2017, la decadencia de Europa

Por Roberto Santos | Ilustración de Eneko

2017 es el año en que la decadencia europea puede alcanzar sus máximos exponentes y eso que 2016 ya fue todo un ejemplo perfecto de la misma. Este año que acaba de empezar nos encontramos con que tres países fundadores de la Unión Europea, Francia, Alemania e Italia se enfrentan a varios retos, los dos primeros a elecciones que pueden cambiarlo todo y el tercero a rescates bancarios, un estancamiento económico épico y la posibilidad también de nuevas elecciones.

No debemos perder de vista que estos tres países agrupan a más de 200 millones de habitantes de los más de 500 que habitan la Unión Europea. Pero ojo, porque a estos tres países tenemos que añadir otros que también este año se enfrentan a cambios importantes, Holanda con 17 millones de habitantes se enfrenta también a unas elecciones donde la extrema derecha puede alzarse con el poder y Reino Unido, con más de 60 millones de habitantes, empezará su proceso de desconexión con el resto de Europa, en lo que aún no sabemos si será un divorcio amable o duro, ni las consecuencias que tendrá.

Pero para poder entender un poco mejor, qué está pasando y qué puede pasar este año en Europa, vayamos por partes.

Francia

En abril, el país vecino celebrará sus elecciones presidenciales y según todas las encuestas el Frente Nacional de Marine Le Pen pasará con total seguridad a la segunda vuelta y aunque muchos creen que es imposible que gane las elecciones, yo no tengo tan claro que esto sea realmente imposible. Ya nos dijeron en su día que era imposible que Trump llegase a presidente de los Estados Unidos o que el Brexit triunfase en el Reino Unido y todos esos imposibles han resultado ser posibles.

El Frente Nacional ya ganó las Europeas de 2014 y cuenta según todas las encuestas con cada vez más apoyo entre trabajadores y jóvenes, además ha maquillado su pasado fascista y atraído hasta a votantes LGTB e hijos de inmigrantes, lo que demuestra su exitosa transversalidad y que de imposible nada de nada.

Lo más curioso de todo, es que enfrente tendrá a un candidato como Fillon, que rebasa por la derecha al Frente Nacional en política económica y antisocial, y que ha endurecido su discurso identitario, legitimando así las posturas más duras del Frente Nacional.

Le Pen se puede anotar el tanto de haber derechizado a sus rivales y de que ideas como la xenofobia o la islamofobia ocupen también la agenda de sus oponentes, mientras ella les roba votantes a puñados con una intensa defensa de los derechos sociales.

Por otro lado, la izquierda se encuentra absolutamente fuera de juego y el partido socialista absolutamente lastrado por la enorme decepción que ha resultado ser Hollande. Además, Le Pen también ha sabido capitalizar por la izquierda con un discurso antisistema y antiglobalización en un país donde crecen el malestar y el miedo, e incluso habla en términos de “pueblo contra oligarquía”.

Con todo esto ya nadie duda de que Marine Le Pen llegará a segunda vuelta seguramente contra Fillon, que representa a la derecha más reaccionaria en lo social y más thatcheriana en lo económico: promete recortar gasto social, despedir medio millón de funcionarios y esta contra el aborto y el matrimonio homosexual. Vamos, sin duda Fillon es la persona ideal para movilizar el voto de izquierda contra Le Pen, véase la ironía en mis palabras, y eso suponiendo que para ese entonces todo el desencanto de la izquierda no este ya en las filas del Frente Nacional.

Por más que muchos digan que es imposible que la extrema derecha alcance el poder en Francia, a mí hoy por hoy me parece una opción muy real y en cualquier caso, aunque no ganase, la opción frente a Le Pen tampoco es que sea muy alentadora que digamos.

Alemania

Alemania se prepara para un año electoral que promete ser de infarto, la gran duda es, ¿podrán los partidos tradicionales poner freno al auge de los populistas de derechas en las próximas elecciones generales?

El año pasado en las elecciones regionales ya se materializó un fuerte apoyo al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que consiguió representación en 10 de los 16 parlamentos regionales y que sigue ganando adeptos día a día.

