no ver un caso de violación en prensa y automáticamente ver a todo el mundo diciendo cosas del tipo,» ¿qué hacía sola tan tarde?» «¿Por qué se subió al coche de ese chico?» «Ojo que había bebido mucho»…                 

Mientras esta siga siendo la mentalidad, será difícil que estás cosas dejen de pasar. 

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