Derechos | Estado de indefensión

Por Guillermo Rodríguez

Rios de tinta han corrido a cuenta de la surrealista condena a Cassandra Vera por unos tweets humorísticos sobre el asesinato de Carrero Blanco. Muchos han hablado más y mejor que yo sobre el retroceso que este caso -y otros parecidos- suponen para la libertad de expresión en nuestro país.

Sin duda, la infame sentencia nos acerca más a la Turquía de Erdogan que a la Europa del progreso. Pero si la decisión de la Audiencia Nacional ya es mala, las reacciones han sido aún peores. Me habría gustado que semejante castigo mereciese la crítica unánime, por injusto y desproporcionado, de partidos políticos y medios de comunicación.

Nada más lejos de la realidad.

De los cuatro grandes partidos solo Unidos Podemos ha mostrado su apoyo expreso a Cassandra. El PSOE balbuceó algo en Twitter sobre lo discutible de la condena, Albert Rivera se negó a pronunciarse (nosotros solo opinamos de Venezuela, le faltó decir), y el PP…. bueno, esto escribía el PP de Madrid en su cuenta de Twitter:

Ante un ataque tan gratuito, Cassandra respondía recordando que el partido que gobierna en la comunidad de Madrid tiene mejores cosas que hacer que rebuscar en el historial de una tuitera de 20 años; y sacaba a colación los recortes en Educación.

No se achantaba el PP de Madrid, que respondía así:

Se me ocurren muchas palabras para definir al autor de estos tweets, pero como tal vez ahora sea delito escribirlas, me las ahorraré. ¿Cómo puede un partido político rebajarse de ese modo para atacar a una ciudadana de a pie? ¿Y encima con ese tono de niñatos? Unas actuaciones sencillamente miserables.

A la hora de escribir estas lineas, el PP de Madrid no se ha disculpado ni retirado los tweets, así que debemos suponer que esa es la postura oficial del partido. De ser así, sigue la estrategia de la Caverna para banalizar y justificar la sentencia a Cassandra. Esta estrategia se basa en dos argumentos

1º La sentencia no es para tanto

Cassandra no pisará la cárcel y ni siquiera tendrá que pagar las costas del juicio porque se beneficia de la justicia gratuita.

Entonces bien, ¿no? Pues no, porque la sentencia incluye siete años de inhabilitación total. Eso significa que durante ese tiempo no podrá recibir la beca para sus estudios ni optar a ningún cargo público, incluyendo oposiciones. Recordemos que Cassandra aspira a ser docente y ahora tendrá que esperar por lo menos hasta los 28 años para poder dedicarse a ello.

Por lo que vemos la sentencia trastoca por completo sus planes de vida. Y todo por unos cuantos tweets humorísticos sobre la muerte de un franquista.

Pero vamos al segundo argumento, y posiblemente el más rastrero.

2º De todos modos Cassandra no debería ser profesora

Los defensores de este argumento se han dedicado a husmear como buitres en el historial de tweets de Cassandra para apoyar su teoría de que es una radical que no debería dedicarse a la enseñanza. Rescatan tweets suyos de hace años y los difunden con el objetivo de  atacarla y justificar su condena, al igual que hace el PP de Madrid.

Los hay quienes van más lejos e insinúan que su condición de transexual la inhabilita para la enseñanza.

¿Se puede juzgar la capacidad de una profesora por los tweets que escribió hace años? ¿Es una transexual un mal ejemplo para los jóvenes? Cualquiera con dos dedos de frente diría que no, pero eso no detiene la cacería conservadora.

Cuando el humor se convierte en delito, Cuando se persigue a la gente por sus ideas, cuando los medios son cómplices del abuso, nos encontramos en un estado de indefensión. Hoy ha sido Cassandra, pero mañana podrías ser tú o yo. Cualquier excusa les vale a los enemigos de la libertad.

La única defensa que se me ocurre es apoyarnos entre nosotros hasta que las cosas cambien y volvamos al siglo XXI. No dejemos sola a Cassandra frente al coro de los intolerantes, apoyémosla, defendámosla. Porque como dicen, para que el mal triunfe basta con que los buenos no hagan nada.

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