La crisis de los refugiados y hacerse abanderados de la lucha de clases ha aupado al partido de extrema derecha alemán, que aunque parece que no tiene opciones de hacerse con el gobierno, muchos consideran necesario para hacer de contrapeso a las políticas de Merkel.

Ahora bien, los últimos acontecimientos les están ayudando a crecer aún más, el hecho de que un tunecino que llegó al país como solicitante de asilo perpetrara un atentado contra un popular mercado de Navidad de Berlin, el 19 de diciembre, costándole la vida a 12 personas, no hizo sino avivar el discurso de Alternativa para Alemania contra Merkel y su política de acoger a refugiados, casi 900.000 en 2015, “¡Son los muertos de Merkel!!” escribió el presidente de AfD en Renania del Norte-Westfalia, el europarlamentario Marcus Pretzell, en la red social Twitter, una hora después de que el camión embistiera el mercado.

El discurso parece que va calando en la sociedad alemana, Afd lograba en las últimas semanas de 2016 recaudar cerca de 2,3 millones de euros en donaciones, muy por encima de las expectativas que la formación se marcó a principios del mes de noviembre del pasado año, cuando hizo un llamamiento publico a sus simpatizantes para que apoyasen económicamente al partido.

Como os decía parece improbable que logren hacerse con el gobierno, pero sin duda se convertirán este año en un partido de enorme influencia en Alemania y podrán marcarle el paso al gobierno alemán o incluso ser socios imprescindibles. Lo que está claro es que son un partido que gana fuerza día a día y que han venido para quedarse.

Italia

El domingo 4 de diciembre el pueblo italiano votó NO en el referéndum sobre el cambio constitucional que pretendía centralizar poder y favorecer la gobernabilidad de la República de Italia en mayor sincronía con los mercados financieros. Tras la derrota, el presidente del Consiglio Matteo Renzi impulsor de la reforma constitucional, renunció a su cargo.

Tras la dimisión de Renzi, el presidente italiano, Sergio Matarella, escogió a Paolo Gentiloni, ministro de exteriores con Renzi, para formar un nuevo gobierno. Este nuevo gobierno no tardó mucho en aprobar un decreto para fortalecer las entidades que presenten problemas financieros como Monte dei Paschi, que no ha conseguido sacar adelante una ampliación de 5.000 millones.

Italia se prepara para rescatar a Monte dei Paschi y al resto de bancos que puedan entrar en problemas. El Gobierno destinará 20.000 millones de euros para fortalecer las entidades que presenten problemas financieros, lo que sin duda ha provocado sudores fríos en Bruselas.

Pero los problemas de la república italiana no se quedan ahí, la prensa italiana habla ya de deflación por primera vez en más de medio siglo. Si el resto del continente camina lento, Italia ni siquiera es capaz de alcanzar el ritmo, los últimos datos nos dicen que el índice de precios anual se contrajo un 0,1%, mientras que el IPC armonizado tanto de la UE como del área euro se situó en noviembre en el 0,6%. Con un alza de precios en ese mes en Francia o Alemania del 0,7% o del 0,5% en España.

Solo el incremento del gasto de la gasolina y el gasóleo el último mes del año (2,4%) permitieron elevar mínimamente la tasa anual italiana, gracias al alza en diciembre del 0,5%. Sin embargo, el comportamiento de otros productos como los bienes duraderos o no duraderos, que se mantienen invariables durante el año, reflejan la incapacidad de las familias para gastar y de las familias para invertir.

Tampoco el 2017 será el año en que baje su deuda pública previsiblemente de un 130%. Ni el año en el que el Gobierno tenga demasiado margen para invertir en asuntos tan asfixiantes como la gestión de la migración. En el lado bueno, si es que puede ser bueno, el paro se mantiene estable en torno a un 11% y el desempleo juvenil baja ligeramente hasta el 37%.

