Adiós con el corazón, que con el hampa no puedo | Fallo de sistema

Por Filosofía Perdida

Me dejo Twitter. O, por decirlo en el tiempo adecuado, me dejé Twitter. No sé cuántas personas querrán leer mis razones o mis excusas para ello, pero sé que prometí un análisis a Nueva Revolución para este día, y es este: no veo mejor análisis que dejar el Twitter, no veo mejor análisis que cambiar de lugar de lucha, porque desde este lado de la trinchera no he ganado más que malestar, sin que se colija de ello que alguien cambió de opinión y comenzó a pensar por sí mism@.

Despedida

Mi valoración del día de hoy es muy sencilla: tenemos un país con una importante base de izquierdas perezosa y una derecha miedosa. Al margen de las acusaciones de pucherazo que he oído, y las sospechas lanzadas por los datos que arrojaba la empresa de recuento sobre participación y abstención, todo ha sido ir a culpar a otros partidos, ignorando la clave de lo que ha pasado, la culpa está en un pueblo que no ha votado como dijo a las encuestas, o de unas encuestas que no pudieron, no supieron o no quisieron expresar una interpretación veraz. Si se ha perdido es porque no se resultó votado, y si esto es así es porque no se ha convencido para superar la pereza y el cansancio de la penúltima cita electoral.

Hoy todo el país se pregunta ¿cómo es que ha ganado el PP? Y la respuesta que debería darse es esta: el miedo ha hecho vencer más indecis@ que la ilusión. Ni la “sonrisa de un país” ni la “gente del SÍ” han podido con el “que vienen los malos” tan infantil y primario como efectivo a la hora de que en un país con poca cultura democrática (y cultura en general) se decida quién va a llevar adelante su país. Así, mientras todo el mundo desea que la gente piense como lo hace él o ella, el PP se ha centrado en algo más primario, que la gente no piense, como hacen todos los que pertenecen a su partido y por acción o por omisión le llevaron a ser el primer partido imputado de la historia de la democracia.

Leía en Twitter a alguien que al PP solo le había faltado tener dos tramas corruptas más, otro caso de espionaje y una nueva visita de la policía a su sede para conseguir la mayoría absoluta. Además de gracioso, es ingenuo, porque el voto al PP, una vez más, no viene dado por la reflexión. Si el PP duplicara o triplicara su corrupción (hay que echarle mucha imaginación), el número de votantes no aumentaría ni se reduciría, porque la corrupción ya le da igual a l@s votantes que está conservando. Si el votante del PP analizara en realidad a quién entrega el voto, posiblemente no votaría jamás a su partido, pero vota a la defensiva, amarrad@ a sus principios liberales, nacionalcatólicos o conservadores (según el perfil del votante), pensando que el PP es la única garantía de que esos principios no sean pisoteados, o que lo que más aprecia no se pierda.

Al mismo tiempo, existe una mayoría silenciosa que muchas veces desearía que Pablo Iglesias impusiera justicia social en todo el país, o que Pedro Sánchez gobernara y parasen los recortes (creo que en esto Pedro, a diferencia de Susana, no nos iba a engañar como hace ella en Andalucía y pretende hacer en Madrid), que le gustaría que Rivera fuera el partido mayoritario del centro-derecha, derecha y más allá… sin embargo, esa mayoría silenciosa opta por el PP al dar un pequeño hilo de credibilidad a esos miedos de que, por muy exiguo que sea el sueldo, por muy precario que sea el trabajo, por inapreciable que sea la ayuda social o pensión que se percibe o por muy mal que esté el colegio, hospital o centro al que vamos, puedan ir a peor. El PP lo sabe, y por eso recorta con pudor (salvo en Andalucía, donde recorta Susana), diciendo que lo hace por la herencia recibida, y recordándole a la gente que si gana la izquierda, perderán mucho más. La gente quiere un gobierno de izquierdas, pero teme que las buenas intenciones hagan a los mercados caerse, a los gobiernos de Bruselas ponerse duros, o a los grandes capitales irse y que nos quedemos peor de como nuestros amos los mercados, la Troika y los grandes empresarios nos dejan ahora mismo estar.

Reflexionando recordaba dos gobiernos, dos mayorías del PSOE muy celebradas. Jamás he votado al PSOE, ni siquiera por equivocación, pero España sí lo hizo masivamente en dos citas muy importantes: 1982 y 2004. Ambas citas tuvieron una gran participación, pero también tuvieron de protagonista al miedo. En 1982 fue el miedo a un golpe de estado, o algo parecido, que no voy a valorar ahora, pero que sirvió para mover un nuevo tipo de reacción en la sociedad para decirle al pasado que no volviera. En el año 2004 fue el miedo a la guerra de Irak y sus consecuencias ante nuestros ojos, que llevó a enfrentarse a los causantes que, para colmo, quisieron utilizar (una vez más) a los muertos a su favor, diciendo que había sido ETA quien causó el atentado. Y así llego a una triste conclusión: la izquierda solo vence cuando la derecha es agresiva o las consecuencias de sus políticas son evidentes. y obscenas

