Cartas (de Amor en tiempos) de guerra

Es irónico que la revolución fuese protagonizada por militares que no querían dar continuidad a aquella guerra, que estaba devastando no solo los territorios ocupados, sino también la propia colonia.

Por Angelo Nero

“Porque camandro é que não se fala nisto? Começo a pensar que o milhão e quinhentos mil homens que passaram por África não existiram nunca e lhe estou contando um romance de mau gosto impossível de acreditar”, escribió el joven alferez Antonio Lobo Antunes, cuando todavía estaban frescas las heridas de la aventura colonial portuguesa, y que hoy, casi cuarenta años después, siguen sin cerrar, en ese ejercicio del olvido contra el cual el escritor lisboeta ha luchado desde la república de las letras, desde la publicación de su primera novela, en 1979, cuyo nombre era toda una declaración de intenciones: “Memoria de Elefante”, donde ahonda en las cicatrices de la guerra que no se pueden cerrar sino se airean bien, ahondando en sus causas y consecuencias.

La última etapa de la descolonización del imperio portugués, que se extendió desde Brasil a las Molucas, de Goa a Nagasaki, de Zanzibar a Ormuz, fue el escenario para una sangrienta guerra de liberación nacional en Timor, Cabo Verde, Guinea Bissau, Mozambique y Angola, originando un desgaste militar y político a la potencia colonial, gobernada por el Estado Novo, una de las dictaduras más longevas de Europa, que propiciaría todas las condiciones para el estallido de la Revoluçao dos Cravos, liderada por militares progresistas, veteranos de estos conflictos, que se habían politizado durante su experiencia africana, y cuya primera medida, una vez que hicieron caer al régimen de Salazar –o más bien de su continuador, Caetano- fue la de ordenar el fin de las guerras coloniales, entregándoles el gobierno a los respectivos movimientos de liberación –aunque esta medida causa el retorno precipitado de medio millón de portugueses, y cruentas guerras civiles, en Angola y Mozambique, o la invasión por parte de otros países, como en Timor, donde Indonesia causó un terrible genocidio.-

Edgar Medina, uno de los guionistas del film dice: “O 25 de Abril rompe com a ditadura do Estado Novo e lança a guerra colonial para o passado. A partir daquele momento, Portugal já é outro. Está ocupado com a maravilha da democracia, com a possibilidade de desenvolvimento económico, com a festa de Abril, mais tarde com a CEE e depois com a União Europeia. O silêncio abate-se sobre os combatentes. Estes homens parecem fantasmas no meio de uma festa.”Es irónico que la revolución fuese protagonizada por militares que no querían dar continuidad a aquella guerra, que estaba devastando no solo los territorios ocupados, sino también la propia colonia.

En su segunda novela “Os cus de Judas” –traducido aquí como “En el culo del mundo”, Lobo Antunes ahondara en las consecuencias sicológicas del conflicto, y ya con gran éxito de crítica y público se consagrará como uno de los más importantes narradores en lengua portuguesa, aunque, curiosamente, ninguno de estos “romances” serán llevados al cine, quizás porque el ritmo narrativo del escritor de Benfica es bastante onírico, plagado de laberintos del lenguaje, con continuos cambios de espacio y de tiempo, sino que han sido sus “Cartas da Guerra” las que han llevado a la gran pantalla su experiencia en la guerra colonial.

A través de los más de trescientos  aerogramas que el joven alférez escribe a su mujer, “trezentos gritos de amor sufocados”, -editados recientemente por sus hijas, que escriben en su prólogo: “Este é o amor dos nossos pais, de onde nascemos e do qual nos orgulhamos. Nascemos de duas pessoas invulgares em tudo, que em parte vos damos a conhecer nestas cartas. O resto é vosso.-“ nos vamos introduciendo, a la par de una historia de amor totalmente arrebatadora, en la cruda realidad de una guerra sin sentido, que desangró a la juventud portuguesa, y consiguió que, finalmente, se revelase contra la dictadura, empeñada en mantener los restos de un imperio, en pleno de esa vorágine histórica que fue la descolonización africana (y asiática) de la segunda mitad del siglo veinte.

El poeta Manuel Alegre, tambiéndijo: “O 25 de Abril, enquanto golpe militar, criou condições políticas para acabar com a guerra, mas a guerra não acabou dentro das pessoas.” Y es que una experiencia tan traumática como esta, en un joven con la sensibilidad de Lobo Antunes, colonizado por un amor a larga distancia, y horrorizado por las emboscadas, los bombardeos, la miseria de la población local, por fuerza continúa después de la resolución del conflicto, como queda reflejada en su extensa producción literaria. Pero lo que aquí nos ocupa, en definitiva, es el tratamiento cinematográfico de su historia, donde el joven alférez, interpretado magníficamente por Miguel Nunes, intenta una suerte de evasión, a través de las cartas que escribe a su esposa, con la que llevaba solo una año casado y que, además, se encontraba embarazada, misivas en las que hace hincapié en la pasión, en la nostalgia, en la melancolía, y donde la guerra se minimiza, se hace monótona, con los encuentros con los nativos, hacia los que Lobo Antunes muestra simpatía, intentando comprender incluso, las razones de la guerrilla, que, por otro lado, nadie mostró tan bien como el genial Pepetela.

“Somos quem fomos”, repite muchas veces el lisboeta, y aquí el director Ivo Ferreira busca a ese que fue Lobo Antunes, escritor y médico incipiente, en el que despuntaba su posterior inquietud política, pero, sobre todo esa extrema sensibilidad con la que ve al mundo exterior, al que le rodea, y al interior, a ese que le hace vivir este exhaustivo “amor en tiempos de guerra”, en medio de unos sobrecogedores paisajes africanos, cielos interminables que anuncian siempre una tormenta, enemigos invisibles que acechan en las sombras, y esa pesada monotonía de la espera, esa nostalgia que crece en los días grises, en los que no pasa nada, y se vuelve enorme en los que la cotidianidad se rompe, por los disparos y las bombas.

Tal vez se le puede achacar un ritmo lento, pesado, descorazonador, a esta lectura de cartas desde la guerra, pero, ¿no es así el tiempo que pasa en las trincheras, esperando que la muerte se aburra, y termine por llevarse al enemigo? De todos modos este film merece la pena solo por el profundo esfuerzo poético que se ha realizado a través de las imágenes y de las palabras.

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