Por otro lado, no sabemos si este año, habrá elecciones en Italia, pero en el caso de que las hubiera, es posible que nos encontremos con un escenario en el que los movimientos antieuropeos ganen terreno. En cualquier caso, de momento no hay elecciones a la vista y sinceramente yo no creo que las vaya a haber este año, aunque en Italia todo es posible.

Holanda

El 15 de marzo los holandeses abrirán el calendario electoral para elegir a los nuevos 150 diputados de la Cámara Baja. En los comicios anteriores el Partido de la Libertad, una formación de extrema derecha, fue la tercera fuerza más votada.

Su líder, Geert Wilders, pretende celebrar un referéndum para sacar al país de la UE, lo que ya se conoce como ‘Netxit’, en referencia al ‘brexit’ del Reino Unido. Los sondeos más actuales apuntan que Geert mejorará con amplitud sus resultados electorales en esa contienda, pero solo podría gobernar en Holanda si logra una coalición con otros grupos para sumar la mayoría absoluta del Parlamento, lo que hasta hace poco parecía imposible pero que a día de hoy ya no lo es tanto.

Jacques Monasch, que anteriormente pertenecía al partido socialdemócrata Partido del Trabajo (PvdA), el mayor grupo político de izquierdas en Holanda, ha fundado un nuevo partido, Nuevas Maneras, que ha establecido las líneas principales de su política en la restricción de la inmigración y defensa de los valores holandeses por encima de todo. El aliado perfecto para Wilders.

Monasch alega que las políticas de integración están destrozando a Holanda. Se necesitan medidas «más estrictas con la inmigración, la ilegalidad y la violación de los valores holandeses», dijo en la presentación de su partido. Su objetivo es combinar la «economía social» para los holandeses, y una política que dé prioridades a las normas de este país. «Es hora de un gran avance en la política holandesa… No podemos seguir mirando hacia otro lado en cuanto a los problemas de integración y de la inmigración», advirtió.

El político de izquierdas ha mostrado su descontento con las políticas del gobierno, descontento compartido por una gran parte de holandeses que se acrecentó tras el referéndum que se celebró el mes de abril del año pasado, en el que los holandeses debían decidir sobre el Acuerdo de Asociación de la Unión Europea con Ucrania. La respuesta fue un rotundo «No», pero el primer ministro Mark Rutte no ha aceptado esos resultados y, desde entonces, intenta convencer al Parlamento holandés para que acepte un acuerdo europeo que permita una mayor cooperación con Kiev.

Con todo esto, nos encontramos con que hoy las encuestas encumbran a Geert Wilders, líder la extrema derecha holandesa, que como Le Pen basa su programa electoral en una combinación de medidas anti inmigración y reclamaciones sociales habituales en la izquierda. Además, su discurso nacionalista divide el campo político en dos bandos irreconciliables, el de los inmigrantes que no se quieren adaptar a la cultura holandesa y la élite política que se lo permite. Esa misma élite, además de malgastar el dinero en los centros para los solicitantes de asilo y las escuelas islámicas, no ha evitado la transferencia de cada vez más poder a Bruselas. Del otro lado, el suyo, están los holandeses de a pie, los que han sufrido los recortes en el Estado del bienestar de los últimos años sin que nadie lo impida y que además, según Wilders, viven con el miedo, el terror, que algunos inmigrantes siembran por las calles.

Según las últimas encuestas, un mínimo de tres o incluso cuatro partidos será necesario para formar una mayoría de Gobierno. Los dos de la actual gran coalición, el VVD y el socialdemócrata Partido del Trabajo (PvdA), pierden apoyos, pero el panorama es especialmente dramático para los segundos. Sufrirían una auténtica pasokización. Los 38 escaños (25,33% del voto) que consiguieron en 2012 se quedarían en 10 (6,67% del voto), según una encuesta del Instituto Maurice de Hond de diciembre de 2016.

En cualquier caso, parece difícil que Wilders alcance el poder en Holanda este año, pero ojo porque no es imposible y lo que ya parece un hecho es que ganará en influencia y representación.