Si algo no es evidente, medio país no lo ve y el otro medio que lo denuncia parece presa de la locura, porque “no es para tanto”. Francisco Marhuenda en no pocas ocasiones ha soltado un mantra del PP para tapar la privatización de la Sanidad: “el otro día me atendieron en el médico y no me cobraron, así que no está privatizado”. Con algo tan elemental, se obvian los datos, con la falsa evidencia de un espejismo como prueba que, para explicar decididamente habría que parar el debate y enseñar muchos datos. Es como decir que no existen los recortes porque sigue habiendo el mismo número de colegios (aunque los sueldos sean menores, las infraestructuras estén mucho peor y no atiendan los centros a la demanda actual). Con cosas así, la gente no percibe la corrupción, porque ningún político ha ido a su casa a cogerle el dinero en su cara, tampoco percibe la deuda española, porque nadie le pasa la factura al final de año de todo lo que debemos los españoles, solo queda como dato macroeconómico entre las noticias de la ola de calor y las noticias de la selección española. El PP lo sabe, y tira de perogrulladas como la de Paco Marhuenda para reírse en nuestra cara tomándonos por idiotas, hasta que en la cita con las urnas medio país demuestra que lo es.

Esto me termina llevando a una deducción aún más peligrosa: si razonar no da votos y el miedo moviliza a la derecha que empobrece al pueblo que la vota, queda una cosa clara: los medios de manipulación son la clave. Podremos desarrollar un proyecto de país justo, digno, ecológico y regenerador, pero un simple slogan de campaña, cuatro inexactitudes sobre Grecia, ocho exageraciones sobre Venezuela (por parte, no lo olvidemos, de gente con amigos en los gobiernos de México o Colombia) y ocultación sistemática de la objetividad, aderezado lo anterior con dos encuestas que se puedan utilizar para atemorizar a la gente, sirven para lograr que un país frene todo un proyecto necesario. Los focos, marcan tendencia y evitan que la gente se disperse.

Así, mientras España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles, aceptaremos que el rey es campechano porque trata fatal a todo el mundo y llega a callar a un jefe de estado, que es nuestro mejor embajador por sus relaciones con diversas dictaduras panarabistas que no respetan los derechos humanos, que da estabilidad al país porque desde que creó el 23F ha sabido estar a la altura de las circunstancias en Botswana o Rusia, o cualquier otro lugar en que entretenerse mientras sufrimos una grave crisis; aceptaremos que estamos en una democracia, mientras se niegan los tres poderes, el partido que gobierna usa el estado como arma política o los partidos obedecen a Merkel en lugar de la ciudadanía. Todo es opinable, y así nos darán qué opinión debemos tener para que nos creamos muy inteligentes por saber repetir lo que la televisión nos ha dicho entre el programa de las tronistas y los musculitos y el resumen del día de la casa de Gran Hermano. ¿Para qué lamentar algo? Lo importante es aprender una lección muy importante, si algo requiere esfuerzo, hay que desearlo para tenerlo, y la gente quiere pan y circo, tranquilidad aunque sea con la paz y orden que nos augura Rivera con las dictaduras, moverse del sofá a golpe de consigna del poder que nos oprime, y creer que somos felices porque aprendemos a obedecer la orden que nos dice que debemos conformarnos con lo que tenemos, porque es necesario para la estabilidad en la que ell@s están ganando.

Durante un año creí que todo lo que decía podría ser una pequeña fuerza más empujando la losa que pesa sobre la razón colectiva de este país, pero me debo a más causas y cambio de vida y de lugar, y de paso dejo lo que no sé si hice bien en empezar. Antes de apagar la luz y cerrar la puerta, quisiera dar gracias a tod@s l@s que, de un modo u otro, me escucharon, me atendieron y con quienes compartí un cariño recíproco. Desde Bea Talegón, a quien agradezco su complicidad y cariño, hasta Mireia Moya, seguidora desde que nos encontramos en Elche, pasando por Pérez Tapias, Rosa María Artal, Francisco Turrión, el grupo Compromís, la HOAC, Unidad Popular e Izquierda Abierta, que me ayudaron a sentir el eco de mi opinión. También a tod@s l@s seguidores anónimos, el grupo de la resistencia, @protestona1, @Zurine3, @menudotiarro y un sinfín de gente maravillosa con quienes compartí mucho, hasta llegar a 15.500 seguidores, pero sobretodo quiero agradecer a Nueva Revolución este espacio, Fallo de sistema, una voz disidente y reflexiva narrando cómo nos toman por idiotas mientras el sistema nos destruye; el espacio confió en mí y lo ha venido haciendo hasta hoy. Muchísimas gracias a todos y a todas.

Adiós con el corazón, que con el hampa no puedo. No puedo más con esta mafia, con estas organizaciones criminales que consiguen que gente buena y maravillosa se les sume con su voto y valide su corrupción y sus inmensos errores, mientras el pueblo que pasa hambre sigue siendo obligado a adorar todo esto. Adiós con el corazón, un placer coincidir en el camino, un lujo recordaros a tod@s. La lucha sigue, el campo de batalla cambia.

5 Comments

  1. Siento mucho no poder retuitear tus opiniones que.me parecían fantasticas. Me uno a tu desencanto. Siento tristeza por tu marcha al.igual que la.siento por este pais que no quiere salir de la ignorancia y que no pelea por nada de lo que tanto trabajo nos ha costado conseguir. Espero q vuelvas pronto.

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