Reino Unido

2017 es el año durante el que de verdad se pondrá en marcha el proceso de desconexión entre Reino Unido y el resto del continente. El Tribunal Supremo del Reino Unido decidirá este mismo mes, si el Parlamento debe autorizar o no el inicio del Brexit. No olvidemos que el Gobierno británico quiere activar ese proceso de manera unilateral, notificando a Bruselas su deseo de acogerse al artículo 50 del Tratado Europeo, que da un plazo de dos años para negociar la ruptura, pero que un grupo de ciudadanos reclamó a los tribunales porque considera que la potestad para ejecutar el Brexit reside en el Parlamento.

En marzo, Theresa May pretende notificar a la UE su deseo de abandonar la unión. Antes presentará al Parlamento un “libro blanco” con sus objetivos en la negociación. Si el Supremo decide que este trámite debe pasar por el Parlamento, May lo tiene claro, planteará a los diputados una Ley breve que le otorgue el permiso antes de abril para mantener su calendario de desconexión.

No se espera que los parlamentarios voten contra el inicio del Brexit, pero si podrían propones enmiendas para condicionar los términos y plazos de la negociación. Ojo, porque una mayoría de los comunes se inclina por un “Brexit blando”, que mantenga al Reino Unido dentro del mercado único.

El primer punto de negociación, al margen de los temas de procedimiento, será la conveniencia de garantizar los derechos de los británicos que viven en la UE y de los europeos que residen en Reino Unido. May quiere un rápido acuerdo que asegure los actuales derechos de forma recíproca, pero no está claro que en Europa (poco después de las elecciones francesas y en vísperas de las alemanas) vaya a existir consenso para resolver este asunto de manera tan rápida y sin vincularlo al resto de la negociación.

Lo que está claro es que las negociaciones prometen ser arduas y duras, muchos analistas creen que el comienzo de la negociación será muy difícil y que la libra sufrirá nuevas caídas durante todo este año frente al euro y el dólar, con algunos apuntando incluso a una posible paridad con estas monedas de la divisa británica. Pero ojo, que aún puede haber sorpresas, porque podría darse un retraso en la activación del Brexit, en caso de que el Parlamento imponga severas condiciones para iniciar el proceso, lo que podría llevar a Theresa May a convocar unas elecciones anticipadas para intentar lograr una mayoría más holgada que le permita negociar con más libertad el proceso del Brexit.

España

Aquí este año estaremos a verlas venir, pero ojo, porque aunque Mariano Rajoy haya dicho que espera que está legislatura duré 4 años, esto puede acabar no siendo así.

Los principales partidos españoles tienen sus congresos este año, el PP y Podemos en febrero, mientras que no se espera grandes cambios del primero, si hay mucha expectación en ver que ocurre en Vistalegre II y sobre todo si después de este congreso el partido morado cerrara filas y se unirá o si continuará la división interna.

Por otro lado, el PSOE, que sigue dirigido por una gestora, tendrá que convocar un congreso y primarias este año. ¿Quién será su nuevo líder o lideresa? ¿Se presentará Pedro Sánchez? Las incógnitas son muchas y variadas, aunque todo parece encaminado para el ascenso de Susana Díaz a liderar el PSOE, también es cierto que aún puede haber sorpresas.

También este año veremos si la gran coalición PPSOE sigue en tan buena forma como acabó el pasado y si el PP saca adelante sus presupuestos con el apoyo de los socialistas. De no ser así, puede que encuentren dicho apoyo en los nacionalistas vascos, que tampoco es una opción cerrada a día de hoy. Como tampoco lo es que Mariano Rajoy acabe convocando elecciones anticipadas este mismo año.

A todo esto se mantiene el pulso independentista en Cataluña, la posibilidad de reformar la constitución, la ley educativa y sobre todo ver si somos capaces de crear empleo de calidad o seguimos por la senda de la precariedad y el empleo temporal.

Europa

Como os decía al principio la decadencia europea es un hecho y este año veremos cuanto más se agrava la misma, porque todas las opciones a día de hoy son bastante malas. La Unión Europea tiene varios retos por delante y lastra los mismos fallos de siempre.

El principal desafío de la UE en su 66 aniversario será negociar con una sola voz la salida del Reino Unido, en un año de importantes citas electorales dentro del continente.

La definición de los términos de un acuerdo sin precedentes pondrá a prueba los mismos pilares de la Unión Europea, en torno a los que gira hasta ahora el consenso de los Veintisiete: la indivisibilidad entre las cuatro libertades de circulación, es decir, la negativa a que un país goce de las ventajas del mercado único sin aceptar la inmigración comunitaria.

Por otro lado, la jefa de la Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, ha apelado a la unidad para hacer frente al terrorismo, atajar los conflictos especialmente en Oriente Medio, y abordar el «drama» de la inmigración.

En este último punto, el reto para la UE será mantener el acuerdo de la vergüenza, para mantener a los refugiados en Turquía, en un momento de inestabilidad en la relación con el país por las críticas de Ankara a la reacción europea ante el fallido golpe de Estado, la dura respuesta del gobierno turco a esta asonada y su rechazo a reformar la ley antiterrorista.

No nos olvidemos del vergonzante fracaso del plan de Bruselas para reubicar a los refugiados entre los Estados por el rechazo de algunos socios y el recrudecimiento del conflicto en Siria. Bruselas este año pretende llegar a acuerdos con países africanos para evitar que los inmigrantes lleguen a nuestras costas. Esto además en un año en el que la extrema derecha parece que se posicionará con fuerza en buena parte de la Unión.

En materia de lucha contra el terrorismo, la estrategia de la UE pasa por mejorar el control de las fronteras externas, con sistemas para la identificación y autorización de viajeros, así como por la lucha contra la financiación del terrorismo.

Además, Europa tendrá que lidiar con un escenario internacional incierto, a la espera aún de conocer las líneas de la política exterior y económica del nuevo Gobierno estadounidense liderado por Donald Trump, tanto más en un contexto de deterioro en las relaciones entre los Veintiocho y Rusia tras las sanciones por su papel en el conflicto ucraniano. Relaciones que para el nuevo presidente estadounidense parecen más importantes que las propias con sus aliados tradicionales.

La política de la Casa Blanca influirá en asuntos cruciales, como la relación con la OTAN en un momento en que la Unión Europea busca reforzar su defensa -con un importante aumento de fondos para este fin en 2017- o el futuro del Acuerdo de Libre Comercio e Inversiones entre la Unión y Estados Unidos (TTIP), que paradójicamente puede venirse abajo desde el país que más beneficiado resultaría del mismo, tras años de intensas y secretas negociaciones.

A todo esto, se suma la debilidad del sistema financiero italiano y lo que parece se convertirá en una nueva crisis dentro de la UE, mientras Grecia tendrá que asumir nuevas reformas en el marco de su programa de asistencia. Es decir, cediendo al chantaje de Bruselas para seguir accediendo a dinero del fondo de rescate.

El paro sigue siendo un problema para Europa y también apuntalar la recuperación económica y

avanzar en las reformas para completar la unión bancaria.

Y todo esto se antoja especialmente complicado en un año en el que como ya os he contado hay varias citas electorales en los que parece además que la extrema derecha va a ganar mucho peso en la UE. Y sería bueno que además no nos olvidemos que dentro de los 28 ya hay países donde ya Gobiernan los euroescépticos o influyen decisivamente, como Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia. Es decir, en total casi trescientos millones de europeos podrían estar muy pronto gobernados por partidos que rechazan a los refugiados, sospechan de los musulmanes, menosprecian a las mujeres y engañan a los trabajadores con falsas promesas de mayor bienestar. Partidos absolutamente nacionalistas y proteccionistas que además se consideran contrarios al proyecto de la Unión Europea.

Claramente el futuro no pinta muy bien, tampoco al otro lado del Atlántico, así que de momento solo nos queda sentarnos a esperar y ver como tras años de recortes, precariedad, devaluación salarial, deterioro del Estado de bienestar y múltiples fallos garrafales de la UE, la extrema derecha empieza a recoger los frutos que ha sembrado la necedad hasta ahora en esta Europa que parece condenada a repetir errores del pasado, una y otra vez.

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